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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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"“Te voy a contar el verdadero secreto de la magia: cualquier memo puede hacerla”" John Constantine / Hellblazer #240
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La Tumba de Drácula: Un clásico que vuelve a la vida

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 17/06/2015
La Atalaya del Vigía

La edición completa, a color y en su formato original, de La Tumba de Drácula dentro de la línea Marvel Limited Edition permite a los lectores reencontrarse con una de las cabeceras más emblemáticas de la Marvel de los años setenta.

Tras el asentamiento de lo que actualmente conocemos como el universo Marvel en la década anterior, los años setenta supusieron una época de experimentación para la editorial. La relajación del Comics Code y los cambios sociales y culturales expandieron los géneros y temas de Marvel más allá del redil de los superhéroes. Las artes marciales (Shang Chi), la fantasía heroica (Conan), el blaxploitation (Luke Cage) y el terror empezaron a hacerse un hueco en la parrilla editorial. La Tumba de Drácula fue la serie bandera en este último apartado, recuperando a uno de los personajes más famosos del género cuyos derechos de autor habían expirado.


La serie se benefició notablemente de la elección de Gene Colan, veterano dibujante que encaró con gran entusiasmo el proyecto haciendo del mismo algo más que un mero encargo. Tomando como modelo al actor Jack Palance para diseñar al protagonista, desde el primer número Colan aportó un trazo de gran detalle, encuadres expresivos y un hábil dominio de luces y sombras. Una lección de narrativa gráfica cuyo nivel se mantuvo durante toda la serie, aportando la siniestra y peligrosa atmósfera exigida por el personaje de Bram Stoker.


El apartado argumental tuvo en cambio un inicio accidentando. Tras unos primeros números a cargo de Gerry Conway narrando el enfrentamiento entre un resucitado Drácula y su timorato descendiente Frank Drake, Archie Goodwin y Gardner Fox presentaron historias un tanto derivativas introduciendo a secundarios como Taj Nital y Rachel Van Helsing. Fue con la llegada de Marv Wolfman en el #7 cuando la serie comenzó a despegar gracias a un enfoque distinto. A diferencia de sus predecesores, que se habían limitado a usarle como antagonista, Wolfman convirtió en protagonista al propio Drácula, haciendo que Drake y el resto de cazadores de vampiros pasasen a ser sus comparsas.


La clave del éxito estaba en el interesante tratamiento otorgado al conde y que rompía con la imagen popularizada por el cine. Lejos del arquetipo de noble victoriano de Bela Lugosi y Christopher Lee y esquivando la visión torturada y romántica aportada posteriormente por John Badham o Francis Ford Coppola, el Drácula de Wolfman era un señor feudal curtido en la guerra, de carácter altivo y cruel pero con un gran orgullo y sentido del honor. Algo que en ocasiones le impedía ejecutar a sus enemigos por considerarlos indignos. O le hacía enfrentarse a otros villanos por considerarlos miserables. Un ambiguo protagonista que robaba la atención del lector con mucha más facilidad que los héroes que le hacían frente, a pesar de que incluir creaciones tan interesantes como el anciano Quincy Harker –hijo de los protagonistas de la novela original-, el vampiro reformado Hannibal King y el carismático cazavampiros Blade, uno de los primeros personajes afroamericanos destacados del cómic mainstream.


Alternando relatos breves con tramas largas –la alianza de Drácula con la secta demoníaca de Anton Lupeski, la venganza de Blade y King contra el vampiro Deacon Frost, el matrimonio de Drácula con una humana y el hijo de ambos-, la serie gozó de gran independencia creativa. Pese a ello los autores lograron integrar de forma efectiva su labor en la continuidad editorial, elaborando cruces con el licántropo Jack Russell, Spiderman, Dr. Extraño y Silver Surfer sin comprometer el tono de la cabecera.


El éxito de la serie dio pie a varias cabeceras paralelas -Dracula Lives, Giant-Size Dracula- con la colaboración de autores como Roy Thomas, Steve Gerber, Neal Adams y John Buscema. Pero en 1979 la serie cerró tras setenta entregas, víctima del cambio en los gustos del público del género de terror. Aunque los personajes reaparecerían ocasionalmente tanto en cabeceras ajenas (X-Men, Dr. Extraño) como propias (Nightstalkers), con la excepción de Blade – y más por su versión cinematográfica que por su trayectoria editorial- ninguno ha vuelto a brillar tanto como en las páginas de la serie que les vio nacer. La actual edición de Panini y SD es la oportunidad perfecta para descubrir porqué.


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