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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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"He atravesado incontables dimensiones distintas y realidades paralelas, y aún no he encontrado un problema que no pueda resolverse con una serie de balas bien dirigidas." Marvel Boy / Reinado Oscuro: La Lista
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Goodbye Mr. Colan

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 29/06/2011
La Atalaya del Vigía

Nunca es tarde para recordar a los clásicos. Desgraciadamente suele hacerse cuando ya no están. Es el caso de Gene Colan, fallecido la pasada semana a los 84 años tras agravarse el problemático estado de salud que venía arrastrando en los últimos años. Con él se va uno de los lápices más personales, irrepetibles y fascinantes del cómic USA.

Dibujante precoz, sus comienzos en la industria fueron duros y empezando por lo más bajo. Debutó profesionalmente con 18 años en la serie Wing Comics para la editorial Fiction House, pero no fue hasta cumplir el servicio militar cuando empezó como profesional. Fue fichado por Timely (predecesora de Marvel) como dibujante de plantilla, realizando la mayoría de su trabajo sin acreditar. A finales de los 40 empezó a dibujar por encargo para National Comics (futura DC) y Atlas Comics (sucesora de Timely) en series de contenido bélico (Our Army at War, G.I. Tales), westerns (Hopalong Cassidy) y romántico. Fue una primera etapa de aprendizaje donde su lápiz comenzó a ser más suelto, empezando a experimentar con las figuras difuminadas y los contrastes de luces y sombras que se convertirían en su sello distintivo.

Su gran despegue profesional tuvo lugar en la Edad de Plata, con la fundación de Marvel en los 60. Tras varios trabajos en Tales to Astonish y Tales of Suspense sobre personajes como Namor e Iron Man la consagración le vino en forma de superhéroe ciego. Empezando por el nº 20, Colan se convirtió en el cronista gráfico de Daredevil durante más de 80 números, que unidos a otros producidos a finales de los 70 y los 90 le convierten en el autor que más veces ha dibujado al personaje. También destacan en esta época sus trabajos en Capitán América (haciéndole compartir cabecera con El Halcón) y Dr. Extraño. Con este último personaje ensayó el estilo tenebroso que llevaría a su máximo punto en la que posiblemente sea su obra cumbre: La Tumba de Dracula.
Tomándose el proyecto como algo personal, Colan se entregó al mismo en cuerpo y alma, realizando un exhaustivo diseño de los personajes que impresionó tanto a los editores que le dieron la serie a él pese a que ya había otro dibujante previsto. Mano a mano con el guionista Marv Wolfman, realizaron sin interrupción 70 números, revitalizando el aura villanesca del célebre vampiro y creando entre otros personajes, al popular Blade. Pese a su férrea dedicación a la serie, tuvo tiempo para unirse al iconoclasta Steve Gerber dibujando la mayoría de números de otra serie emblemática de los setenta: Howard el Pato.

Ya en los 80 Colan cambiaria de aires pero no de estilo, trasladándose a DC y poniendo su talento para las atmosferas siniestras alternando el dibujo de Batman y Detective Comics. Sin pausa alguna también prestó su lápiz a series como Wonder Woman, El Espectro, Night Force, Jemm hijo de Saturno o la miniserie policiaca Nataniel Dusk, donde se permitió el lujo de experimentar con el uso de acuarelas. Este supuso su primer trabajo con Don McGregor, guionista con el que colaboraría en varios proyectos para Eclipse.

Llegados los 90 la producción y repercusión de su obra disminuyó, destacando su regreso La Tumba de Dracula (una miniserie en formato lujo, un especial sobre Blade) y Daredevil (con Joe Kelly) y varias historias para Marvel Comic Presents, Archie Comics y Buffy Cazavampiros. Quizá su mejor trabajo de esta época sea The Spider, miniserie sobre un personaje pulp de los años 30 reproducida directamente de sus lápices con un resultado espectacular. Dedicado a la enseñanza en los últimos años en 2009 (y pese a su grave estado de salud) sacó fuerzas de flaqueza para colaborar con Ed Brubaker en el nº 601 de Capitán América. Premiada con un Eisner, esa historia de vampiros en la IIª G.M. se convertiría en su último trabajo. Un buen colofón a la obra de un artista al que nunca está de más descubrir y/o revindicar.


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