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Alien 3: La película no existió y el comic que sí fue

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 25/01/2020
La Atalaya del Vigía
Etiquetas: Alien / Freak /

La producción de una saga cinematográfica de éxito suele estar plagada de curiosidades y posibilidades frustradas. Y en el caso de Alien posiblemente no haya ningún otro título con más anécdotas que Alien 3 (1992). El film de David Fincher pasó por un verdadero infierno durante toda su producción que no solo incluyó un problemático rodaje a cargo de un director debutante en el que nadie parecía confiar y un montaje final que la productora realizó por su cuenta. También implicó un larguísimo proceso de preparación por el que llegaron a pasar tres directores y media docena de guionistas cada uno con propuestas muy diferentes a lo que acabaría viéndose en la pantalla. Precisamente el primero de aquellos guiones desechados acaba de conocer una adaptación en viñetas recién publicada por Norma Editorial, permitiéndonos disfrutar de una secuela que, aún compartiendo personajes y escenarios, ofrece una historia tan distinta como interesante.

No es la primera vez que el mundo de cómic sabe aprovechar el potencial de un guión descartado por el cine. Y en el caso que nos ocupa la editorial Dark Horse no podía dejar pasar la oportunidad que suponía aquel libreto firmado por el novelista William Gibson. Autor de libros como Neuromante, Luz Virtual o Mundo Espejo y considerado el creador del género cyberpunk, a finales de los ochenta Gibson aceptó la oferta de escribir la tercera película de la saga con la doble presión que suponía adaptar su prosa a otro medio y estar a la altura del listón fijado por James Cameron con Aliens, el Regreso (1986).


Por indicación de los productores, cuyos planes iniciales incluían el rodaje simultáneo de una tercera y cuarta entregas, Gibson comenzó la redacción de su guión con dos imposiciones: 1) que el protagonismo fuese desplazado de la teniente Ellen Ripley (Sigourney Weaver no estaba convencida de querer repetir su papel) al personaje del cabo Dwayne Hicks interpretado por Michel Biehn y 2) que la trama incluyese un trasfondo sobre la entonces aún en curso Guerra Fría, añadiendo al futuro año 2179 en el que transcurría la trama la existencia de la Unión de Pueblos Progresistas (UPP), una alianza de países de afiliación comunista que habían extendido su influencia al espacio exterior y que suponía un trasunto apenas disimilado de la URSS.


Con dichas indicaciones Gibson elaboró una trama que comenzaba justo tras del desenlace de la película previa: de regreso a la Tierra y con los supervivientes en animación suspendida, la nave Sulaco cruza un sector del espacio controlado por la UPP que procede a su abordaje. Durante el mismo los asaltantes se encuentran con un huevo alienígena colocado por la difunta Reina Alien entre los restos del destrozado androide Bishop. Uno de los asaltantes queda infectado y la UPP se lleva tanto a la criatura como a Bishop para estudiarlos. Mientras la Sulaco continúa su viaje hasta llegar a su destino en una estación espacial controlada por la corporación Weyland-Yutani. A su llegada los marines espaciales encuentran a Hicks y Newt pero un incidente daña la cámara de animación de Ripley dejándola en una especie de coma.


Tras interrogar al cabo Hicks acerca de las criaturas alienígenas y deducir que la UPP se ha hecho con estas la corporación comienza a experimentar con el material genético alienígena buscando desarrollar una nueva arma biológica. Un experimento que acaba escapando a su control convirtiendo la estación espacial en un caos mientras en la estación soviética, utilizando los datos de Bishop, la UPP pone en marcha un plan similar que acaba en idéntico desastre. Tras poner a salvo a Newt y a una comatosa Ripley enviándolas a la Tierra, Hicks y un grupo de supervivientes inician un contraataque que culmina en un explosivo clímax que dejaba la puerta abierta a otra secuela donde la infección alienígena acababa llegando al planeta Tierra mediante una facción extremista de la UPP y que supondría el regreso como protagonista del icónico personaje de Sigourney Weaver.


Pese a seguir fielmente la línea de la secuela previa el guión de Gibson aportaba ideas frescas a la franquicia. Más allá del trasfondo político, elementos como la manipulación genética posibilitando una nueva forma de infección alienígena mediante esporas se adelantó varias décadas a lo mostrado en Alien: Covenant (2017). Y detalles como ceder protagonismo a Hicks y Newt relegando a Ripley a un papel secundario o la llegada de los aliens a la Tierra y el inicio de una guerra abierta precede a la trama de los primeros cómics de la franquicia que Dark Horse comenzaría a editar apenas un año después. Gibson llegaría a realizar una segunda versión del libreto perfilando el argumento e incluyendo en el mismo más acción, pero su guión acabaría siendo vetado por la 20th Century Fox, quien no acababa de ver posible una película de la saga sin el protagonismo de Weaver. A ello hay que añadir una huelga de guionistas de varios meses que impidió cualquier reescritura y acabó propiciando que el mundo real se impusiese a la ficción: en 1989 caía el muro de Berlín y poco después la URSS se desintegraba, dejando obsoleto el trasfondo de “Guerra fría en el espacio” implícito en el argumento. La negativa de Gibson a comenzar de cero la redacción de un nuevo guión fue el último clavo en el ataúd de esa versión de Alien 3, relegada al limbo hasta que en 2018 fue rescatada en formato cómic.


El dibujante Johnnie Christmas fue el encargado de adaptar en formato viñeta e ilustrar el guión de Gibson (la participación de este último se limitó a dar su visto bueno al resultado) inicialmente publicado como miniserie de cinco entregas. La labor del dibujante resulta de una fidelidad extrema hacia el libreto original, recreándose especialmente en esos ambientes y equipos de tecnología futurista tan propios de la prosa del creador de Johnny Mnemonic, si bien en lo referente al armamento resulta chocante ver a los personajes empuñando ciertas armas propias del siglo XX. Y aunque imprime una narración dinámica que caracteriza a sus personajes (especialmente a Bishop, en quien se reconoce al actor Lance Henriksen sin caer en el mero calco) y mantiene la violencia explícita del guión, su estética luminosa y una paleta de colores brillantes no acaban de casar a priori con la estética oscura, húmeda y gastada que el espectador ha llegado a asociar como uno de los rasgos distintivos de la franquicia.

Con todo el resultado resulta plenamente satisfactorio mas allá de la mera curiosidad para los fans más encallecidos, dejando con ganas de ver plasmada aquella posible cuarta entrega alternativa que las circunstancias impidieron que fuese siquiera escrita. Con el futuro de la franquicia actualmente en el limbo tras su adquisición por parte de Disney, trabajos como el presente cómic revalidan su condición como una de las mejores sagas de ciencia-ficción de la historia del género.


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