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Viuda Negra: El difícil paso del testigo

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 21/06/2020
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El próximo estreno de Viuda Negra (2020) incluye entre otras novedades la aparición en el universo cinematográfico Marvel de Yelena Belova, la “otra” Viuda Negra. ¿Otra? Pues sí, ya que desde hace años a Natasha Romanoff le salió una competidora dentro de sus propias viñetas. Un interesante personaje cuyo potencial la editorial apenas ha querido-podido-sabido explotar a fondo hasta la fecha. Potencial del que da buena cuenta el tomo Witsi, Witsi, Arañita con el que Panini Cómics recopila las tres miniseries con las que hace dos décadas reverdeció el nombre de Viuda Negra y a su(s) portadora(s).

Lanzada dentro de la segunda oleada del sello Marvel Knights, la publicación de la miniserie dedicada a la Viuda Negra supuso un hito para el personaje ya que pese a su popularidad como miembro de Los Vengadores (y aun habiendo protagonizado varias aventuras en solitario en cabeceras antológicas como Amazing Adventures y Marvel Fanfare) Natasha jamás había gozado de cabecera propia a lo largo de sus más de tres décadas de trayectoria. La guionista Devin Grayson y el dibujante J.G. Jones lograron así aportar relevancia al personaje mediante una aventura que relegaba el componente superheroico de sus historias previas para potenciar sus elementos intrínsecos tomados del género de intriga y espionaje. Una misión para recuperar un arma biológica en manos de un caudillo de oriente medio servía de inicio para una historia de acción espectacularmente dibujada y cuyo ritmo y espectacularidad a lo largo de tres números estaba a la altura de las mejores ficciones de James Bond. Pero lo que verdaderamente llamó la atención fue la incursión de un nuevo personaje llamado Yelena Belova.


De origen ruso como Natasha y entrenada en la Sala Roja (el programa de adiestramiento especial donde se formo su predecesora), la joven Yelena se había convertido en la primera recluta en igualar las puntuaciones de Natasha, reclamando para sí el nombre código de Viuda Negra. Un estatus que buscaba certificar eliminando a la Viuda original. Pero lejos de facturar una villana de una pieza, Grayson presentaba un personaje cuyo patriotismo y ambición debían hacer frente a su inexperiencia y a la corrupción dentro del mismo sistema que pretendía defender. El éxito de la miniserie propició una secuela a cargo de Grayson pero esta vez dibujada por Scott Hampton y con Greg Rucka como co-guionista. Partiendo de una premisa similar a la del film Cara a Cara (1997), Yelena veía como su aspecto era intercambiado contra su voluntad por el de la propia Natasha en una intriga de agentes dobles y traiciones con la aparición de personajes invitados como Daredevil y Nick Furia. Una historia que apostaba por la intriga antes que por la acción donde la lucha de Yelena por encontrar su propia personalidad (literal y figuradamente) se convertía en el elemento más interesante.


No es de extrañar que solo un año después la siguiente miniserie estuviese protagonizada por Belova en solitario. Escrita por Rucka y dibujada por Igor Kordey, Pálida Arañita tenía además el aliciente de pertenecer a la linea MAX para adultos, coyuntura aprovechada por los autores para relatar una sórdida historia sobre los orígenes de Yelena ambientada a partes iguales en los pasillo del poder y el submundo de los clubes de dominación y sadomaso de Moscú para investigar el asesinato de su mentor. Rucka hacía gala de su contrastada buena mano para escribir personajes femeninos interesantes mediante una trama policiaca llena de asesinatos, conspiraciones y sexo donde la protagonista debía hacer frente a su bisoñez fuera de la disciplina militar para descubrirse a sí misma como persona. Quedaba establecido con ello un personaje al que parecían esperar grandes historias antes de que dicha posibilidad fuera cortada de cuajo.


Como parte del relanzamiento la línea Vengadores Brian Bendis recurriría a Yelena como villana en el primer arco de Nuevos Vengadores, ignorando no solo el trabajo previo de Grayson y Rucka, sino destrozando literalmente al personaje convirtiéndola en el nuevo superadaptoide de I.M.A para matarla justo después. Una idea pésima y peor ejecutada que dejó fuera de combate al personaje hasta que Andy Diggle la recuperó como miembro de los Thunderbolts durante la etapa de Reinado Oscuro. Y aunque este regreso tenía un truco relacionado con la propia Natasha, al menos reparaba el destrozo provocado por Bendis abriendo la puerta abierta al regreso del personaje. Un regreso que imposiciones ajenas propiciadas por el debut cinematográfico de Natasha en el UCM con los rasgos de Scarlett Johansson vetaron de manera oficiosa por miedo a la confusión que podría provocar la existencia simultánea de dos personajes homónimos.


Es por ello que pese a la profusión de series y miniseries centradas en la Viuda Negra durante los últimos años, el personaje de Yelena era sistemáticamente ignorado, limitándose a pequeñas apariciones como las de una posterior miniserie sobre Natasha firmada por Richard K. Morgan o su papel dentro del grupo de villanos del segundo volumen de Vengadores Secretos escrito por Nick Spencer. Habría que esperar a la conclusión del evento Imperio Secreto para que el personaje recuperase su estatus, justo a tiempo para el anuncio de su salto a la gran pantalla encarnada por Florence Pugh. A la espera de lo que pueda dar de sí esa versión cinematográfica (y se confirme la intención de que el personaje tome el revelo de su predecesora tras los eventos de Vengadores: Endgame (2019), la “otra” Viuda Negra ha vuelto a recuperar el protagonismo en la viñeta con Widowmakers, especial que supone el regreso de Devin Grayson al personaje como posible preludio a una cabecera propia. Una que podría hacerle finalmente escapar a su condición (compartida por otros interesantes personajes Marvel de creación reciente como el Vigía, Eco o Marvel Boy) de personaje relegado. Y es que pese a las circunstancias editoriales adversas y sin demerito de Natasha, su rubia sucesora ha demostrado ser merecedora de tejer su propia red.


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