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La Atalaya del Vigía Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
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¿Cómics o storyboards?

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 11/11/2009
La Atalaya del Vigía

Decía Chris Claremont en una entrevista concedida a esta web que los grandes estudios de Hollywood consideran a los cómics como los perfectos storyboards para futuros éxitos de taquilla. Vistos los resultados globales desde inicios del nuevo milenio es algo innegable. Sin embargo, tal concepción posee un deje un tanto denigrante para el cómic como medio.

Lo es porque si bien esta sinergia entre cine y comic tiene sus beneficios –Marvel difícilmente habría salido del pozo financiero en el que se encontraba en los 90 sin el empuje económico derivado de sus licencias cinematográficas, por ejemplo- también cala la idea de que el cómic es solamente un mero apoyo para el cine en un lugar de un medio narrativo por sí mismo. A diferencia de la literatura y el teatro, medios manejados como base por el 7º arte, el cómic no cuenta con el peso de siglos de tradición ni con la difusión y consideración general de los dos anteriores. Una impresión que está cambiando lentamente en la última década en buena parte -paradójicamente- gracias a la intervención del cine, pero que aún está lejos de solventarse. Para muestra, las declaraciones denigrantes respecto al cómic por parte del señor Vicente Molina Foix, intelectual supuestamente cultivado, de las que sólo se desprende una gran ignorancia.

El cómic, como medio narrativo, posee una serie de cualidades argumentales y visuales que le permiten ciertas maniobras imposibles en el cine o la novela. La concepción de la página, el uso narrativo de las viñetas, la relación unidad-conjunto entre viñeta y página o una mayor y más variada capacidad para la abstracción y la introspección son algunas de estas virtudes intransferibles del papel al celuloide. El cómic es un medio de expresión que está aún por explorar en toda su dimensión y formas, tal y como aseguraba Alan Moore cuando en cierta ocasión le preguntaron porque nunca había considerado abandonar el cómic para dedicarse a la novela o el cine.

Ya que hablamos de Moore, posiblemente su “Watchmen” sea el mejor ejemplo de lo anterior. Un título que exprime las posibilidades narrativas de medio como nunca se había hecho antes –y puede que ni después- que terminó dando pie a una adaptación cinematográfica digna de halago –pese a lo que diga el barbudo de Northampton- debido precisamente a la opción de sus responsables de ser lo más fiel posible en los detalles y el argumento pero sabiendo adecuarlos a los recursos expresivos cinematográficos en lugar de intentar un simulacro de los mecanismos del cómic. Claro que Frank Miller, Robert Rodriguez y “Sin City” (2005) parecen contradecirlo, pero pese a sus virtudes, aquel híbrido de cine y cómic en realidad no acababa de ser ni lo uno ni lo otro.

La creciente voracidad de Hollywood por las ideas originales –y el alarmante número de remakes de films cada vez más recientes así lo prueba- y la búsqueda de mayor repercusión mediática e ingresos por parte de las editoriales hacen cada vez más buenas migas, como lo demuestran las –por otra parte prometedoras- promos de “Sherlock Holmes” (Guy Richie, 2010) y “Kick-Ass” (Matthew Vaughan, 2010) sendas adaptaciones realizadas casi en paralelo a la creación del propio cómic y posiblemente teniendo en cuenta dicha eventualidad. Y eso es algo muy triste para el cómic como medio. Beneficioso, puede que incluso necesario, pero muy triste.

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