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Stan Lee: El adiós de una leyenda

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 13/11/2018
La Atalaya del Vigía

El pasado lunes 12 de Noviembre se publicaba la noticia del fallecimiento de Stan Lee. Una noticia que no por esperada (a su avanzada edad hay que añadir que en los últimos meses las informaciones sobre su salud y su vida privada, no eran precisamente halagüeñas) resulta menos impactante para varias generaciones que conocieron su rostro y su nombre y disfrutaron directa o indirectamente de su labor como guionista y editor de Marvel, compañía de la que formó parte desde sus mismos orígenes, que redefinió dándole su estatus actual y a la que seguiría asociado hasta el mismo momento de su fallecimiento a los 95 años. Una leyenda no exenta de sombras pero cuyas luces superan con creces las de muchos de sus contemporáneos.

Stanley Martin Lieber nació en 1922 en Nueva York. Lector inquieto y voraz desde su más tierna edad, su entrada en el mundo de los cómics tuvo lugar cuando con apenas diecisiete años consiguió un trabajo como asistente en la recién creada división de cómics de Timely, editorial de revistas pulp dirigida por su tío Martin Goodman. Tras un par de años ejerciendo como corrector gráfico, en 1941 tuvo su primera oportunidad de escribir un guión cuando el editor y guionista Joe Simon le encargó que se ocupase de Captain America #3. Un trabajo que firmaría con el seudónimo de Stan Lee (que años después cambiaría legalmente por su nombre real) y que le uniría profesionalmente por primera vez con el dibujante Jack Kirby, creando poco después a su primer personaje: el Destructor (Mystic Comics #6). La desenvoltura profesional del joven llevó a que, con apenas veinte años, Goodman le nombrase editor jefe tras la marcha de Simon y Kirby por disputas editoriales. Un trabajo que requería asimismo escribir personalmente a la mayoría de personajes de la compañía como Namor, La Antorcha Humana y el Capitán América.


Tras un paréntesis forzado por su llamada a filas durante la IIª Guerra Mundial, en 1945 retornó a Timely como coordinador, ocupándose de la faceta empresarial y logrando no solo que la empresa superase el declive del cómic de superhéroes, sino también que se convirtiese en una de las principales del panorama estadounidense. En 1951 Timely fue rebautizada como Atlas y Lee retornó a los guiones, escribiendo historias de géneros tan dispares como western, terror, ciencia ficción, romance e historias bélicas. La crisis del mercado del cómic a finales de la década llegó a convertirle en el único guionista de la editorial, momento que le hizo incluso plantearse abandonar el medio.


Sin embargo, en 1961 consiguió darle la vuelta a la tortilla cuando, a raíz del éxito de DC Comics relanzando la Liga de la Justicia, decidió recuperar los cómics de superhéroes. Tras rebautizar la editorial como Marvel para subrayar el cambio editorial, Lee abordó el género con un enfoque que acabaría cambiando este para siempre: sus protagonistas tenían poderes sobrehumanos y vivían aventuras fantásticas pero, al mismo tiempo, tenían motivaciones y problemas muy reales perfectamente identificables con los de los lectores, especialmente los adolescentes que constituían el público masivo de los cómics. Con esa perspectiva Lee volvió a aliarse con dibujantes con los que había trabajado durante la etapa de Atlas como Steve Ditko, John Romita, John Buscema, Bill Everett o el citado Kirby y mano a mano con el talento gráfico de los mismos fue dando origen en rápida sucesión a personajes como Los 4 Fantásticos, Hulk, Spiderman, Iron Man, Thor, Dr. Extraño, Daredevil, X-Men y Los Vengadores entre otros.


