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Cine occidental para cómic oriental

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 18/02/2010
La Atalaya del Vigía

El anuncio –por tercera vez en ocho años- de una versión en imagen real y con producción estadounidense del “Akira” de Katsuhiro Otomo sirve apara hacernos pensar no ya en los cambios que el original padecerá no ya en el tránsito de un medio a otro, sino en los que aportará la obligada “occidentalización”. Con los hermanos Allen y Albert Hughes (“Desde el Infierno”) a cargo de la dirección, las películas de “Akira” –pues serán dos con vistas a poder abarcar el material con mayor fidelidad- engrosan el cada vez más numeroso grupo de adaptaciones en imagen real de mangas y animes por parte de occidente.

Tras los coletazos minoritarios de films japoneses basados en mangas como “Shogun Assassin” (remontaje doblado al inglés de los primeros films de “El Lobo Solitario y su cachorro”) ó “Lady Snowblood” (que Tarantino uso como base para su “Kill Bill”) y el boom del anime en occidente, en los 90 el cine norteamericano comenzó a interesarse por las viñetas del país del sol naciente. “Guyver” (1991) –también conocida como “Mutronics”- versión live action del manga homónimo fue la primera. Una apañada serie B de bajo presupuesto convertida en hoy día en film de culto, como sucedió con su secuela y con la adaptación de “El Puño de la Estrella del Norte” (1995) protagonizada por el británico Gary Daniels con resultados ciertamente discutibles. Frente a proyectos mucho más ambiciosos que no llegaron a concretarse –“Mai, the Psychic Girl” de Tim Burton y “Pesadillas” (“Domu”) de Guillermo del Toro- quizás el único trabajo digno de verdadero elogio fue “Crying Freeman” (1995), dirigida por Christophe Gans con un ajuntado Mark Dacascos y gran fidelidad al material original pese rebajar el nivel de sexo y violencia.

Los resultados generalmente discretos y el posterior boom de los superhéroes iniciado con “X-Men” y "Spiderman” hicieron que Hollywood diese un tanto de lado a los comics japoneses para fijarse en las viñetas patrias. No obstante iban surgiendo aquí y allá rumores y ventas de derechos como la citada “Akira” ó la eternamente pospuesta “Battle Angel Alita” (“Gunnm”) de James Cameron. En los últimos dos años sin embargo arrecian proyectos yanquis en imagen real de manga y anime como las ya rodadas “Priest” con Paul Bettany –no es exactamente japonesa pero casi- y “Blood, The Last Vampire” de Chris Nahon (“El Beso del Dragón”), las futuras “Death Note” –con Jesse Spencer (“House”) y Cillian Murphy (“Batman Begins”) como rumoreados Light y L respectivamente- y “Cowboy Beebop” –con Keanu Reeves (¿?) como Spìke y un guión que está siendo reescrito debido al estratosférico presupuesto estimado- y, en una fase aún embrionaria, “Monster”, “Evangelion” y “Ninja Scroll”.

No es algo que suceda únicamente en imagen real ya que si hace unos años Hollywood recurría a reputados autores de anime para sus producciones -“Animatrix” (2003), “Los inmortales: en busca de la venganza” (2007)- actualmente son estudios yanquis los que animan material japonés como las inminentes versiones animadas de “Astro Boy” y “Comando G”. ¿Qué podemos esperar de todo esto? Pues cruzar los dedos y que entre tanta preocupación por hacer agradable el material al público occidental mayoritario no se pierdan las señas de identidad y la calidad del original. Ver a Son Goku convertido en un pardillo de instituto, un Duende Tortuga que del original no tenía casi ni el nombre y a personajes mezclados o directamente inventados en una trama tristemente pobre y aburrida como sucedía en la reciente “Dragon Ball” (2009) ya fue más que suficiente.


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