Jeremiah Integral Volumen 4

Punto y aparte para este clásico de la BD

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Cuando alguna de las editoriales patrias depende de cierto material para poder publicar este o aquel cómic se arriesga a “incidentes” como el que ha tenido lugar con este Jeremiah Integral Volumen 4. Nada serio, es lo normal cuando no existen materiales nada más que en Francia, Holanda o Alemania: toca esperar. En algunos casos como el que hoy nos ocupa, podemos llegar a desesperar ya que nos ha tocado mirar el reloj durante ocho largos años, pero parece que poco a poco estamos saliendo del agujero. Alegría contenida ya que en la actualidad la serie creada por Hermann Huppen cuenta con más de treinta álbumes publicados, una cifra que da un poco de vértigo si atendemos al actual ritmo de publicación.


Pero como también tenemos derecho a pasarlo bien, nos vamos a tomar un respiro con esta cuarta entrega de todo un clásico de la BD. Para el que aún no sepa muy bien de donde vienen las alabanzas hacia este tebeo habría que apuntar que “Jeremiah” se podría catalogar como un western postapocalíptico (al menos en sus entregas iniciales que son las que plantan las semillas de la serie), de esos que tienen lugar en una civilización que ha ido hacia atrás, una involución con la que tendrán que tratar los dos protagonistas principales a lo largo de un mundo lleno de peligros y traiciones.


Este nuevo integral viene cargados de sorpresas y momentos que reflejarán de manera clara la nueva dirección que toma la serie tras los acontecimientos que pudimos ver en el noveno álbum. Dos momentos claves como pueden ser la vuelta del desaparecido Kurdy y la ruptura de Jeremiah con Lena, cuya relación empezaba a ser ya algo duradero. De aquí deducimos la importancia que tienen las relaciones afectivas entre los personajes, ya sean amistosas o amorosas. Entre tanta enemistad se volverán a encontrar los dos amigos, prestándose la ayuda necesaria como para que esa unión sea el nexo de unión y motor principal de las tramas ideadas por Hermann.


El autor belga, perro viejo en esto de las viñetas, concede el verdadero protagonismo de la serie a Kurdy, dejando atrás su carga cómica (o al menos manteniéndola en un segundo plano) y siendo un elemento clave en cada uno de los álbumes donde hace acto de presencia. Aprovecha también para imprimir una visión oscura y poco positiva de la sociedad contemporánea, dejando al lector un regusto amargo cada vez que pasa una página. Tanto Boomerang, Delta y Julius y Romèa, los álbumes que componen este cuarto integral, alcanzan un nivel de calidad altísimo, con tramas entrelazadas donde se tocan temas como la codicia, la venganza, la violencia o una crítica nada velada al sistema capitalista. Todo ello plasmado de manera soberbia por Hermann, un autor que en aquellos momentos hacía gala de una madurez bastante evidente, ya sea a nivel de guión o gráficamente (atención al cambio continuo que se pude apreciar con el paso de las páginas). Una muestra más del porqué, esta serie, es todo un clásico, una suerte de tratado sobre la naturaleza humana y sus miserias que no deja de sorprendernos con cada nueva entrega. Esperemos que la siguiente vea la luz pronto y no tengamos que esperar demasiado para seguir con esta particular odisea.