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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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"Fue muy duro subir 100 kilos de sociópata a la cima de las torres de Gotham… Sólo por el grito ya valió la pena." Batman / Dark Knight Returns #2
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Black superpower

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 30/01/2013
Etiquetas: Pantera Negra / Sector /

Mediante el estreno de Django desencadenado Quentin Tarantino no solo rinde un reverencial homenaje al western cinematográfico. También crea un interesante héroe afroamericano, enfrentado a un mundo dominado por el racismo mientras exige su libertad y reivindica sus raíces. Al igual que en el cine, en el comic los personajes de color han tenido que conquistar su propia independencia y orgullo racial en un medio generalmente dominado por los WASP (blancos anglosajones protestantes).

Ya en los comics de la Edad de Oro podemos encontrar personajes de raza negra, pero rara vez estos pasan de meros secundarios/ayudantes (como Lothar, el compañero del mago Mandrake)- o de ser una suma de trasnochados estereotipos racistas (como el Ebony White creado por Will Eisner para The Spirit). Es a partir de los años 60 del pasado siglo, coincidiendo con el auge del movimiento afroamericano por los derechos civiles, cuando comienzan a aparecer personajes negros de carácter fuerte, independiente y que no tenían que pedir disculpas por el color de su piel. Marvel, siempre con un ojo puesto en la sociedad y cultura del momento, dio la campanada creando al primer superhéroe de color: Pantera Negra. En 1966 Stan Lee y Jack Kirby presentaron a T´Challa, monarca de la antigua y tecnológicamente avanzadísima nación africana de Wakanda. Un personaje tan destacado por sus habilidades físicas como por su inteligencia (capaz él solo de poner en un aprieto a los 4 Fantásticos) y que exhibía con orgullo sus raíces. Curiosamente apenas un par de meses de su aparición, surgió entre la comunidad afroamericana un polémico movimiento llamado “Los Panteras Negras”. ¿Casualidad o entre sus fundadores había algún fan de los comics?



A principios de los 70 el auge del movimiento cultural conocido como Blaxploitation propició la aparición de superhéroes afroamericanos como el Halcón y Luke Cage en Marvel o Relámpago Negro y el Green Lantern John Stewart en DC. Personajes que lidiaban con temas como la delincuencia urbana o los prejuicios raciales. La integración racial propugnada por Martin Luther King iba lográndose poco a poco, de forma que ya no era extraño que personajes como Blade, Tormenta o Mal Duncan formasen parte importante de series grupales como La Tumba de Dracula, Uncanny X-Men o Teen Titans respectivamente. O que una editorial como Eclipse eligiese una historia con un protagonista de color (Sabre) para iniciar su producción. Llegada la década de los años 80 incluso pudimos ver la “osadía” de que Iron Man se convirtiese en un hombre negro (con James Rhodes, futuro Maquina de Guerra, sustituyendo a Tony Stark bajo la armadura durante una larga temporada) o que el líder de un supergrupo mayormente blanco fuese un personaje de color (caso de Night Thrasher en The New Warriors).



Ya en los años 90 los superhéroes negros consiguieron algunos de sus mayores éxitos editoriales como el superventas Spawn de Todd McFarlane o la creación -dentro de DC- de la línea Milestone. Esta última iniciativa implicaba a un grupo de series como Static, Icon o Hardware, protagonizadas por personajes afroamericanos y elaboradas mayormente por autores de color como Dwayne McDuffie o Denys Cowan.



El apoyo del cine de superhéroes –con producciones mejores o peores como la trilogía Blade (1998-2004), Catwoman(2004) o Hancock (2008)-, las atrevidas reformulaciones de la línea Ultimate de Marvel –con sus versiones afroamericanas de Nick Furia o Miles Morales, el nuevo Spiderman-, la revalorización de Luke Cage por Brian Bendis o la producción de obras tan estimables como Capitán América: La verdad –el descubrimiento de que Steve Rogers tuvo un predecesor de raza negra- demuestran que tal vez en las viñetas aún queda un largo camino para alcanzar la paridad, pero el tramo recorrido no es para ni mucho menos despreciable.


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