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"'¿Te acostaste con Emma cuando estábais en Hong Kong?' 'No. No lo hice. Me mantuvo despierto toda la noche'" Jean Grey / Scott Summers, X-Men vol. 2 #77
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X-Men: Evolución de una saga cinematográfica (III)

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 08/06/2019

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Con el estreno de X-Men: Fénix Oscura (2019) se cierra no solo una etapa dentro de la saga cinematográfica mutante. También la franquicia que dos décadas atrás dio inicio al imparable boom del cine de superhéroes y a toda una nueva manera de ver y hacer el cine blockbuster venido de Hollywood. Un momento perfecto para retomar el repaso a su evolución allí donde lo habíamos dejado y examinar el tercer y último tramo de los X-Men en la gran pantalla.

Tras la desigual acogida de X-Men: Apocalipsis (2016) 20th Century Fox se encontraba en una encrucijada. Con el universo cinematográfico Marvel de Disney desplegando su supremacía en taquilla y Warner haciendo ruido para que la DC cinematográfica lograse encontrar su sitio la Fox, azuzada además por el fracaso de su reciente versión de Los 4 Fantásticos (2015), se veía obligada a relanzar de nuevo una franquicia cuyo último capítulo mostraba signos de agotamiento.


La solución llegó inesperadamente mediante un proyecto que llevaba años muerto y enterrado y en el que solo su protagonista, un Ryan Reynolds gafado en lo que a adaptaciones de cómics se refiere, parecía creer con una fe ciega. Contando con un realizador debutante proveniente del mundo de los efectos especiales, un presupuesto relativamente reducido como condición para obtener una calificación R y una inteligente campaña publicitaria en la que el propio Reynolds se volcó de lleno, Deadpool (2016) superó todas las expectativas convirtiéndose no solo en el film más taquillero de la franquicia mutante, sino también en la película R más taquillera de la historia. Conservando el peculiar humor negro violento, absurdo y metarreferencial característico del personaje en los cómics, Wade Wilson, A.K.A. Masacre, el mercenario bocazas se convirtió de la noche a la mañana en un icono cinematográfico. Un éxito que revalidaría dos años después con Deadpool 2 (2018) acompañado por un ajustado Josh Brolin como Cable.



En parte por el éxito de un film con las características de Deadpool y en parte por exigencia de un Hugh Jackman que deseaba despedirse definitivamente de su personaje fetiche por todo lo alto, el siguiente paso fue Logan (2017), historia de corte crepuscular con aires de western distópico donde un envejecido y cansado Lobezno se enfrentaba a su última aventura buscando la redención. Rodada por James Mangold con una mayor libertad creativa respecto a la anterior aventura en solitario del personaje, la película fue un éxito de crítica (nominación al Óscar al mejor guión incluida) y público saludado incluso por los detractores del cine de superhéroes.


Mientras Fox comenzaba a diseñar proyectos en las línea de los dos anteriores que incluían a personajes como Gambito, Jamie Madrox o X-Force, el productor y guionista Simon Kinberg –vinculado a la franquicia desde X-Men: La Decisión Final (2006)- decidió dar un paso adelante y prolongar el título principal dirigiendo una nueva adaptación de la Saga de Fénix Oscura. Una trama que el propio Kinberg ya había adaptado de forma muy libre en la citada La Decisión Final y que el reinicio de la cronología cinematográfica le permitía abordar desde otro enfoque y con un nuevo reparto. La película padeció numerosos problemas de producción (continuas reescrituras, rodajes adicionales, un año de retraso en la fecha de estreno) derivados tanto de la bisoñez del director debutante ante una producción de tal envergadura como de cambios provocados por imperativos empresariales: en mitad de la producción Disney/Marvel compró todos los efectivos cinematográficos de Fox, incluidos los X-Men, con vistas a incluir a estos últimos en el UCM a medio-largo plazo. Un cambio de paradigma que obligó a Fénix Oscura, pensada como el inicio de una nueva etapa, a reconvertirse en el cierre de la franquicia.



Pese a todo lo anterior el resultado final resulta competente aún sin alcanzar la excelencia de entregas como X-Men 2 (2003) o X-Men: Primera Generación (2011). X-Men: Fénix Oscura (2019) vuelve a dejar en segundo plano el trasfondo de metáfora social que da empaque dramático a la saga. Y también desaprovecha el jugoso añadido del contexto histórico-político de diferentes épocas que venía caracterizando las últimas entregas –la película se ambienta en 1992, pero podría estarlo en la actualidad y no habría diferencia-. Sin embargo propone un interesante conflicto dramático centrado en la figura de una joven Jean Grey y la lucha interior que le supone no poder controlar sus cada vez más vastos y letales poderes tras su encontronazo con una entidad cósmica llamada Fénix. Ese trayecto del personaje lleno de miedo, engaños y traiciones (apoyado por una esforzada labor de Sophie Turner pese al escaso y genérico trasfondo que posee su versión del personaje) ofrece los mejores momentos del film junto a varias secuencias de acción que pese al continuo uso de CGI gozan de una agradecida planificación y puesta en escena más física y contundente.


Menos dispersa argumentalmente que su adaptación previa de la emblemática historia de Chris Claremont y John Byrne, la película de Kinberg adolece del parco cierre que da a varias tramas abiertas desde Primera Generación y reduce a la mayoría de personajes a meras piezas de relleno (Tormenta, Rondador Nocturno) mientras que otros (Mística, Mercurio) desaparecen de la misma sin apenas trascendencia. Mención especial para una desaprovechadísima Jessica Chastain como la misteriosa villana de la función que acaba revelándose como pura fachada construida a base de tópicos y vacío argumental. Solamente James McAvoy y Michael Fassbender, ya hechos a sus personajes de Xavier y Magneto, logran aportar cierta chispa más allá de lo funcional de su papel en la trama.


Aún dejando mejor sabor de boca que la ya citada Apocalipsis, Fénix Oscura se convierte en un soso colofón a la franquicia que inició la era moderna del cine de superhéroes. Una franquicia que a lo largo de doce films paso de tener una identidad característica definida a ceder ante las peores características del cine blockbuster genérico para inesperadamente remontar el vuelo mediante mutaciones (nunca mejor dicho) de su propia marca y acabar siendo adelantada por la derecha y absorbida por la competencia de su hermana más joven. A falta de ver esa suerte de coda involuntaria plagada de interminables cambios y retrasos llamada Los Nuevos Mutantes (2020) o lo que pueda dar de sí una futura nueva versión de los personajes instalada en el UCM, la saga cinematográfica de los X-Men alberga algunos de los títulos más inteligentes y decisivos del cine fantástico de los últimos años. Una legado que, incluso con su altibajos, todos aquellos aficionados al cómic de superhéroes debería saludar con reverencia.


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