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De marca “superhéroe”

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 29/07/2009

Cuando uno oye la palabra “superhéroe” seguro que enseguida le viene a la mente la imagen de algún personaje de Marvel o DC. Un género 100% norteamericano, posiblemente el único que lo sea junto al western, que tiene en DC y Marvel no sólo a sus dos iniciadoras –con “Action comics” nº 1 (1938) como génesis- si no a sus principales productoras y valedoras. Sin embargo, lo más curioso de todo es que, además de lo anterior, el concepto superhéroe pertenece a ambas editoriales por otro método: el legal.

Y es que el término “superhéroe” es una marca registrada cuya propiedad es compartida al 50% por los dos gigantes editoriales, de manera que el uso de la misma en productos y campañas comerciales se encuentra restringido exclusivamente a Marvel y DC. Aunque el origen del término data de inicios del siglo XX y fue de uso común por numerosas compañías durante la llamada “Edad de Oro”, con la llegada de los años 60 y el nuevo boom del género de los superhéroes (la “Edad de Plata”), ambas compañías presentaron en los 70 una solicitud de marca registrada a la Oficina de Patentes y Registro de EE.UU que les fue concedida finalmente en 1981 al no existir reclamaciones al respecto. Posteriormente han ido renovando su licencia de manera periódica (la actual ficha, con el nº de registro 78356610, puede consultarse en la web de dicho organismo).

Dado que se trata de una marca registrada y no un copyright, está permitido que un personaje ajeno a ambos grupos sea definido como tal en una historia pero no que su nombre o el de su publicación use la palabra. Para ello sería necesario obtener primero el permiso de ambas compañías –que no parecen estar muy por la labor- y posteriormente costear unas tasas. El registro de marca se aplica igualmente a otros medios ajenos al comic (cine, televisión, literatura, etc) así como a cualquier producto de merchandising. Esto ha llevado con los años a que Marvel y DC hayan denunciado, o al menos amenazado con hacerlo, a compañías como Lego o Sega por sus planes de usar comercialmente la palabra superhéroe para sus productos.

Así, que la serie “Héroes” (Idem, NBC, 2006-…) o que esa maravilla del 7º arte que es “Los Increibles” (“The Increibles”, Brad Bird, 2004) no luzcan la palabra “superhéroes” de manera visible no es pues casualidad. Y teniendo en cuenta los recursos legales de Marvel y especialmente DC (propiedad de AOL/Time Warner, el mayor gigante empresarial del mundo) difícilmente veremos cambiar la cosa en un futuro.

Como se suele decir, la escasez agudiza el ingenio, motivo por el cual las diferentes editoriales de los últimos 20 años se han sacado de la manga todo tipo de nombres para sus héroes enmascarados con habilidades especiales: metahumano, post-humano, especial, ultra o tecnohéroe (“science hero” en el original). Este último término fue acuñado por Alan Moore para su línea ABC y merece observarse con más atención. Inicialmente se dijo que Moore buscaba reseñar con dicha denominación las raíces pulp del género superheroico, un enfoque especialmente patente en su “Tom Strong”, pero visto lo anterior y conociendo su tirante relación con Marvel (con quienes se negó a trabajar precisamente por otro tema de marcas registradas, el relativo a Marvelman/Miracleman) y sobre todo con DC, ¿no podríamos tomar esto como el enésimo corte de mangas del barbudo de Northampton a las dos grandes?

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