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El precio del spoiler

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 03/03/2010

Basta con un breve vistazo a cualquier página web sobre cómic. Fácil es que más de la mitad contengan alguna información sobre series a las que todavía le quedan varios meses para aparecer por estos lares. Algunas incluso recogen detallados análisis página por página y viñeta por viñeta de títulos que están por llegar y dedican secciones enteras a ello con tanta antelación que nuestro interés se ha desviado hacia otra trama y/o evento antes de que el que realmente nos interesaba llegue a nuestras manos.

Esto viene a cuento de recientes crossovers como “Siege” y “Blackest Night”, que los lectores patrios conocen y comentan al dedillo mientras en la edición española aún no se ha llegado siquiera los prolegómenos de los mismos. Es más, en los propios EE.UU. la atención ya está centrada en “The Heroic Age” y “Brightest Day”, los siguientes eventos tras los dos antes citados y que aún tienen números pendientes de publicar. Cabe preguntarse ¿Dónde está la gracia de seguir una serie de esta manera?, ¿Dónde queda el trabajo de los autores construyendo una historia y planteado giros y sorpresas si el lector las va a conocer antes siquiera de que se anuncien? Y sobre todo, ¿quién tiene la culpa de esto?
Por un lado la culpa es de las editoriales. Buscando favorecer las ventas –porque no lo olvidemos, ése es su objetivo final- tanto Marvel como DC han decidido orquestar cada vez más campañas de marketing basadas en la expectación, en convertir en fenómenos las series antes de que lleguen, condicionando a los lectores de forma que se arrojen de cabeza al cómic en cuestión antes de que llegue a las librerías. El problema es que para que los peces piquen hace falta carnaza y ésta cada vez suele ser mayor. Desde hace unos años ya no se vende una historia por lo que va a pasar, sino por el cómo. El “qué” ha sido lanzado a las fauces de los lectores previamente para captar su atención. Así, a día de hoy sería impensable una situación como la que DC afrontó en su momento con “Armaggedon 2001”, donde la revelación de la identidad del villano obligó a reescribir toda la parte final de la historia para mantener el suspense. Ahora ya no parece importar el final de una historia, sólo el principio de la siguiente, sin tiempo para sacarle todo el jugo a la situación presente y con los lectores conscientes de que el “efecto pendular” es cada vez más y más corto.

Claro que sería de necios negar el papel que, precisamente, los lectores juegan en la creación de esta dinámica. Atrapado por la expectación, alimentada además por los aproximadamente diez meses de desfase entre la edición USA y la española, servidor en más de una ocasión –y más de dos- ha cedido a la tentación de pulsar la etiqueta de spoiler y leer con avidez el texto y/o imágenes ocultos tras la misma. Claro que en más de una ocasión –y más de dos- se ha arrepentido de hacerlo, tirando por tierra el disfrute de una buena lectura. A diferencia de los viejos tiempos, en los que la única fuente de información futura era la indiscreción casual de un correero, el disfrute de la historia está no en su lectura, sino en conocer aunque sea de oídas su conclusión. Un placer tan ínfimo y efímero que uno se pregunta si realmente merece la pena. Un buen spoiler puede ser disfrutable, pero muy difícilmente lo será tanto como un cómic entre las manos. Después de todo, a los lectores de cómic lo que les gusta es leer cómics, ¿no?


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