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Red Sonja: El regreso de la Diablesa Roja

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 27/05/2018
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Planeta Cómics sorprende este mes a sus lectores con el regreso de Red Sonja. Y lo hace por partida doble con la publicación de su nueva serie regular, a cargo de Amy Chu y Carlos Gómez, y La Balada de la Diosa Roja, historia exclusiva para el mercado español obra de Roy Thomas y Esteban Maroto, veteranos íntimamente ligados al origen de espadachina pelirroja. Coinciden así presente y pasado de un personaje afianzado en el imaginario colectivo de una manera que pocas heroínas fantásticas pueden presumir y con una personalidad mucho más compleja de lo que pueda parecer.

No es fácil resumir el origen de Red Sonja pues su paternidad creativa proviene de múltiples fuentes, cada una de las cuales aportó diferentes aspectos definitorios del personaje. Su primera aparición tuvo lugar en Conan the Barbarian #23, culmen de la exitosa primera etapa en viñetas del bárbaro literario creado por Robert E. Howard a cargo del ya mentado Roy Thomas y Barry Windsor-Smith. Para crear a Sonja, Thomas se inspiró en Sonya de Rogatino, heroína literaria también creada por Robert E.Howard para su relato La Sombra del Buitre –si bien algunas fuentes apuntan a Ágnes de Chastillon, otra heroína howardiana-, alterando convenientemente su contexto histórico para que heroína eslava del siglo XVI se transformase en una habitante de la fantástica era hiboria procedente de la lejana Hykania.


Ya en aquella primera aparición, Sonja, luciendo una cota de mallas y un cabello rojizo como elementos visuales distintivos, mostraba un carácter indómito e independiente que dejaba sorprendidos tanto a los lectores como al propio protagonista. El interés por el personaje fue evidente y, acompañado por John Buscema, Thomas la convertiría en secundario recurrente de la colección. Sin embargo, fue una serie de historias cortas para antologías como Marvel Feature y Kull and the Barbarians donde, junto a un primerizo Howard Chaykin, el guionista perfiló al personaje y le dio un origen. Allí se describía como una adolescente Sonja había sido testigo del asesinato de su familia a manos de un grupo de mercenarios que posteriormente la habían violado. Sedienta de venganza, la protagonista tenía una visión de la diosa Scatchnach –personaje inspirado en la mitología irlandesa-, que le garantiza habilidades como guerrera invencible a condición de no yacer con ningún hombre salvo que este la derrotase en combate.


Al mismo tiempo, Esteban Maroto rediseñó visualmente al personaje dándole un aspecto más sugerente y trasformando la discreta cota de mallas de Smith en un sugerente bikini metálico que mostraba más que protegía. Se creaba así una curiosa dualidad en un personaje cuya estética jugaba la carta del erotismo mientras su personalidad hacía gala de un fuerte carácter feminista, acorde a los nuevos impulsos que la liberación de la mujer estaba adquiriendo en la época. Una contradictoria pero exitosa combinación que atrajo el interés tanto de lectores como de lectoras y que no pasó desapercibida para Marvel.


En 1977 la guerrera hyrkania obtenía serie propia escrita por Thomas y dibujada por Frank Thorne, quien asentaría el aspecto gráfico definitivo del personaje potenciando tanto su fuerte carácter como su atractivo físico. La serie apenas alcanzó quince números –todo un hito para un personaje femenino de la época- pero Sonja ya se había instalado en el imaginario popular. Lo suficiente como para protagonizar una aventura –viaje en el tiempo mediante- con Spiderman y dar el salto a otros medios, protagonizando varias novelas escritas por Richard Tierney e incluso El Guerrero Rojo, (1985), decepcionante adaptación cinematográfica encabezada por Brigitte Nielsen que no obstante permitió a Sonja obtener de nuevo una cabecera propia. En esa segunda serie, donde lucía un nuevo look mas recatado y funcional, por primera vez el personaje cayó en manos de autoras femeninas como Louise Simonson y Mary Wilshire que, pese a su intento de dar mayor empaque psicológico a la protagonista, no pudieron impedir una nueva cancelación tras apenas trece números.


Pese a su condición de icono, durante las siguientes décadas Sonja tendría que contentarse principalmente con sus ocasionales apariciones en las series de Conan. Sin embargo en 2005, a rebufo del éxito cosechado por la nueva versión en cómic del bárbaro, Dynamite Entertainment adquirió los derechos del personaje –pese a ser creado por Marvel una serie de circunstancias legales hacen que dichos derechos sean independientes tanto de Marvel como del resto de creaciones de Howard- para editar una nueva serie. Recuperando el ya emblemático bikini metálico y a viejos personajes de la etapa Marvel como los hechiceros Kulan Gath y Thulsa Doom –pero eliminando toda mención a Conan debido a imperativos legales-, autores como Michael Avon Oeming, Mel Rubi, Brian Reed, Luke Lieberman y Eric Trautmann convirtieron la nueva cabecera en uno de los mayores éxitos de la editorial. Tanto que comenzaron a publicarse en paralelo numerosas miniseries, especiales –con la participación de autores como Peter David, Frank Cho y el mismísimo Roy Thomas-, crossovers con personajes de otras editoriales –incluido un nuevo encuentro con Conan- así como Queen Sonja, segunda serie regular que relataba las futuras aventuras de la guerrera hykania como monarca del reino de Sogaria.


Con sus altibajos e inesperados giros argumentales (en el #34 Sonja fallecía y era sustituida por una suerte de reencarnación), el personaje gozó durante los ocho siguientes años de una envidiable salud editorial. La serie ofrecía un competente nivel de guión y dibujo pero principalmente se contentaba con relatar aventuras cargadas de acción que pasaban de puntillas por las posibilidades dramáticas del personaje. Quizá conscientes de ello, los editores de Dynamite dieron un nuevo giro al personaje en 2014, reiniciando desde cero su continuidad para darle un nuevo origen que eliminaba los elementos sobrenaturales del mismo y otorgarle una personalidad más liberada y sexualmente activa. Curiosamente (o no) dicho cambio llegó de manos de autoras como Gail Simone, Margueritte Bennett y la citada Amy Chu, adaptando al personaje a la mentalidad de los nuevos tiempos y reivindicando así la relevancia presente de un personaje fascinante, objeto continuo de debate entre su condición de icono erótico y símbolo feminista, que ha sabido subvertir como pocos los tópicos sobre la sexualidad en el género. Muchas veces imitada –la Ghitta de Alizarr del propio Thorne, Lady Death, la televisiva Xena, la Red Monika de Battlechasers) pero nunca superada, ninguna copia ha sido capaz de eclipsar a la original. Las dos obras recién publicadas por Planeta son muestra de ello.


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