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Universo DC: La continuidad la carga el diablo... otra vez

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 12/10/2019

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De entre todas las novedades editoriales desveladas por DC Comics en la reciente New York Comic-Con, una de las más llamativas fue el anuncio por parte del polémico Dan Didio de la puesta en marcha de una nueva continuidad que englobe de forma coherente todas las historias (pasadas y presentes) de su universo de ficción. Una piedra con la que la editorial viene tropezándose una y otra vez desde hace tres décadas en intervalos cada vez más frecuentes.

La continuidad del universo DC nació prácticamente de la improvisación. La necesidad de dotar a sus historias de una evolución cronológica y ambientarlas en un entorno reconocible como propio por el lector unido a la tentación de cruzar los caminos de sus personajes fue dando pie a una estructura improvisada prácticamente sobre la marcha. Un canon que iba cambiando con el paso del tiempo y el relevo generacional de los lectores y que se complicó aún más en los sesenta mediante el concepto de universos paralelos que permitía convivir a los superhéroes clásicos y modernos y/o generar nuevas versiones de los primeros adaptadas a la época. Un cajón desastre que cinco décadas después de aquel seminal Action Comics #1 de 1938 se había vuelto tan complicado que ni siquiera los propios autores estaban seguros de a que versión pertenecían las historias que estaban escribiendo.


La solución llegó en 1985 con Crisis en Tierras Infinitas, gigantesco trabajo de Marv Wolfman y George Pérez que reordenaba y simplificaba todas las tramas y versiones de los personajes en una única y actualizada línea que integraba asimismo adquisiciones editoriales como los personajes originalmente creados por las extintas Fawcett y Charlton. Un lavado de cara que dió pie al relanzamiento individual de cada personaje en sus propias cabeceras y que los citados Wolfman y Pérez apuntalaron en la miniserie Historia del Universo DC. Con todo aquel minucioso encaje de bolillos se dejaron algunos flecos sueltos en forma de contradicciones que impedían la existencia de personajes como Hawkman, Power Girl o la Legión de Superhéroes. En 1994 la editorial “parcheó” la mayoría de esos agujeros con Hora Cero, crossover firmado por Dan Jurgens sin mayor interés que el de cerrar esos flecos para mostrar por fin una DC sin fisuras. O al menos lo aparentó durante la siguiente década.


Al inicio del nuevo milenio Didio fue nombrado nuevo editor jefe de la compañía, recibiendo el encargo de devolver la atención de los lectores hacia el universo DC. Aprovechando el 20º aniversario de las Crisis... originales dio luz verde a Crisis Infinita, miniserie donde Geoff Johns y Phil Jiménez retomaban el trabajo de Wolfman y Pérez para darle la vuelta y recuperar el concepto de multiverso DC. El resultado fueron 52 universos paralelos (algunos pertenecientes al periodo pre-Crisis, otros tomados de la reciente línea Elseworlds y la inclusión de la recientemente adquirida Wildstorm creada por Jim Lee para Image) que funcionarían de forma autónoma. Pero pronto el resultado se revelaría como una caja de Pandora con cuyos peligros coquetearían algunos (la densa y experimental Crisis Final de Grant Morrison y J.G. Jones) y que acabaría abriéndose con Flashpoint.


Coincidiendo con su nombramiento como presidente de la editorial, Didio dio un nuevo golpe en la mesa provocando que el desenlace de la miniserie de Johns y Adam Kubert diese pie a un nuevo reseteo de la continuidad partiendo totalmente de cero con los llamados Nuevos 52. Una maniobra comercial tremendamente llamativa pero que, pese a generar etapas y obras notables, provocaría que el universo DC como concepto haya ido dando bandazos desde entonces, rehaciendo su continuidad mediante añadidos desaprovechados (la inclusión de Wildstorm en la continuidad principal, la recuperación de los personajes de la línea Vértigo) y reculando progresivamente para ir recuperando elementos de la continuidad previa a través de eventos como Convergencia y Renacimiento. Todo ello en periodos cada vez más cortos -siete años, cuatro años, dos años- que solo consiguen alienar al lector novicio y poner a prueba la paciencia del veterano.


Por ello se hace imposible evitar cierta incredulidad ante el anuncio de esta nueva y remozada continuidad que parece tener la intención de incluir TODAS las versiones del universo DC en un todo coherente dividido en cuatro “generaciones”: la primera, coincidente con la Edad de Oro, se originaría poco antes de la IIª Guerra Mundial posicionando a Wonder Woman (Diana y no su madre, como John Byrne estableció en los noventa) como primera heroína conocida y restaurando a los miembros de la JSA en su franja temporal original; la segunda ejercería como Edad de Plata iniciándose veinticinco años después con los debuts de Superman y Batman y tendría una duración de quince años; la tercera se originaría con los eventos de Crisis en Tierras Infinitas y se extendería otros quince años hasta Flashpoint; y finalmente la cuarta implicaría la continuidad de los Nuevos 52 hasta el momento presente, lapso este último que abarcaría cinco años.

Dado que la editorial aún no ha dado más explicación que las escuetas declaraciones de Didio seguidas por un esquemático panel (a una resolución que hace imposible entender la mayoría de sus incógnitas) es difícil calibrar la validez de este nuevo canon que ni siquiera ha empezado a aplicarse. Pero un vistazo rápido al mismo deja preguntas sin respuesta referentes no solo a la edad de los personajes (el Batman actual rondaría los sesenta años, igual que su versión de El Regreso del Caballero Oscuro, sin una naturaleza sobrehumana como las de Superman o Wonder Woman que explique su longeva juventud), sino sobre a qué época corresponde la actualidad (sumando las seis décadas recogidas por la cronología el presente universo DC transcurriría aproximadamente en 1998, habiéndose perdido veinte años por el camino). Y ni una sola palabra sobre la inclusión a posteriori de personajes procedentes de otras editoriales. Especialmente los del universo de Watchmen, ya que los manejos del Dr. Manhattan revelados en la aun inconclusa El Reloj del Juicio Final parecen ser tanto la justificación argumental de los recientes y continuados reinicios de la continuidad como la posible causa de esta nueva versión “definitiva” (ejem, ejem) de la misma.


En el momento de escribir estas líneas solo es posible especular acerca de si este enésimo remedio no será de nuevo peor que la enfermedad. O si la falta de sincronía entre las numerosas partes volverá a provocar que el barco vuelva a tener vías de agua que saboteen su navegación. Quizás la solución definitiva estuviese en mirar al futuro y no en intentar aferrarse obsesivamente al pasado, pasando página definitivamente en vez de limitarse a reescribirla (pocas universos de ficción han utilizado mejor el concepto de legado que el de DC). De hacer caso a la rumorología ese paso adelante estaría mas cerca de lo que se cree (en el momento de escribir estas lineas el termino "5G" o quinta generación ha empezado a correr por las redes en relación a la editorial). Si será un paso adelante definitivo u otro parche que acabe llevando de vuelta a la casilla de salida aun está por ver. No obstante en última instancia, y asumiendo nuestra propia parte de culpabilidad (reconozcámoslo: en el fondo no queremos que nada cambie verdaderamente) a los lectores nos queda la esperanza de que esta nueva versión sea la definitiva… hasta que llegue la siguiente.

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