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La Atalaya del Vigía - The League of Extraordinary Gentlemen (III): El Tempestuoso Desenlace Comic Digital
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La Atalaya del Vigía - The League of Extraordinary Gentlemen (III): El Tempestuoso Desenlace

Analizamos el final de la imprescindible saga de Moore y O´Neill

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 16/04/2021
La Atalaya del Vigía - The League of Extraordinary Gentlemen (III): El Tempestuoso Desenlace

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Ha pasado tiempo desde que repasamos en esta sección la trayectoria de The League of Extraordinary Gentlemen, obra firmada por Alan Moore y Kevin O´Neill que se ha convertido no solo en la creación más constante del barbudo guionista de Northampton, sino también en la elegida por este para despedirse ¿definitivamente? del mundo del cómic. Aprovechando la publicación por parte de Planeta Cómic de La Tempestad, entrega final de la cabecera, es momento de recuperar esta referencial y metalingüística obra basada en la ficción narrativa de los últimos cuatro siglos que no solo implica el cierre de una obra que ha llevado dos décadas completar, sino también la reflexión final sobre la narrativa del noveno arte por parte de uno de los nombres propios que más han hecho por el mismo.


La Tempestad, cuarto volumen de la saga (sexto si se cuenta como tales El Dossier Negro y la trilogía de especiales sobre Nemo) retoma la narración allí donde la había dejado TLOEG: Century, con Mina Murray y Orlando en 2009 tras haber salvado al mundo de la amenaza del Anticristo, un antiguo niño mago criado en la escuela de magia de Howa… y hasta ahí dejan leer los abogados. Acompañadas por una rejuvenecida Emma Peel –nombrada aquí por su nombre de soltera por imperativos legales- el trío de heroínas decide viajar a Isla Lincoln, refugio para fugitivos del capitán Nemo ahora regido por su bisnieto. Ello coincide con la puesta en marcha en paralelo de varios acontecimientos: la represalia contra el trío de heroínas por parte del cruel y también rejuvenecido jefe del servicio secreto británico Jimmy Bond; la reaparición de las Siete Estrellas, antiguo grupo de superhéroes británicos envejecidos y retirados reunidos para hacer frente a una apocalíptica amenaza del futuro; y la puesta en marcha dentro del Mundo llameante -mitológico enclave dirigido por el shakesperiano hechicero Prospero- de un insidioso plan para acabar con la humanidad que lleva siglos maquinándose desde las sombras.


Esta última entrega, inicialmente publicada como una miniserie de seis entregas por la editorial Top Shelf Productions, no es una lectura fácil. Frente a la relativa autonomía de la que gozaban los dos primeros volúmenes o los especiales de Nemo, su condición de desenlace de todas las tramas precedentes hace que la lectura de todas las entregas previas sea indispensable para la comprensión del argumento. Por otro lado el continuo torrente de referencias –muchas de ellas tan oscuras y-o indirectas que son prácticamente imposibles de abarcar en una única lectura- que ha marcado la cabecera desde su inicio se dispara aquí para incluir ramas de la cultura pop tan desconocidas como el breve y prácticamente desconocido fuera de sus fronteras mundo del cómic de superhéroes británico de las décadas de 1940 y 1950 creado a imitación del mercado USA. Personajes como Capitán Universo, Satin Astro, Flash Avenger o Zom del Zodíaco son devueltos editorialmente a la vida aquí tras décadas de oscuridad, recuperando sus antiguas andanzas en el apéndice que acompaña cada entrega y que, abandonando los contenidos en prosa de volúmenes previos, reproduce una revista de cómics de la época editada en blanco y negro y con su propio y sarcástico correo de lectores.


Pero el juego con los formatos narrativos no se limita al citado apéndice, sino que en cada número es posible encontrar “fugas creativas” donde Moore y O´Neill rompen la estética de la narración incluyendo paginas que reproducen el lenguaje y estética de tiras de periódico en formato apaisado, fotonovelas, cómics de humor infantil, páginas diseñadas para ser vistas con gafas 3D, antologías de terror como las editadas por compañías como EC o Warren y antológicas cabeceras de ciencia ficción como 2000 A.D. Un despliegue de estilos y formas que, sin entorpecer el desarrollo de la trama, añade un mayor grado de sofisticación a la lectura y hace que el lector repare en las múltiples expresiones del cómic como medio artístico. Un reto no apto para dibujantes poco experimentados que O´Neill asume sin perder su característico estilo gráfico excepto cuando el propio guión le exige hacerlo.


Más allá del sabor pulp de la historia, que incluye referencias a personajes no solo literarios sino también cinematográficos, televisivos y comiqueros culminando en un desenlace apocalíptico donde la ficción acaba devorando a la realidad (una conclusión que recuerda a la de Providence, también obra de Moore), La Tempestad añade un componente insólito en entregas previas en forma de reflexión sobre el propio mundo del cómic, refiriéndose a su naturaleza de medio creativo así como a la industria creada a su alrededor. Por ello los textos que acompañan a cada episodio a modo de prólogo rememoran la trayectoria de diferentes y olvidados creadores del cómic británico (Marie Duval, Leo Baxendale, Frank Bellamy, Ron Turner, etc.), recalcando el desprecio y trato miserable que recibieron por parte de las compañías para las que crearon sus principales trabajos. Algo que sintoniza con el hastío y descreimiento que el propio Moore lleva predicando desde hace años en referencia a las grandes empresas del cómic mainstream. Algo que ha llevado a su decisión de abandonar el medio a pesar de seguir reivindicando su amor por el mismo y sus posibilidades creativas.


Dicho lo anterior, esa reflexión metalingüística no está exenta de un ácido sentido del humor que lleva a incluir a los propios Moore y O´Neill dentro de la trama -de la que por cierto, puya a Stan Lee incluida, no salen muy bien parados- además de hacerles protagonizar un epílogo donde repasan con una buena dosis de autocrítica su propio trabajo a lo largo de toda la serie así como sus impresiones ante las reacciones de los lectores. Un final de fiesta de alto copete no sólo para una cabecera extraordinaria (nunca mejor dicho) sino también a una trayectoria autoral tan ilustre que sinceramente es imposible creer que no les queda nada más por decir. Después de todo, si algo hemos de sacar en claro de The League of Extraordinary Gentlemen es que la ficción tiene vida propia más allá tanto de sus autores como de lectores y nunca se sabe por dónde acabará abriéndose camino.


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