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John Smith: el brit olvidado

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 21/07/2010

Allá por los años 80 se produjo en el comic americano un fenómeno similar al de los Beatles, los Rolling Stones y demás en los 60. DC comenzó a fichar a numerosos autores británicos, en su mayoría provenientes de la revista 2000 AD, que revolucionaron de arriba abajo el comic yanqui. Dibujantes aparte (Dave Gibbons, Brian Bolland, Steve Dillon) destacaron guionistas como Alan Moore, Neil Gaiman, Grant Morrison, Peter Milligan, etc. Recientemente la editorial Kraken ha publicado la antología Future Shocks con los primeros trabajos de estos autores. Y entre ellos un nombre destaca de los demás casi por omisión: John Smith. Se trata de un guionista en la misma vena rompedora de sus compatriotas antes citados. La diferencia está en que Smith jamás ha alcanzado una notoriedad similar a la de un Milligan o un Ellis, al menos fuera de su país.

John Smith se inició como guionista hacia 1985 con trabajos para editoriales británicas como DC Thompson (sin relación con Batman & Cia) y Fleetway, con seriales de ciencia ficción como Starblazer o la citada Future Shocks. Ya en estos primeros trabajos puede encontrarse el que será su estilo característico: predilección por la ciencia ficción, la narrativa intrincada, un gran trasfondo cultural y referencial y un tono político crítico y anticonservador. Asentado en Fleetway, pronto destacó como uno de los principales nuevos talentos de la editorial en general y la cabecera 2000 AD en particular. Su primer trabajo destacado –y el primero publicado en España- fue The New Statesmen para la revista Crisis. Se trata de una visión distopica del género de los superhéroes llena de manipulaciones genéticas, conspiraciones políticas, incorrección y generosas dosis de violencia. Jim Baikie, Sean Phillips y Duncan Fegredo fueron sus ilustradores. Indigo Prime, dibujada por Chris Weston para 2000 AD es sin embargo el que más fama le reporta. Se trata de las historias de una especie de policía interdimensional cuyos agentes son personas fallecidas obligadas a reparar los fallos del espacio y el tiempo. También destaca su labor sobre clásicos de la casa como Rogue Trooper y Juez Dredd.

Con este bagaje bajo el brazo a principios de los 90 Smith es contactado por DC como posible sustituto de Jamie Delano en Hellblazer junto a otros dos jóvenes escritores: Mark Millar y Garth Ennis. Al final este último se hizo cargo de la serie, iniciando una fulgurante carrera en USA. El trabajo de Smith sobre John Constantine se limito a una historia de relleno en Hellblazer nº 51. A modo de compensación se le encargo el relanzamiento del Dr. Fate. Sin embargo las ideas de Smith son tan radicales que se ve obligado a crear un nuevo personaje llamado Scarab y a limitar sus planes a una serie limitada a ocho números sin gran repercusión. Desencantado con la experiencia, Smith volvió al mercado británico, donde aún continúa. Salvo un puñado de números de Vampirella para Harris Comics no ha vuelto a colaborar con el mercado USA, lo que le ha convertido prácticamente en un desconocido a nivel internacional. Seriales como la post apocalíptica Revere, la fantástica Firekind o Devlin Waugh -sobre un exorcista gay del Vaticano (sic)- son algunas de sus creaciones posteriores.

¿Por qué Smith no triunfó donde sus compatriotas si lo hicieron? Es un poco injusto emitir un juicio habiendo podido leer tan poco de su material, pero servidor apostaría por que su escritura, fuertemente referencial y llena de juegos narrativos, acaba por resultar un tanto farragosa. Si bien autores como Morrison, Moore o Milligan también tienden a los experimentos expresivos y a la densidad argumental (véanse Los Invisibles, From Hell o Enigma) estos saben lograr un punto medio que facilita la lectura. Smith es por lo tanto un guionista difícil y muy particular, pero si hay algo que no le falta son ideas buenas y rompedoras. Las suficientes al menos para estar atentos en las raras ocasiones en que este autor aparece en el mercado español.

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