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New X-Men de Grant Morrison: La mutación inesperada

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 28/05/2014
AVISO: Éste artículo contiene posibles spoilers. En él se revelan aspectos argumentales que el lector podría preferir descubir por sí mismo.

Cuando en 1991 Chris Claremont abandonó X-Men la franquicia mutante entró en uno de sus peores periodos. A pesar de las fuertes ventas los siguientes años fueron un yermo creativo para la saga, plagada de historias repetitivas e intrascendentes. Los ocasionales intentos de renovación -como la efímera etapa de Steven Seagle y Joe Kelly- eran interrumpidos por editores temerosos de matar la gallina de los huevos de oro y ni siquiera el fugaz retorno de Claremont consiguió remediarlo.

Y entonces llegó Joe Quesada. Dispuesto a reverdecer los laureles creativos de la editorial, apostó por Grant Morrison para relanzar a los mutantes. Conocido principalmente por sus trabajos para la línea Vertigo, el guionista escocés cogió los personajes "X” y los pasó por su peculiar filtro autoral para realizar una completa renovación argumental y estética.

Joe Quesada apostó por los arriesgados conceptos de Grant Morrison para relanzar la franquicia mutante


El autor presentó nuevos e interesantes personajes en sus primeros números


Su etapa comenzó en el X-Men #114 USA, a cuyo título se añadió el prefijo “New” en lo que casi era una declaración de intenciones. Por un lado se respetaba la numeración original y la continuidad con ella relacionada pero, al mismo tiempo, la cabecera era lanzada en una nueva dirección. Disfrutando de total libertad creativa, el guionista le dio la vuelta a la franquicia mutante mediante nuevos conceptos -la futura extinción de la humanidad y su sustitución a manos de los mutantes; la destrucción de Genosha y sus habitantes a manos de los Centinelas; la idea de mutación secundaria por la que algunos personajes desarrollaban nuevos poderes; la creación del Barrio Mutante en Nueva York-, nuevos personajes creados para la ocasión –la villana Cassandra Nova, hermana gemela del profesor Xavier, John Sublime y sus U-Men, Xorn, Fantomex…- y un nuevo look más informal y menos superheroico.

Fantomex, un personaje con pasado misterioso y conexiones al proyecto Arma-X ¿Os suena?


Sin embargo eso no implica que los guiones despreciasen historias precedentes. Empezando por la inclusión entre los protagonistas de la ex-villana Emma Frost, Morrison hizo uso de tramas como la posesión de Cíclope por parte de Apocalipsis, la relación de Xavier con el imperio Shi´Ar, las revelaciones de Lobezno: Origen, personajes de la serie paralela X-Treme X-Men, el proyecto Arma-X o la liosa trama de Fénix. Incluso recuperó la descuidada faceta de los X-Men como escuela para jóvenes mutantes mediante la aparición de nuevos estudiantes como Pico, Angel Salvadore, Quentin Quire o las quintillizas Cuclillos de Stepford. Una calculada combinación de viejos y nuevos elementos hábilmente hilados en una trama desarrollada como un todo compacto.

Morrison recuperó el concepto de Escuela para Jóvenes Mutantes para su magnífica etapa


Desgraciadamente, esto último no puede aplicarse a la parte gráfica, que sufrió continuos altibajos debido al constante cambio de dibujantes. Frank Quitely era el dibujante asignado, aportando un grafismo que rompía con lo visto en los títulos mutantes hasta la fecha. Pero su lento ritmo de trabajo hizo necesarios sustitutos como un Ethan Van Sciver aún por definir su estilo o un Igor Kordey de trazo descuidado lejos de sus trabajos en el cómic europeo.

Ilustres invitados como Marc Silvestri pasaron por sus páginas


Al igual que le sucedió a Morrison en Los Invisibles, fue la incorporación de Phil Jimenez en el tramo final lo que aportó estabilidad a la serie, reservándose a invitados estelares como Chris Bachalo y Marc Silvestri para historias concretas concebidas a la medida de sus trazos. Historias que, paradójicamente, resultan de las flojas del conjunto.

Pero ni siquiera el baile de dibujantes restó meritos a unos guiones propios del Morrison más lisérgico y provocador (como el episodio mudo, ambientado en el cerebro comatoso de Xavier) pero puestos al servicio de una solida progresión dramática y argumental cuyo punto fuerte era la caracterización de sus personajes. Empezando por una deliciosamente pérfida y seductora Emma Frost –sin duda el personaje favorito del guionista- y continuando por un Cíclope psicológicamente tocado por desventuras recientes y la Bestia lidiando con un físico cada vez menos humano, Morrison fue capaz dar un nuevo enfoque al profesor Xavier o devolverle a Jean Grey un atractivo como personaje del que no gozaba hace muchos años. Propiedades estas extensibles a los personajes de nuevo cuño aportados por el autor. La saga final -con el retorno de Magneto a su condición de villano en un registro más cruel y vicioso que nunca- cerró todas las tramas elaboradas por el guionista, dejando abundantes novedades e importantes secuelas de cara a sus sucesores. Algunas tan atrevidas que los editores se apresuraron a deshacerlas, si bien otras han servido como semilla para nuevos títulos.

El retorno al 'lado oscuro' de Magneto fue otro de los aciertos de la etapa morrisoniana


En total la etapa de Morrison comprende cuarenta y un números –más un especial en formato apaisado- que prácticamente constituyen una serie dentro de la propia serie. Y aunque no todas sus partes estén a la misma altura constituyen una de las mejores aportaciones a la cabecera. Posteriormente los X-Men han tenido etapas destacables (como las de Ed Brubaker, Matt Fraction...) e incluso basadas en la figura del guionista (Joss Whedon, Brian Bendis...). Pero ninguna ha vuelto a gozar de la inventiva, el atrevimiento y la chispa que Morrison supo aportar. Algo que convierte su actual reedición en formato coleccionable que Panini ha presentado en una adquisición imprescindible.

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