Una exitosa labor que, sin embargo, le exigía un ritmo de trabajo imposible. Para paliarlo Lee desarrollo un método de escritura (conocido como Método Marvel) consistente en elaborar detalladas sinopsis a partir de las que cada dibujante realizaba su trabajo y, con las páginas ya dibujadas, Lee añadía los diálogos. Una mecánica de trabajo que dejaba una enorme libertad a sus colaboradores gráficos para incluir sus propias aportaciones creativas. Algo que garantizaba una producción más rápida y continuada pero que también daría pie a numerosas discusiones sobre la verdadera paternidad de ciertas historias y personajes así como a episodios relacionados con derechos de autor que provocarían más de una fisura con los artistas e incluso pleitos legales en los años y décadas posteriores. Episodios como sus legendarias peleas con Ditko o su tirante relación con Kirby son los ejemplos más conocidos en los que Lee, hombre de empresa como era, tuvo que tomar más de una decisión polémica ajena a sus propios sentimientos.



Además de su seminal labor como guionista y editor, Lee también fue pionero en aspectos entonces inéditos como fomentar el contacto directo con los lectores mediante artículos publicados en una columna llamada Bulpen Bulletins donde narraba los quehaceres de la editorial y sus futuros proyectos y en la que acuñó su popular expresión Excelsior. Lee también fue responsable de acreditar en cada historia a todo el equipo de la misma (y no solo a guionistas y dibujantes como era habitual) así como de propagar la lectura de cómics mediante iniciativas como eventos públicos y apariciones en otros medios. Estrategias publicitarias que hoy suponen el día a día de una editorial pero que él fue el primero en poner en práctica.


Asimismo su empeño en realizar historias con un pie en la realidad le llevaría a ser el responsable de romper las hasta entonces inflexibles normas del Comics Code con una historia sobre Spiderman donde se abordaba el consumo de drogas por parte de la juventud. Considerando que el valor didáctico de la misma estaba por encima de reglamentaciones morales desfasadas, Lee publicó en Amazing Spiderman #96 el primer cómic sin el dichoso sello, abriendo la puerta a una mayor madurez y libertad creativa dentro del medio que no tardaría en dar sus buenos frutos.


Llegada la década de los setenta la labor de Lee como guionista se fue reduciendo cada vez más a favor de sus cargos editoriales, ocupando la mayor parte de su labor la relación de la editorial con medios como el cine y la televisión. Aún así siguió produciendo de forma esporádica guiones, destacando especialmente sus proyectos especiales sobre el personaje de Estela Plateada acompañado por dibujantes del calibre de Kirby (el especial Silver Surfer: The Cosmic Experience supuso su último trabajo conjunto), Buscema (El Día del Juicio) y el francés Moebius (Parábola). Para entonces su nombre -el logotipo de Stan Lee Presenta ya era habitual en la cabecera de los cómics de la editorial- y su rostro ya se habían convertido en sinónimo de Marvel, con su propia persona devenida en una suerte de icono pop instalado en el imaginario popular, siendo presencia habitual dentro de los cómics a modo de recurso metalingüístico y con sus divertidos cameos convertidos en una constante en las adaptaciones cinematográficas y televisivas de la editorial.



Podríamos hablar de su tardía colaboración con DC Comics (el fugaz sello Just Imagine Stan Lee creating… donde mostraba su peculiar visión de los personajes de la competencia), de su labor benéfica y sus iniciativas para fomentar la lectura y la formación de nuevos guionistas y dibujantes, de sus no siempre afortunadas aventuras empresariales ajenas a Marvel o del no siempre benévolo retrato que varios de sus colaboradores y subordinados hacían de su labor. Pero todo ello excede los límites de esta sección. Así que cerraremos esta humilde semblanza lamentando la pérdida de un hombre sin cuya labor la cultura popular occidental de las últimas décadas habría sido muy diferente y mucho más aburrida. Algo que no puede decirse de muchas personas. En realidad, solo puede decirse de muy pocas. Por ello terminaremos sustituyendo el habitual Descanse en paz por el más apropiado ¡¡¡EXCELSIOR!!!

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