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Heroes Reborn #3: Iron Man Comic Digital
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Heroes Reborn #3: Iron Man

Jim Lee reinventa los orígenes del Hombre de Hierro

Un artículo de Javier Jiménez Jiménez - Introducido el 08/08/2019

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Como comentábamos en nuestra reseña de Heroes Reborn #2: Los Vengadores, hubo un tiempo en que Marvel pasaba por una de sus peores crisis creativas y financieras y la sombra de la bancarrota amenazaba su vasto universo superheroico. Fue una época de inesperados experimentos, maniobras desesperadas y algunas de los más tristemente recordados títulos de la Casa de las Ideas. Por supuesto, todo esto tendríamos que contarlo con dibujos desproporcionados, dientes apretados y múltiples portadas alternativas de materiales brillantes desconocidos hasta ese momento por el hombre.

En este panorama nació la idea de entregar a los más populares personajes de la casa a dos de los artistas más revolucionarios del momento que, en una maniobra imprevista y sorpresiva, habían decidido crear su propia editorial para asegurarse la mayor tajada posible de los títulos millonarios nacidos de sus lápices. Para aquel que no leyera cómics en aquel momento, sus nombres eran Jim Lee y Rob Liefeld, también conocido como el imparable ROB!.


Una pátina de modernismo noventero para los clásicos viñetiles


Como todos sabemos, el experimento otorgó plenos poderes a los autores que recibieron cada uno dos de las más importantes franquicias marvelianas. Liefeld desplegó sus ”curiosas” ideas y personal estilo en Los Vengadores y Capitán América -siendo este último el epítome del cómic noventero en general y la filosofía liefeldera en particular y una obra a la que dedicaremos unas líneas dentro de poco- y Lee recibió los universos de Los 4 Fantásticos y de este Iron Man que nos ocupa.


Con un acercamiento mucho más clásico y académico a sus propuestas, Lee presentó la que puede considerarse más marveliana propuesta con sus 4 Fantásticos. Con un dibujo sobrio y espectacular, el autor consiguió las mejores críticas al conjunto gracias a su nueva mirada a la Primera Familia Marvel que, aunque incorporaba bastantes cambios a la mitología del grupo y los acercaba a las inquietudes reinantes en el sector en aquella época, denotaba enorme respeto y cariño por los personajes que trataba.

Sus conceptos más extraños e inesperados se guardarían para Iron Man y su particular versión de Tony Stark, transformado de nuevo en un egoísta e irritante millonario aficionado a la bebida y alejado de cualquier emoción humana cercana a la amabilidad o la filantropía.


¿Qué hacemos con Iron Man?


La colección estaría basada en conceptos de Lee pero contaría con guiones de Scott Lobdell en sus primeras entregas y el incombustible Jeph Loeb en su segunda mitad que, a pesar de su ilusión y empeño, entregarían un título mucho menos rompedor de lo que se esperaba de las propuestas enmarcadas dentro de esta maniobra editorial.

Whilce Portacio, compañero de estudio de Lee famoso por sus aportaciones a serie como El Castigador, Factor-X o la mismísima Patrulla-X, sería el encargado de ilustrar la colección con su personal estilo y predilección por las intrincadas maquinarias, anatomías colosales y recargadas splash pages. Sin embargo, el dibujante no pudo afrontar las temidas fechas de entrega y tendría que ser sustituido a partir de la novena entrega por artistas mucho menos capacitados como Ryan Benjamin, Terry Shoemaker o el infumable Robert Teranishi.


El Vengador Dorado contaría en su colección con secundarios de primer orden como los 4 Fantásticos, Betty Banner o HYDRA en una historia que tendría mucho que ver con ese misterio que había eliminado a los héroes del universo Marvel tradicional y que nos dejaría espectaculares escenas y un sinfín de armaduras. Lee nos ofrece en estas páginas también reinterpretaciones de los villanos clásicos como El Mandarín, el Láser Viviente o Torbellino y un nuevo origen de Hulk completamente vinculado en esta ocasión a uno de los experimentos de Tony Stark.

En resumen, un tomo a tener en cuenta que nos ofrece una mirada muy descriptiva a una época y una manera de hacer cómics muy diferente a la actual y que debe estar en cualquier biblioteca marveliana que se precie por su "valor histórico".


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