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Before Watchmen: balance de añadidos

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 08/05/2013

Empezar la carrera con un disparo en el pie. Básicamente es la sensación generalizada a la hora de afrontar la lectura de las miniseries que conforman la línea Before Watchmen. Las numerosas e indiscutibles virtudes del trabajo de Alan Moore y Dave Gibbons no hacen fácil acercarse a la misma para añadirle nuevos capítulos. El temor a banalizar la obra original, contradecir lo allí narrado o ser vapuleado en las comparaciones es algo que requiere valor por parte de unos autores sabedores de que su trabajo va a ser mirado no con lupa, sino con microscopio. Ahora, superado el estupor y recelo iniciales y con las precuelas pudiendo ser juzgadas por sí mismas (y no sólo por su condición de anexo), el resultado se antoja bastante positivo y no exento de virtudes.



Para empezar, Before Watchmen tiene a su favor una envidiable plantilla creativa. Guionistas como Brian Azzarello, J.M. Straczysnki, Darwin Cooke ó Lein Wein y dibujantes como Amanda Conner, Lee Bermejo, J.G. Jones, Adam Kubert, Adam Hughes, Jae Lee, Eduardo Risso, Steve Rude y el propio Cooke son garantía de un producto sólido. De hecho, proporcionalmente DC ha mimado mucho más las precuelas de Watchmen que el relanzamiento de sus Nuevos 52, caracterizados por grandes altibajos. En Before Watchmen la impresión es de un nivel de calidad generalizado –tanto a guión como a dibujo-, pero también de gran variedad narrativa. Cada precuela tiene una personalidad y estilo propios, ajustados a sus respectivos protagonistas. Muestra de ello son el tono áspero, truculento y deprimente que Azzarello y Bermejo imprimen a Rorschach, el aroma de drama histórico épico con que Darwin Cooke narra la trayectoria de los primeros enmascarados en Minutemen, la conspiración y descreimiento en las cloacas de la política yanqui de El Comediante o el retrato de la rebeldía adolescente y los peligros de la época del amor libre en Espectro de Seda.



Pero a pesar de esa entidad propia el principal defecto de todas es su dependencia de la obra original. En concreto su incapacidad (no sabemos si por exceso de respeto, falta de ideas o imposición editorial) de ir más allá de lo narrado en el original. En varias ocasiones los argumentos parecen más preocupados por conectar cronológicamente con lo escrito por Moore que por mostrar lo que éste no nos contaba. O bien se recrean explicando con pelos y señales cosas que ya estaban perfectamente claras. Así, cuando Straczynski hace juegos narrativos con el Dr. Manhatthan, el espacio-tiempo y la posibilidad de alterarlo, el resultado no es malo, pero no cuenta nada que no estuviese ya en el famoso episodio llamado Relojero.



Cuando Wein describe el proceso ideológico que llevó a Ozymandias a planear un apocalipsis no obtenemos más razones que las que explicaba al final de Watchmen. Y cuando Azzarello narra las pesquisas de Rorschach para atrapar a un asesino en serie parece un día cualquiera en la agenda del personaje. Sólo las miniseries escritas por Cooke usan lo que Moore apuntaba muy de pasada y le sacan verdadero jugo, como sucede con la relación amor-odio de Laurie Juspeczyk y su madre, la amistad entre los Búho Nocturno y Espectro de Seda originales o el peculiar carácter de Silueta y Justicia Enmascarada.



Respecto a la narrativa, Before Watchmen resulta mucho más tradicional y menos inventiva que su predecesora. Frente a la poliédrica, densa y minuciosamente detallada trama de Moore, los guiones de las precuelas se caracterizan por su linealidad y concisión. Y cuando intentan experimentar parece ser más por reflejo (Dr. Manhatthan) que otra cosa. Por otro lado frente a la simbiosis total entre guión y dibujo de aquella, el carácter estático de algunos (Bermejo) o la casi desconexión con el guión de otros (Lee) palidece.



Por tanto ¿Está Before Watchmen a la altura del original? Rotundamente no. ¿Puede convivir con la serie a la que precede? Perfectamente. ¿Ofrece una buena lectura? Con alguna pequeña pega, por supuesto. Más allá de prejuicios y respeto reverencial al final esto último es lo que verdaderamente importa.


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