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Solo los encontramos cuando están muertos Comic Digital
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"¿Quieres conocer el secreto del mundo? Es éste: Sálvelo, y se le recompensará cada segundo de cada día." Agente Brass / Planetary #5
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Solo los encontramos cuando están muertos

Ojo con lo que dices, la nave oye

Un artículo de José María Pérez Cuajares - Introducido el 03/07/2022

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Siguiendo la premisa de que hay que atraer la atención del lector en las primeras páginas de la serie, Al Ewing ha decidido poner toda la carne en el asador desde el comienzo, y nos trae una serie tan innovadora como atractiva. El concepto es suficientemente interesante como para dejarnos con ganas de más después de cada capítulo, y el resultado final mejora al saber que se trata de una serie cerrada, que terminará en su decimoquinta entrega a finales de año, y de la que podemos disfrutar ahora de su primer tomo, de los tres que la compondrán, gracias a Planeta Cómic. Estamos en el siglo veinticuatro, a bordo de la nave Vihaan II, en la que pronto conoceremos al capitán Georges Malik, que viaja con su equipo por el espacio, esperando la llegada de un nuevo Dios muerto. Estos misteriosos y gigantescos seres aparecen en mitad del inmenso cosmos, para ser saqueados sin piedad por las naves que van llegando, dispuestas a hacerse con su carne, aprovechando hasta el último recurso, en esta extraña y radical autopsia.


Casi sin tiempo para absorber toda esta información, el lector pronto aprenderá que todo este curioso entramado empresarial está cuidadosamente organizado, y que los saqueadores no oficiales son perseguidos y exterminados. Además, como se asegurarán de advertirse los propios personajes, hay que tener cuidado con las comunicaciones, porque “la nave oye”. En plena autopsia de uno de estos gigantes conoceremos también a Alice Wirth, contramaestre de la nave, a Ella Hauer, la forense, y a Jason Hauer, ingeniero de la Vihaan II. Una vez estemos familiarizados con el equipo de trabajo y con su peculiar modo de ganarse la vida, llega el momento de que Ewing nos haga la pregunta más importante, que además da nombre a la serie, ¿porqué solo encontramos a estos seres cuando han muerto?, ¿qué hay detrás de su aparición? y ¿Es posible encontrar un Dios vivo?


A responder estas cuestiones y a formular algunas nuevas es a lo que se dedicará el guionista durante los primeros números, aunque se las arregla para que el lector se de por satisfecho con la información que maneja. Por ejemplo, en el primer número la simple idea de realizar autopsias a los Dioses y conseguir así recursos era tan fascinante, que no te paras a pensar porqué siempre han muerto cuando los encuentran. También encuentra tiempo para profundizar en las relaciones entre personajes, sentimentales y hasta de venganza, y de viajar en el tiempo para contarnos qué los ha llevado hasta el momento en el que los conocemos por primera vez. Si el guión resulta fascinante, lo mismo hace Simone Di Meo con el dibujo, aparentemente sencillo pero que transmite el vertiginoso ritmo de la acción, con un uso del color que consigue que los protagonistas parezcan bañados por la luz. Con un final sorprendente como pocos, solo puedo recomendaros que corráis a vuestra librería a haceros con el primer tomo de esta original propuesta, y esperar que la llegada del segundo volumen no se demore en exceso.


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