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Torpedo 1936: Apuntes sobre un bastardo de la página impresa

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 01/10/2014

De entre la última remesa de novedades de Panini sobresale el tomo integral de Torpedo 1936. Un grueso volumen que, en sus más de 700 páginas, recopila todas las andanzas del gangster más implacable que han dado las viñetas.

Enrique Sánchez Abulí presentó en 1981 a Luca 'Torpedo' Torelli que se gana la vida como despiadado sicario en el Nueva York de la Gran Depresión


Torpedo 1936 es una creación del guionista Enrique Sánchez Abulí, que en 1981 recibió la petición del emblemático editor Josep Toutain de publicar un tebeo de serie negra. El guionista respondió creando a Luca Torelli, un inmigrante siciliano que se gana la vida como sicario -torpedo en el argot criminal- en el Nueva York de la Gran Depresión. Acompañado por Rascal, su fiel y poco inteligente colega, Torelli se ve envuelto en toda clase de desventuras que implican a mafiosos, prostitutas, contrabandistas, policías corruptos y demás gente del malvivir. La clave que distinguía al personaje era su amoralidad y un negrísimo sentido del humor. Lejos de ser un antihéroe romántico, Torelli era mostrado sin ambages como un criminal encallecido, carente de escrúpulos, amigo de la violencia y misógino. La crudeza de las abundantes escenas de sexo y violencia formaban una píldora de mal gusto que entraba suavemente gracias a la ironía tronchante que Abulí imprimía a sus argumentos y diálogos. En sus historias nadie es inocente, nadie está indefenso y nadie puede ser tomado excesivamente en serio.

La crudeza de los guiones llevó a Alex Toth a abandonar la serie


No obstante ese tono tan peculiar, que preludia al empleado años después por gente como Quentin Tarantino o Garth Ennis, acabó siendo un problema para Alex Toth, dibujante original de la serie. El veterano autor norteamericano abandonó tras apenas dos historias, incomodo con la sordidez de los guiones. Su sustituto fue Jordi Bernet, mucho más en sintonía con las intenciones de Abulí. Del estilo clásico, estilizado y elegante de Toth se pasó al trazo anguloso, crudo y detallado de Bernet, que acentuaba los rasgos de cada personaje en función de sus características. Trabajando en blanco y negro, alternando relatos cortos –la mayoría- con historias largas, este tándem creativo funcionaría a las mil maravillas durante las dos siguientes décadas hasta que un absurdo malentendido creativo puso fin a su colaboración.

La amoralidad de sus personajes, sus abundantes escenas de sexo y un negrísimo sentido del humor convirtieron Torpedo en un éxito sin precedentes


Aparecida por primera vez en las páginas de la edición española de Creepy, Torpedo 1936 continuaría su publicación en revistas como Comix Internacional y Totem el Comix con sus historias luego recopiladas en tomo. En paralelo, y gracias a los contactos de Toutain en el extranjero, la serie comenzó a ser traducida a otras lenguas y fue publicada en EE.UU. y Francia por editoriales como Warren y Glenat, hazaña al alcance de muy pocos cómics nacionales. Tras el cierre de Toutain Editor y una breve etapa con otras editoriales, Torpedo 1936 recaló en Glenat España. Allí protagonizó una cabecera mensual de treinta entregas y una edición en tomos que alternaba nuevas historias con reedición de material antiguo, alcanzado un total de quince ejemplares.

El dibujo anguloso, descarnado y duro de Jordi Bernet estaba en completa sintonía con los guiones de Abulí


Convertida en un éxito de crítica y público, la serie comenzó a escaparse de las viñetas para hacer presencia en otros medios. En 1993 fue adaptada en forma de obra de teatro y en 1994 dio pie a una serie de animación que no paso del episodio piloto (Tic-Tac) debido a su crudeza. Incluso llegó a planearse una adaptación al cine en imagen real con producción norteamericana dirigida por Renny Harlin (Máximo Riesgo) que no pudo concretarse debido a problemas de derechos con los editores franceses.


Precisamente un problema de derechos fue lo que puso fin a la serie. Hacia 1999 el cantante Loquillo dedicó una canción al personaje en uno de sus álbumes. Pero los créditos del disco citaban a Bernet como creador y único autor del personaje. Abulí se tomo esto como una ofensa e inició una serie de demandas judiciales que incluían al propio Bernet, totalmente ajeno al tema. Tal hecho puso fin a la relación entre ambos autores así como al personaje que, tras la publicación del álbum El Día de la Mala Baba, no ha vuelto a protagonizar ninguna historia. La nostalgia, alimentada por periódicas reediciones, mantiene con vida a uno de los personajes punteros de cómic patrio. La actual reedición provoca por tanto una sensación agridulce, recordando las virtudes de la obra mientras señala lo imposible de su continuación.


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