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Corum: El regreso del príncipe de la túnica escarlata

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 13/04/2019
La Atalaya del Vigía

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Dentro del género de la literatura fantástica el nombre de Michael Moorcock ocupa un lugar muy especial. Precursor de muchos de los actuales grandes nombres del género, entre las décadas de los sesenta y setenta el escritor británico revitalizó y expandió el género de la fantasía heroica con una serie de sagas literarias protagonizadas por personajes como Elric de Melniboné, Dorian Hawkmoon o Corum, el príncipe de la túnica escarlata. Precisamente estos tres personajes fueron los elegidos a mediados de los ochenta por la editorial First Comics para su adaptación en viñetas, que en su momento llegaron a ser publicadas en España por la desaparecida Tebeos S.A. Títulos descatalogados, convertidos en objeto de culto para lectores veteranos y de los que Crónicas de Corum acaba de ser recuperado por Yermo Ediciones.


Protagonista de un total de seis novelas publicadas entre 1971 y 1974, divididas a su vez en dos sagas –la Trilogía de las Espadas y la Trilogía de la Mano de Plata- e integradas dentro de una elaborada mitología que engloba las distintas obras del autor en un multiverso donde todos los protagonistas son diferentes facetas de un mismo personaje conocido como El Campeón Eterno, Las Crónicas de Corum cuenta las aventuras de Corum Jhaelen Irsei, príncipe heredero de una raza ancestral conocida como los vadhagh (o elfos). Debido a una guerra ancestral con una joven y cruel raza conocida como los mabden (o humanos), los vadhagh han sido exterminados, siendo un torturado y mutilado Corum el único superviviente. Con la ayuda de la noble mabden Rhalina, un Corum tuerto y manco comienza a planear su venganza contra los responsables de la muerte de los suyos, liderados por el brutal caudillo Glandyth-a-Krae, sin saber que sus desgracias no son más que el efecto colateral de una guerra de dimensiones cósmicas entre los dioses del orden y el caos.


De manera progresiva lo que se inicia como una sencilla historia de venganza con elementos de fantasía deviene en un alucinante viaje por diferentes dimensiones donde la imaginación de Moorcock para conjurar mundos y elementos fantásticos carece de límites, llegando incluso a niveles metafísicos. La búsqueda de reliquias como el Ojo de Kwll y la Mano de Rhynn (que sirven tanto de prótesis del impedido protagonista como de llaves a otros mundos), su encuentro con seres divinos como Arioch y Xiombarg o sus viajes a lugares místicos en diferentes planos como la Isla de Shool y la legendaria ciudad de Talenorn en compañía de Rhalina y el trotamundos interdimensional Jhary-a-Conel rompen con los tópicos más sobados del género para añadir nuevas dimensiones (nunca mejor dicho) al mismo.


Un material tan estimulante como complicado a la hora de ser traducido visualmente que los editores de First tuvieron la fortuna de encargar a Mike Baron. Guionista todoterreno conocido tanto por sus series originales de ciencia ficción (Nexus, Badger) como por sus trabajos para Marvel (The Punisher) y DC (Flash, Deadman), la adaptación de Baron condensa la desbordante prosa de Moorcock manteniendo un complicado equilibrio entre el desarrollo de los personajes –la sed de venganza del protagonista; sus sentimientos hacia Rhalina; las complicadas intrigas divinas y humanas en las que se ve envuelto- y su, en ocasiones, delirante descripción de los diferentes mundos de fantasía que atraviesan. Todo con una economía narrativa –a razón de cuatro cómics por novela- que nunca da la sensación de resumen apresurado y/o incompleto respecto a la obra original.


Pero lo más llamativo de cara al lector que desconozca la fuente literaria sin duda será el apartado gráfico de la serie, por el que desfilan varios dibujantes de renombre que daban en este título sus primeros pasos como profesionales. Nada menos que Mike Mignola fue el responsable de los seis primeros números, asentando aquí el estilo barroco y atmosférico que caracterizaría sus mucho más conocidas obras posteriores. Mignola sería sustituido a renglón seguido por el siempre interesante Butch Guice (acreditado entonces como Jackson Guice) mientras que los últimos números –que Baron escribe junto a Mark Shainblum- fueron ilustrados por el algo anodino Ken Hooper ayudado en las tintas por el mucho más personal Kelly Jones, contando además con la colaboración de P. Craig Russell repartiéndose las portadas junto a Mignola.


Tras doce números que cubrían los tres primeros libros, First publicó una nueva serie adaptando el segundo ciclo del personaje, esta vez con Shainblum firmando los guiones en solitario y una casi debutante Jill Thompson ocupándose del dibujo. Ambientada décadas después de la trilogía original, un Corum cuya longeva naturaleza vadhagh le ha hecho sobrevivir a Rhalina se embarca en una nueva aventura que le llevará a un mundo futuro para ayudar a los descendientes de su amada a enfrentarse a una nueva amenaza. Una historia para la que Moorcock se inspiraría en la mitología celta y en cuya adaptación gráfica destaca el estilo que Thompson desarrollaría posteriormente en series como The Sandman.


Por desgracia el cierre de First redujo este segundo volumen a solo cuatro números que adaptaban la primera novela (El Toro y la Lanza) dejando las dos restantes sin su versión en viñetas. Asimismo, y a diferencia de otras creaciones de Moorcock como Elric, esa cancelación también supuso el final de la presencia de su protagonista en el mundo del cómic. La recuperación de esta obra por parte de Yermo Ediciones es motivo de múltiple celebración no solo por recuperar un más que notable cómic de fantasía, sino también por hacer lo propio con el nombre de Moorcock –cuya obra está ampliamente descatalogada en el actual panorama literario español- y redescubrir a los lectores los mas que estimables inicios de varios de los dibujantes más interesantes del panorama USA.


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