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V de Vendetta: El rostro de la revolución

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 11/08/2016
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Convertida en un fenómeno sociológico gracias a la adopción de la estética de su protagonista por parte del colectivo antisistema Anonymous, V de Vendetta ha rebasado las fronteras del medio del cómic para convertirse en un icono de la lucha contra la opresión del poder político. Sin embargo ese mismo estatus parece haber relegado a un segundo plano la obra original de Alan Moore y David Lloyd que dio origen al fenómeno.


V de Vendetta inició su publicación en 1982 en las páginas de Warrior, revista de cómics antológica en blanco y negro donde Moore también publicó Miracleman. Referencias literarias –Alexandre Dumas, George Orwell, Ray Bradbury- , audiovisuales -El prisionero (1967), El Abominable Dr. Phibes (1971)- y de cómic –Batman, Juez Dredd, La Sombra- reconocidas por Moore aparte, la serie nace como una reacción del guionista a la tensa situación política de Gran Bretaña a principios de los ochenta bajo las duras y restrictiva políticas gubernamentales del Partido conservador liderado por Margaret Thatcher.


Utilizando el potencial crítico de la ciencia ficción futurista para ejercer como espejo deformante de la realidad presente, Moore imaginó un distópico año 1997 donde Europa ha sido arrasada por un conflicto nuclear. Inglaterra ha sobrevivido al mismo pero la inestabilidad subsiguiente ha provocado que caiga en las garras de Fuego Nórdico, un partido fascista que ha establecido una férrea dictadura totalitaria basada en la restricción de las libertades individuales y la erradicación de todos los elementos política y socialmente “indeseables” (izquierdistas, judíos, musulmanes, homosexuales, etc). En esa tesitura hace su aparición V, un misterioso enmascarado ataviado como Guy Fawkes –el revolucionario que intentó volar el parlamento británico en el siglo XVII- dispuesto a desafiar el sistema. A través de los ojos de Evey Hammond, una joven adolescente de las calles que deviene progresivamente en aliada, prisionera y aprendiz del protagonista, Moore orquesta una trama en tres actos que se inicia como una venganza personal del misterioso enmascarado contra varios altos cargos del gobierno. Sin embargo eso es solo el preámbulo de una revolución que, haciendo suyos los ideales anarquistas, busca derribar la tiranía del gobierno apelando a la conciencia del individuo a nivel colectivo.


Combinando con maestría crítica política, relato de acción y suspense y el misterio sobre la verdadera identidad del protagonista, Moore escribió los que posiblemente sean sus guiones más políticamente comprometidos, emocionalmente apasionados y narrativamente efectivos. Leídos tres décadas después, momentos como el monólogo de V ante la estatua de la justicia, su discurso televisado a la humanidad, la narración del origen del protagonista en un campo de concentración o toda la parte central dedicada al encarcelamiento y “reeducación” de Evey resultan tan impactantes, fascinantes, brutales y emotivos como lo eran en el momento de su publicación.


Aparentemente mucho más convencional narrativamente que otras de sus obras más conocidas, Moore demuestra aquí su habilidad para experimentar con los recursos expresivos del medio mediante detalles como su inteligente uso del flashback como mecanismo expresivo, alternar diversos puntos de vista para narrar la trama según las necesidades de cada episodio –V, Evey, el inspector Eric Finch, el líder fascista Adam Susan- o dando pie a la experimentación estética en secuencias como el paseo de los protagonistas por la escalera de la guarida del protagonista o el número musical que abre el segundo acto, mostrado en páginas de formato horizontal con diálogos reproducidos en un pentagrama que recorre todas las viñetas. En tan sofisticada ejecución no hay que subestimar la aportación gráfica de David Lloyd, cuyo trazo realista y lleno de claroscuros refleja a la perfección la atmosfera decadente y opresiva latente en el guión.


Interrumpida de forma abrupta debido a la cancelación de Warrior en 1985, el éxito de Watchmen permitió a Moore retomar V de Vendetta tres años más tarde para DC. La editorial norteamericana reeditaría y finalizaría la obra en forma de miniserie de diez entregas publicada a todo color –si bien los sombreados y tonos ocres obra del propio Lloyd mantienen intacta la áspera y desoladora estética del blanco y negro original- que supuso el último trabajo de Moore para la editorial y un punto y aparte en su trayectoria profesional como autor mainstream.

La extensión de esta Atalaya se queda corta para glosar las virtudes, significados, interpretaciones, adaptaciones a otros medios (música, teatro, cine) e impacto cultural de una obra a la que, por una vez, el gratuitamente abusado apelativo de “maestra” hace justicia a su verdadero significado. Una que lleva al cómic a un nuevo nivel de excelencia como medio narrativo, destruyendo la etiqueta de “menor” con la que aun hoy algunos juzgan el medio demostrado su ignorancia sobre el mismo. La cuidada reedición que llega a las librerías este mismo mes de manos de ECC debería servir para, en sintonía con la propia obra, abrir su mente y hacerles tomar conciencia propia más allá de los dictados impuestos por la mayoría.


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