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Los Archivos de la Libertad: Un regreso a las raíces de la JSA

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 21/04/2018

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Una de las virtudes del sello Elseworlds de DC es la cantidad de posibilidades que se abren al transportar a sus personajes más tradicionales a otros escenarios. Épocas, lugares y géneros ajenos abren así interesantes senderos narrativos impensables de aplicar a la versión “oficial” del protagonista de turno. Sin embargo, en el caso de la trilogía de miniseries publicadas bajo el título Los Archivos de la Libertad, sucede que los personajes elegidos –La Sociedad de la Justicia- son devueltos al terreno que precisamente les dio su origen décadas atrás en una historia que lleva un paso más allá en su literalidad el concepto subyacente del cómic de superhéroes de la llamada Edad de Oro.


Primera agrupación de superhéroes de la historia del cómic, desde su aparición en 1941 la JSA ha quedado ligada de manera indivisible al estallido de la IIª Guerra Mundial. Tanto el tono claramente propagandístico de aquellas primeras aventuras donde era frecuente verles enfrentándose a las fuerzas de Eje, saboteadores y quintacolumnistas como sus mucho más recientes encarnaciones con habituales lazos con dicho pasado retrotraen a los argumentos y estética del histórico conflicto. Por tanto uno siente que la decisión de Tony Harris de utilizar a sus personajes para realizar una historia de espionaje ambientada en pleno conflicto no solo no es sorprendente, sino que se antoja de lo más lógico y natural.


Recién salido de su colaboración con James Robinson en Starman y seguramente influenciado por la labor de reconstrucción de la JSA iniciada por el guionista británico, Harris –también firmante del guión junto a Dan Jolley- presentaría en el 2000 la miniserie JSA: Los Archivos de Libertad, historia que convierte a Batman, Hourman y el Doctor Medianoche –aquí llamados el Murciélago, el Reloj y el Búho respectivamente- en un trío de agentes secretos conocidos como los Tres Impíos (sic) que en 1942 reciben la misión de obtener información confidencial sobre un superhumano que los nazis pretenden convertir en el arma secreta que pondrá fin a la contienda. Con la ayuda de Mr. Terrific, los Tres Impíos viajan a Egipto, Suiza y Alemania en una exótica historia de intriga y traiciones por las que desfilan versiones convenientemente modificadas de personajes como el Joker, el Espantapájaros, Canario negro y el Detective Marciano.


Pese a tratarse de un guionista teóricamente principiante, Harris y Jolley realizan un sólido trabajo que mantiene un buen equilibrio entre la acción y el suspense, reservándose unos par de giros sorpresa que sacan partido las ideas preconcebidas del lector respeto a los personajes para pillarle desprevenido. Las posibles fallas en la trama quedan asimismo disimuladas por la labor gráfica de Harris, cuyas preciosistas composiciones de página y su acertada recreación de la estética de los años 40 se benefician asimismo de un mayor dinamismo narrativo, así como de un cuidado uso del color a la hora de potenciar la atmosfera concreta que requiera cada secuencia.

El buen sabor de boca de la primera miniserie animaría al dúo Harris/Jolley a desarrollar en 2003 una secuela titulada apropiadamente Los Tres Impíos, esta vez ambientada en 1948 y con la Guerra fría contra la URSS como escenario en la que el gobierno vuelve a requerir los servicios de los protagonistas para impedir que los soviéticos se hagan con un dispositivo nuclear. Una misión en la que son acompañados por un nuevo agente apodado Superman y por la desfilan las versiones clásicas de Sandman, Flash, Linterna Verde y el Átomo entre otros. Una historia que de nuevo se reserva varios giros inesperados –especialmente el que atañe al nuevo miembro del grupo protagonista- y que mejora los hallazgos de la miniserie original, complementándose tan bien con aquella que cuesta pensar que no fuese concebida al mismo tiempo.


Una década después Harris, ahora acompañado por el guionista B. Clay Moore, volvería a este peculiar universo alternativo con la miniserie El Cráneo Sibilante, protagonizada por William Masey y Nigel Singleton, pareja de luchadores contra el crimen conocidos como Cráneo Sibilante y Nudillos que trabajan para una misteriosa agencia conocida como Esqueleto (sic) encargados de viajar a un remoto lugar de Europa para resolver un misterioso asunto de tintes sobrenaturales. Inicialmente concebida como un proyecto de creación propia que iba a ser publicado por Wildstorm, Harris decidió reconvertirlo en una suerte de precuela de la saga Los Archivos de la Libertad, añadiendo a las andanzas de estos dos nuevos héroes una subtrama sobre la creación de los Tres Impíos. Un parche creativo añadido a posteriori pero que se ajusta como un guante a lo narrado en las dos miniseries previas.

Por desgracia, y pese a declarar tener en mente planes para nuevas miniseries ambientadas en dicho subuniverso, ni autor ni editorial han vuelto al mismo. Nos quedan no obstante tres historias, recientemente recopiladas en dos tomos por ECC Ediciones, ideales para los amantes de la aventura y suspense con un toque de fantasía pulp que suponen un sentido homenaje a las raíces del cómic de superhéroes y sus virtudes.


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