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Haunt Volumen #2 Concluyen las aventuras de este inusual personaje
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Es extraño que cuando un par de autores de la talla de Robert Kirkman y Todd McFarlane, acompañados de un ramillete de interesantes ilustradores, encontraron la fórmula correcta para comenzar a desarrollar la obra que nos ocupa, decidieran hacer borrón y cuenta nueva, abandonar las tramas presentadas y desarrolladas desde la creación del título y entregar las riendas de la colección a un equipo creativo completamente nuevo. Y, sin embargo, eso es exactamente lo que ocurrió con Haunt.
Tras los hechos narrados en el volumen anterior, los hermanos Kilgore parecen haber encontrado algo de equilibrio en sus vidas -al menos Daniel, ya que Kurt no tiene una vida como tal que estabilizar- y han aceptado seguir desarrollando sus actividades encubiertas para la misteriosa Agencia. Además, el cliffhanger con el que terminaba la primera etapa parecía anunciar el retorno de peligrosos enemigos del pasado…
Sin embargo, esta nueva entrega se abre con Daniel experimentando una horrible pesadilla que parece presagiar un oscuro futuro para nuestros protagonistas, hecho que se confirma cuando las instalaciones de la Agencia aparezcan completamente desiertas y todos los contactos de los Kilgore hayan desaparecido de la faz de la Tierra. Además, la creciente amenaza de la Segunda Iglesia, un culto religioso extremo que desarrolla un siniestro plan para traer el infierno a nuestro mundo, fijará sus miras en hacerse con los Kilgore para convertirlos en el demoníaco centro de sus perversos designios.
Joe Casey desarrolla un nuevo capítulo de esta colección, olvidando por completo todo lo acontecido hasta su primera entrega y dejando que los alucinantes dibujos de Nathan Fox nos sumerjan en un mundo de locura repleto que criaturas infernales, sangrientos enfrentamientos y personajes pasados de vueltas.
Por supuesto, no podemos despedirnos sin dedicar unas líneas a Still Harvey Tubman, nueva incorporación al título y robaescenas de primera gracias a sus habilidades especiales, salvajes métodos y negrísimo sentido del humor. Sin duda, lo mejor de este trepidante aunque accidentado cierre de colección.
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