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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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Enki Bilal: Postales del futuro pasado

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 01/04/2015
La Atalaya del Vigía

La figura de Enki Bilal vuelve a cobrar relevancia en el panorama editorial patrio con la publicación de El Color del Aire, última obra de uno de los autores más personales e interesantes del cómic europeo de las últimas décadas.

Nacido en la antigua Yugoslavia, Bilal desarrolló su carrera en Francia publicando profesionalmente sus primeras historias en la revista Pilote con apenas veinte años. Pese a partir de guiones ajenos esos primeros trabajos ya mostraban rasgos autorales en forma de un enfoque pesimista y descarnado del género de ciencia-ficción. Asimismo su dibujo denotaba una fuerte influencia de Moebius que iría dando paso progresivamente a una estética propia. Exterminador 17, historia de Jean-Pierre Dionet sobre un soldado androide que se rebela contra sus creadores, es quizás la que acusa dicha influencia gráfica de forma más evidente.


En 1975 Bilal conoció al guionista Pierre Christin, quien le reclamó para su serie Leyendas de Hoy, antología de historias que utilizan el fantástico como vehículo para la crítica social. El Crucero de los Olvidados, El Navío de Piedra y La Ciudad que Nunca Existió parten de premisas fantásticas –un pueblo sometido a un experimento gravitatorio, el enfrentamiento entre una corporación que adquiere una población costera y las fuerzas sobrenaturales que habitan la misma, la construcción de una utopía urbanística- para hablar sobre temas como el poder del complejo industrial-militar, los excesos del capitalismo y las grandes empresas, las corrupción de los gobiernos y las contradicciones de las ideologías políticas. En dichas obras se aprecia una evolución hacia un trazo de tonos más oscuros, con un aire decadente y ajado, muy detallado en lo referente a objetos y decorados pero también más estático e inexpresivo en lo tocante a personajes.


El dúo Christin/Bilal se prolongaría en otros dos álbumes que, manteniendo el tono crítico, prescinden de la fantasía para abrazar el género histórico. En Las Falanges del Orden Negro la reunión de un grupo de ancianos brigadistas de la Guerra Civil española sirve para hacer una lectura de la lucha contra el fascismo y como este se ha integrado dentro del sistema, dejando obsoletos los viejos ideales. En cambio Partida de Caza documenta los trapos sucios de las dictaduras soviéticas, detallando de forma retrospectiva las traiciones, purgas y miserias personales de sus dirigentes. Dos historias que, pese a romper con la ambientación habitual del autor, suponen sus dos obras más sólidas.

Ya consagrado, Bilal recuperó la ciencia-ficción para su primera obra como autor completo. La Feria de los Inmortales inició una peculiar trilogía sobre Alcide Nikopol, un astronauta que tras varias décadas en animación suspendida regresa a la Tierra, aterrizando en un París futurista gobernado por un dictador y sobre el que orbita una nave piramidal ocupada por alienígenas con aspecto de dioses egipcios. Nikopol se convierte en el inesperado centro de una serie de intrigas que terminan transformándole en líder de una rebelión. El guión, con elementos de sátira, incluye críticas al totalitarismo y la desigualdad de clases. Pero el verdadero peso de la narración recae en el dibujo, con una narración progresivamente más estilizada y atmosférica en su descripción de un futuro decadente, oscuro y lleno de suciedad donde los colores se irán volviendo progresivamente más fríos e irreales en consonancia con la trama. Las secuelas –La Mujer Trampa y Frío Ecuador- son como poco atípicas, cambiando al protagonista principal –la periodista Jill Bioskop en la segunda, el hijo de Nikopol en la tercera- y con la trama volviéndose cada vez más alucinada y surrealista.


Sus dos siguientes obras reincidieron en esa peculiar mezcla de ciencia-ficción, metáfora social y estética decadente ya consolidada como sello personal. La Tetralogía del Monstruo supone una metáfora de la guerra de los Balcanes y la separación de su Yugoslavia natal mediante la historia de tres huérfanos de dicho conflicto. Separados desde la infancia, los tres inician un viaje para reunirse en medio de una Europa futurista dominada por el fanatismo religioso y el terrorismo. Por su parte la trilogía iniciada con Animal'z -y concluida con El Color del Aire- muestra una Tierra arrasada por una catástrofe ecológica provocada por el propio planeta, donde los humanos supervivientes vagan buscando las pocas zonas habitables que quedan.


Ambas son obras con guiones progresivamente crípticos donde el tono, a ratos onírico, de los dibujos y el color ocre casi minimalista acaparan el protagonismo. Quizá el Bilal más reciente no sea una lectura fácil para el lector casual, pero resulta perfectamente coherente consigo mismo, habiendo depurado sus obsesiones temáticas hasta generar una expresión visual de las mismas reconocible al primer vistazo. Merece la pena intentar acercarse a un autor cuya obra escapa de formulas repetitivas para ensanchar las fronteras del medio y sus posibilidades.


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