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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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Por qué amo/odio los crossovers

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 12/08/2009
La Atalaya del Vigía

Invasión Secreta”, “Complejo Mesías”, “Crisis Infinita”, “Crisis Final”, “Woldstorm”… son sólo algunos de los últimos ejemplos de un fenómeno que suscita amor y odio a partes no siempre iguales entre los lectores de cómic e incluso entre los autores: los cruces entre colecciones. No hablamos aquí de que un personaje se pasee por la colección de otro, sino de los grandes megaeventos editoriales que viene sufriendo el mundo de los superhéroes desde que Jim Shooter lanzase las “Secret Wars” en Marvel para apoyar el lanzamiento de una línea de muñecos realizados por Mattel. Poco después, DC recogía el testigo y, coincidiendo con el 50 aniversario de la editorial, realizaba “Crisis en Tierras Infinitas”, una gargantuesca operación de limpieza y puesta a punto de su universo de ficción. A partir de ahí y vistas las espectaculares cifras obtenidas por ambos, los crossovers se convierten en una herramienta usual tanto en Marvel (“Actos de venganza”, “Infierno”) como en DC (“Millenium”, "Invasión”).

Estos cruces se caracterizaban principalmente por un férreo control en manos de unos pocos autores y en centrarse en una colección principal, dejando al resto de series (y autores) la posibilidad de realizar a su manera el cruce, que en ocasiones no pasaba más allá de una simple mención. Pero, como en todo, el uso y el abuso acaban por desvirtuar el asunto. Durante la burbuja especulativa de los 90, en la que el trabajo de los autores y la calidad de éstos dependía de las cifras de ventas y no al revés, los crossovers pasaron a convertirse en una herramienta imprescindible para elevar las ventas, hasta el punto de que la calidad de las colecciones en sí no importaban más allá de su implicación en un gran evento que, por norma general, daba mucho menos de lo que prometía. “La Muerte de Superman”, la "Saga del Clon”, “la Caída del Murciélago”, “Hora Zero” o “La Encrucijada” representan sin duda algunos de los momentos más bajos del comic de superhéroes como industria.
Mención aparte merece la franquicia mutante de Marvel que, con la salvedad de “La Era de Apocalipsis” acumula historias infladas, intrascendentes y aburridas como “La Canción del Verdugo”, “La Alianza de la Falange”, “Onsglauth” o “Tolerancia Cero”, que no sólo no aportan nada interesante, sino que además condicionaban a las propias series regulares a tramas insípidas e intrascendentes, meros rellenos hasta el crossover de turno, saboteando asimismo la labor de autores que sí estaban interesados en contar buenas historias que, cada dos por tres, debían dejar de lado por la imposición editorial del crossover de turno.

Esta política terminó por hacer caer a la industria en una crisis que llegó a poner a la propia Marvel al borde de la bancarrota. Cuando Joe Quesada se puso al frente de la editorial, su labor fue revitalizar las colecciones primando la labor de los autores y sus historias, vetando los crossovers hasta hace relativamente poco. Una maniobra similar a la realizada por DC. Sin embargo, cual efecto pendular, actualmente ambas compañías parecen enzarzadas en una carrera de megaeventos en la que cada crossover parece ser un simple preparativo para el siguiente. La calidad de títulos como “Civil War” o “Crisis Final” es indiscutible pero ¿No se estará inflando de nuevo la burbuja?

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