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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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"Bruce, mañana está a sólo un sueño de distancia." Thomas Wayne / Detective Comics #2
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Chew: abriendo el apetito (lector).

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 27/06/2012

De un tiempo a esta parte Image se ha consolidado como una de las editoriales más interesantes del panorama. Lo gracioso es que lo ha hecho haciendo lo contrario a sus inicios. Sin recurrir a autores megaestrellas, reciclajes superheroicos y cruces de universo consolidado. En su lugar tenemos proyectos de muy dispares géneros y estilos, por autores poco conocidos –al menos en el momento inicial- y con una única baza a su favor: contar buenas historias. Dentro de esa última hornada destaca por meritos propios Chew, obra firmada por John Layman (guión) y Rob Guillory (dibujo).



Chew es una serie que posee ingredientes de muchos platos distintos pero al mismo tiempo no se parece a nada visto antes en el menú. Todos estos símiles culinarios vienen al pelo al tratarse de una serie que gira en torno a la comida. Ambientada en un futuro cercano, Chew presenta un mundo donde la gripe aviar se cobró millones de víctimas provocando que el consumo de pollo y similares fuese ilegalizado (sic). Tal circunstancia ha propiciado la creación de un mercado negro culinario dominado por organizaciones avícolas criminales. Si la premisa ya es extravagante, más aún lo es su protagonista, el detective Tony Chu, dotado con el poder de la cibopatia. Esta habilidad permite a Chu obtener impresiones psíquicas relacionadas con cualquier cosa que ingiera, lo que le aporta numerosas pistas pero también abundantes problemas.



Partiendo de semejantes elementos es evidente que Chew no puede tomarse muy en serio a sí misma, inundando la trama de un humor ácido lleno de contantes ironías, situaciones chocantes y gags de mal gusto (nunca mejor dicho, pues generalmente están relacionados con el peculiar apetito del protagonista), realzados por un estilo gráfico propio de una serie de animación. Pero la serie es algo más que un mero pastiche humorístico del género policiaco. La ciencia ficción, el terror, el thriller conspiranoico e incluso el romance hacen acto de presencia mediante tramas relacionadas con avistamiento espaciales, vampiros, ingeniería genética, complots mundiales (¿Existió de verdad la gripe aviar?), la relación del protagonista con su peculiar familia o su interés amoroso por la periodista saboescribana Amelia Mitz (con el poder de provocar sensaciones culinarias mediante la escritura. Si, es tan raro como suena).



Precisamente lo peculiar de los personajes y el constante tira y afloja entre ellos es uno de los principales atractivos de Chew: John Colby, el compañero cibernético del protagonista; Mike Applebee, el repelente superior de ambos y aficionado a hacerle la puñeta al protagonista; el ambiguo Mason Savoy, también cibopata y capaz de todo para averiguar la verdad tras la plaga mundial… Lyman consigue que cada personaje tenga voz propia y que la interacción entre ellos siempre deje un dialogo o reacción memorable.



Concebida como una historia cerrada de aproximadamente sesenta números, la cabecera ha superado ya la veintena de entregas, creciendo en popularidad gracias al boca a boca entre los lectores y recopilando galardones de la crítica. Chew es una serie difícil de clasificar y que presenta varias dificultades para convencer al lector medio. No cuenta con autores de trayectoria larga y/o prestigiosa, no se apoya en personajes conocidos y su estilo gráfico o su extraño planteamiento pueden ser a primera vista desdeñados como infantilizados o intrascendentes. Sin embargo basta una sola entrega para que el lector se enganche a una de las series más originales y entretenidas del momento.


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