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La Atalaya del Vigía Comic Digital

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Eden #6

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Guía para motoristas fantasmas

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 22/07/2015
La Atalaya del Vigía

La conclusión de El Piloto Fantasma añade una muesca más a la trayectoria de Ghost Rider, personaje cuya traducción al español no abarca correctamente todas las encarnaciones que ha tenido a lo largo de su larga e irregular trayectoria editorial.

Oficialmente Gary Friedrich, Roy Thomas y el dibujante Mike Plogg crearon al Motorista fantasma en 1972. En realidad Friedrich y Thomas estaban reciclando un personaje que ellos mismos habían desarrollado solo unos años antes. El Ghost Rider original –rebautizado posteriormente como Phantom Rider- era un justiciero vestido con traje, mascara y capa de blanco espectral que vagabundeaba por el salvaje Oeste impartiendo justicia. Un personaje que, pese a ser desplazado por su nueva versión, seguiría manteniendo su hueco en el universo Marvel en forma de un linaje de descendientes.


Aprovechando el resurgir del género del terror en las viñetas Friedrich y Thomas tomaron el nombre, el concepto de montura y el ambiente sobrenatural que solía rodear sus historias para crear algo completamente distinto. Primero en las páginas de Marvel Spotlight y luego en su propia serie, ambos guionistas contaron la historia de Johnny Blaze, un motorista acrobático que vende su alma al demonio Mefisto para salvar la vida de su padrastro. Pero el trato se tuerce y su alma queda ligada a un ente sobrenatural llamado Zarathos, convirtiéndose cada noche en el Motorista Fantasma, un demonio de cráneo llameante a lomos de una moto flamígera. Este héroe a su pesar, con sus dos personalidades constantemente en lucha por el control, vagaría por las carreteras de los EE.UU. cruzándose con delincuentes (Zodiaco, el Circo del Crimen), seres sobrenaturales (El Orbe, Centurius) y héroes (Dr. Extraño, Daredevil, Vengadores) de la mano de guionistas como Jim Shooter, Michael Fleisher y J.M. DeMatteis. Su historia pareció llegar a una conclusión en Ghost Rider #81, con Blaze liberándose de la maldición e iniciando una nueva vida con su novia Roxanne.


En 1990 Howard Mackie y los dibujantes Javier Saltares y Mark Texeira relanzaron al personaje, creando una (otra) nueva versión. Esta vez de ambiente urbano y con nuevas habilidades sobrenaturales. El nuevo motorista era un adolescente llamado Daniel Ketch que, tras encontrar una misteriosa moto, se convertía en el espíritu de la venganza. Pero... ¿Era el mismo demonio? Durante mucho tiempo la serie jugó con la verdadera identidad del protagonista, recuperando incluso a Johnny Blaze a modo de mentor del joven Ketch –más tarde se revelaría que ambos eran hermanos-. Esta nueva encarnación gozó de tanta popularidad en su momento que propició la aparición de una línea editorial –Los Hijos de la Medianoche- que recuperaba a personajes de corte sobrenatural como Blade y Morbius. Incluso llegó a generar un tercer motorista infernal llamado Venganza, versión aun más oscura y extrema del personaje que llegó a asumir el protagonismo durante varios números. Pero la fiebre especuladora del cómic de los 90 acabó desinflando el globo. El Motorista sobrevivió a los hijos de la medianoche pero, pese al buen hacer de Ron Garney y Salvador Larroca en los lápices, la colección daba muestras de agotamiento. Hubo un intento de relanzamiento a manos del guionista Ivan Vélez Jr, pero ni un rediseño gráfico ni el intento de recuperar el tono terrorífico de la primera versión impidieron que esta segunda cabecera fuese cancelada a finales de década.


El siglo XXI Marvel recuperó a Johnny Blaze en varias miniseries para el sello Marvel Knights. Una de ellas, firmada por Garth Ennis, devolvió al personaje al candelero convirtiéndole en un peón en la guerra ancestral entre cielo e infierno con resultados tan brutales como irreverentes.


Un atractivo escenario aprovechado en una posterior serie regular escrita por Daniel Way primero y Jason Aaron después, donde una sorprendente revelación sobre el protagonista le lanza a un enfrentamiento con el ángel renegado Zadquiel y sus planes para controlar la creación. Una premisa que reunió a Blaze con viejos enemigos (el Orbe, Apagón) y aliados (Daimon Hellstrom, su hermano Danny), combinando la acción sobrenatural con una considerable carga de humor negro que habría merecido continuidad mas allá de sus apenas cuarenta números.


Desde entonces el personaje parece atrapado en una encrucijada sin salida: mientras Blaze reducido a apariciones puntuales en crossovers y series grupales, la editorial se empeña en crear nuevas encarnaciones que -pese a sus virtudes- no acaban de despegar. Una disyuntiva a resolver en Ghost Racers, miniserie del evento Secret Wars que reúne a los cinco personajes que han portado dicho nombre para librar una competición por la supervivencia. Algo que parece una metáfora de la trayectoria de un(os) personaje(s) llena de altibajos e interés a partes iguales.


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