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Superhéroes y sus ¿lectores?

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 21/09/2011


El relanzamiento de DC ha llegado a las librerías de EE.UU. Entre las cifras alcanzadas destaca la Justice League de Geoff Johns y Jim Lee (era previsible) como el título más demandado, rebasando generosamente los doscientos mil ejemplares. Asimismo, la mitad de nuevas cabeceras han agotado su tirada y ya preparan segunda edición. Son buenas cifras, las mejores que DC u otra editorial han tenido últimamente pero hay ligero problema: que están a años luz de cosas como los siete millones y medio de ejemplares de X-Men de Claremont y Jim Lee o los cinco millones del Spiderman de Todd McFarlane. De hecho, ni juntando todo el top ten las ventas se acercan. Preocupante ¿Verdad?


Hace 20 años esas cifras serían motivo para una cancelación fulminante y sin embargo hoy son lo máximo que es capaz de alcanzar el antaño todopoderoso comic de género. Y eso teniendo en cuenta que la inmensa mayoría del material superheroico que se publica actualmente le da mil vueltas (en guión y dibujo) a la práctica totalidad del producido en los 90. Asimismo la presencia del género en otros medios como el cine es indiscutible y debería servir de acicate a las ventas atrayendo a nuevos lectores. Sin embargo no es así, ¿por qué?

Se han apuntado varias causas como el mercado paralelo del tomo, el menor nivel de ingresos de los consumidores debido a la crisis o la piratería digital. Vacas sagradas del medio como Alan Moore incluso han señalado la endogamia creativa de muchos autores que se limitan a reinventar argumentos previos sin añadir elementos originales y el progresivo empobrecimiento y desencanto que ello conlleva. Tal vez todos tengan su parte de razón y tal vez todos se equivocan, pero servidor cree que el principal problema es el público. O más bien la falta del mismo.

De un tiempo a esta parte da la sensación de que el comic en general (y el norteamericano en concreto) no crea nuevos lectores. No es cuestión de que ahora los jóvenes tengan un mayor abanico de opciones de ocio (que también) sino de que aunque los superhéroes gusten (véase el éxito de sus películas y/o videojuegos) nunca se consigue que ese entusiasmo logre la sinergia necesaria para llevar a ese potencial nuevo lector a la fuente original. Todo lo más lleva a una compra puntual de un tomo o un nuevo nº 1 que en nueve de cada diez casos no tiene continuidad. Este cuello de botella (cuyas principales características ya detallamos previamente) se va estrechando cada vez más debido a la estrechez económica de los tiempos y a pesar del mayor (re)conocimiento del medio a nivel general. En nuestro país, con un mercado considerablemente más pequeño, ya ni siquiera el manga supone un soporte fiable. Y que el máximo ente editorial (Planeta) haya optado por abandonar el barco, o al menos la mayor parte del mismo (los derechos de DC), crea un clima de inquietud cara al futuro nada agradable que alcanza a lectores, libreros, distribuidores e incluso editores.



En ese aspecto, la fuerte apuesta de DC por simultanear la publicación tradicional con la digital es un valiente paso adelante por mejorar la sinergia mediática y abrir puertas a nuevos lectores. Más allá de los prejuicios que uno pueda tener, si contribuye a la mejora del sector sea bienvenido. De todas maneras conviene ver la botella medio llena y recordar que de finales de los años 40 hasta principios de los 60 los superhéroes estaban prácticamente al borde de la extinción. Que hoy día sigamos dándole vueltas al tema es buena señal.


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