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La retrocontinuidad, arma de doble filo

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 23/07/2014

Original Sin, el nuevo crossover de Marvel, presenta una trama donde el guionista Jason Aaron se zambulle en las procelosas aguas de la continuidad argumental para añadir y/o alterar varios de sus elementos. Una práctica narrativa bastante frecuente en el mundo del cómic con tantas virtudes como problemas potenciales.

La retrocontinuidad -o retcon para los amigos yankis- altera elementos pasados de los personajes para narrar nuevas historias


La retrocontinuidad –o retcon, que dirían los yanquis- empezó a ser aplicada en el cómic durante la Edad de Plata. Tras unos años en declive el género de superhéroes comenzó a resurgir a principios de la década de 1960. Viejos personajes fueron desempolvados, compartiendo espacio con otros creados para la época que en algunos casos –Flash, Green Lantern, la Antorcha Humana- eran nuevas versiones de los anteriores. La noción de un universo compartido llevó a los guionistas a producir argumentos que, de forma retroactiva, añadían elementos para unificar historias pasadas y presentes de forma coherente. Esta maniobra creativa acabó siendo fundamental debido a la larga trayectoria ininterrumpida de las series. Con el paso de los años, la ambientación y el marco temporal de los cómics iban cambiando para acomodarse continuamente al presente y a la sensibilidad de los nuevos lectores.

Llegados a este punto conviene establecer tres clases de retrocontinuidad: la de adhesión, que aporta nuevos datos a la historia de los personajes en forma de aventuras inéditas ambientadas en su pasado; la de corrección, que modifica algún suceso pasado que impedía narrar determinadas tramas; y la de eliminación, que supone una ruptura total recreando un personaje y/o historia desde cero.

Nuevas versiones de personajes anteriores se incorporaron a DC gracias a la llegada de esta práctica


Roy Thomas, uno de los primeros guionistas en utilizar el término, fue el gran impulsor del primer tipo. Enamorado de los cómics de la Edad de Oro, Thomas recuperaba frecuentemente viejos personajes en sus guiones, llegando a realizar series enteras basadas en esa práctica como Los Invasores y All-Star Squadron para Marvel y DC respectivamente. En ellas, Thomas narraba nuevas historias de personajes clásicos como si estas hubiesen ocurrido mucho tiempo atrás pero el lector no lo supiera. La segunda modalidad empezó a cobrar fuerza con el revisionismo de finales de los 70 y principios de los 80. Guionistas como Frank Miller y Alan Moore aprovecharon esa herramienta para dar un giro a personajes como Daredevil y la Cosa del Pantano, alterando sus orígenes radicalmente con vistas a narrar historias de una sensibilidad más adulta. Unos retcons que han marcado -para bien y para mal- todas las historias posteriores de los personajes, alterando de forma retroactiva el sentido de todas las previas.

Nadie escapa a la retcon!!!


La tercera modalidad fue implantada de forma generalizada por DC tras Crisis en Tierras Infinitas. Las consecuencias del crossover propiciaron el lanzamiento de numerosos proyectos –El Hombre de Acero, Batman: Año Uno, Hawkworld, etc- que recreaban por completo a los personajes de la editorial, negando -o al menos dejando en la incertidumbre- la validez de todas las historias previas. Una tabula rasa que DC repetiría en varias ocasiones en las décadas siguientes y que Marvel aplicaría de forma indirecta en iniciativas como las líneas Ultimate y MAX.

Algunos ejercicios de retrocontinuidad no han salido tan bien como deberían...


La retrocontinuidad es un arma de doble filo. A lo largo de sus tres modalidades ha dado pie a historias magnificas como Starman, el Batman de Grant Morrison, Crisis de Identidad, el Capitán América de Ed Brubaker o Punisher MAX. Pero también a desastres como Hora Cero, Spiderman: un nuevo día, Lobezno: Orígenes, Spiderman: Año Uno o buena parte de los Nuevos 52. Obras que han creado más problemas de los que buscaban solucionar.

Guionistas como Brian Bendis y Jonathan Hickman retuercen sin escrúpulos la continuidad para dar mayor entidad y peso a sus propias historias, sin considerar que una alteración tan radical como las vistas en Nuevos Vengadores o SHIELD pueden dar pie a incongruencias absurdas. Por su parte guionistas como Kurt Busiek y Geoff Johns han sabido hacerla trabajar a su favor, moldeándola sin renegar de ella y sacando un inesperado partido a tramas y personajes olvidados en historias como Thunderbolts o La Noche más Oscura. Al final no es tanto una cuestión de lo que se quiere contar como de la habilidad del guionista para hacerlo. Igual que con las buenas historias.


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