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Los Siete Soldados de Morrison: El crossover metanarrativo

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 08/10/2014

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Estudioso del cómic de superhéroes como modalidad narrativa (ahí está Supergods, su interesante ensayo literario sobre el tema), con Siete Soldados de la Victoria Grant Morrison puso su mirada sobre concepto de la continuidad más añeja de DC con vistas a recuperar, modernizar y potenciar las posibilidades narrativas del mismo.

Grant Morrison recuperó a este grupo olvidado para pasarlos por su personal prisma creativo


Los Siete Soldados de la Victoria fueron creados en 1941 por el editor y guionista Mort Weisinger para aprovechar el éxito de la JSA, el primer supergrupo de la historia creado un año antes. Esta nueva formación, integrada por miembros como Green Arrow, Speedy, el Caballero Brillante y Star-Spangled Kid, venía a funcionar como un grupo eventual que reunía de forma intermitente para combatir grandes amenazas. Reformulados en varias ocasiones vía cambios en la continuidad, nunca alcanzaron la relevancia de posteriores formaciones, siendo olvidados por la mayoría de autores y lectores. Como ya había hecho previamente con Animal Man, Doom Patrol o Kid Eternity, el guionista escocés vio en ese olvido la oportunidad para llevarse el concepto a su propio terreno.

Entre los integrantes de los Siete Soldados encontramos una nueva versión de Guardián


En 2005 Morrison anunció un ambicioso plan en torno a los Siete Soldados. Un proyecto concebido como una suerte de crossover autónomo, integrado por siete miniseries de cuatro números y dos especiales –los números #0 y #1- que abrían y cerraban el conjunto. Cada miniserie estaba protagonizada por un personaje distinto y podía leerse (teóricamente) de manera independiente, más allá de pequeños detalles comunes que señalaban un marco conjunto. El reparto estaba integrado por personajes secundarios del catalogo de DC, incluyendo tanto a personajes conocidos –Zatanna, Mr. Miracle, Klarion, Frankenstein- como a nuevas versiones de personajes preexistentes –El Caballero Brillante, Guardián, Bulleteer-. De fondo, la amenaza de una raza alienígena conocida como los Sheeda y sus planes para atacar a la raza humana llevándose toda su riqueza material y espiritual. Un saqueo repetido varias veces a través de los siglos cuya posibilidad se convertía en la razón por la que el Vigilante -miembro de los Siete Soldados originales- reunía una nueva encarnación del grupo… que era exterminada nada más comenzar la trama.

Zatanna deberá enfrentarse a su adicción a usar sus poderes mágicos


Partiendo de ese desconcertante inicio, Morrison dedica cada miniserie a un personaje, utilizándolo para explorar distintos aspectos del género desde un enfoque postmoderno: Zatanna aparece insegura de su capacidad como heroína, yendo a terapia para controlar la adicción a usar sus poderes; Guardián es un héroe corporativo enfrentado a las amenazas del subsuelo de la ciudad; El Caballero Brillante resulta ser un superviviente de la caída de Camelot desplazado hasta el presente y cargado de secretos; Klarion es mostrado como un rebelde que escapa de una población de puritanos oculta en los subsuelos para descubrir el mundo de la superficie; Bulleter presenta a una superheroína a su pesar mediante la cual se reflexiona sobre la sexualidad sobrehumana y sus perversiones; Frankenstein deviene en una suerte de cazador de monstruos al servicio de una agencia gubernamental; Mr. Miracle aparece como una celebridad que acaba encerrado en una trampa dimensional relacionada con los Nuevos Dioses… y todo bajo la omnipresente amenaza de que uno de ellos morirá.

Frankenstein se convierte en cazador de monstruos gubernamental en la saga de Morrison


Bulleter reflexiona sobre la sexualidad sobrehumana y sus perversiones


A lo largo de cada título Morrison va alternando varios estilos de escritura que van desde las epopeyas cósmicas propias de Jack Kirby a la fantasía heroica, pasando por el realismo sucio, las historias clásicas de superhéroes, la acción, el terror y el drama psicológico. Todo puesto en imágenes por un lujoso plantel de dibujantes –Ryan Sook, Cameron Stewart, Simone Bianchi, Frazer Irving, Yanick Paquette, Pascual Ferry- de estilos muy diferentes perfectamente adecuados al personaje e historia encomendados a cada uno. La guinda la ponen J.H. Williams y su alucinante repertorio narrativo ilustrando los especiales de inicio y final.

Klarion protagoniza un oscuro relato acerca de la sociedad, la represión y, por supuesto, la difícil vida de los niños brujos


Los treinta números que compone la obra final suponen una compleja combinación de conceptos, servida con las dosis habituales de experimentación y densidad narrativas que el guionista escocés ha convertido en su firma. El resultado quizás sea demasiado críptico e incluso apabullante para apreciarlo en una primera ojeada, exigiendo al lector una paciencia mayor de lo habitual. Pero si uno (re)lee la obra como un todo, atendiendo y encajando los pequeños detalles dispersos aquí y allá, el resultado recompensa dicha paciencia, dando en treinta entregas mucho más de lo que algunas series han dado en treinta años.


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