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Hellblazer de Jamie Delano: Pecados Originales

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 12/01/2016
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A lo largo de su trayectoria John Constantine ha gozado de un listado de cronistas del que pocos personajes pueden presumir. Creado por Alan Moore en las páginas de La Cosa del Pantano, el astuto mago callejero rápidamente obtuvo una cabecera propia titulada Hellblazer que, a lo largo de sus trescientos números, vio desfilar a Garth Ennis, Warren Ellis, Brian Azzarello, Mike Carey o Peter Milligan. Pero pese a no gozar del mismo renombre que los antes citados, ninguno ha sido tan fundamental a la hora de asentar un personaje tan carismático e icónico como el guionista Jamie Delano.


Pese a su corta trayectoria en el cómic británico, Delano fue elegido como el guionista encargado de lanzar las aventuras en solitario de Constantine por recomendación de su amigo y vecino -ambos son de Northampton- Alan Moore cuando este rechazó la oferta. Pero rápidamente quedó claro que la asignación respondía a algo más que a un “enchufe”. Manteniendo la visión renovadora del género de terror que Moore había insuflado durante la saga American Gothic, Delano introdujo ya desde el primer número una pátina de crítica social y política contestataria, enlazando elementos sobrenaturales –demonios, brujería, fantasmas, sectas, asesinos rituales, viajes astrales- con puyas directas y sin disimulo sobre asuntos como la pobreza del tercer mundo, la homofobia, las traumáticas secuelas en los veteranos de guerra, el racismo, la ecología, la corrupción política o el recorte de libertades. Ya en Ir a por Todas (Hellblazer #3) no le tiembla el pulso al establecer una relación directa entre el gobierno conservador de Margaret Thatcher y un grupo de demonios que desean su reelección debido a la cantidad de almas que su política social y económica envía al infierno (sic). Un componente de denuncia que, salvo puntuales excepciones, posteriores guionistas fueron obviando a favor del terror puro y duro.


Pero más allá de su manejo de los mecanismos del horror y su provocador enfoque de sátira social, Delano demostró unas excepcionales dotes para la caracterización de personajes. Moore le había legado un personaje carismático de personalidad manipuladora y un turbio pasado apenas insinuado. Delano lo situó en un ambiente propio, lo rodeó de un interesante reparto de secundarios y aclaró sus tortuosos orígenes. Así, en las calles de convulso Londres de finales de los 80 Constantine se encuentra con viejos amigos –el incrédulo, fiel y calzonazos taxista Chas Chadler, su hermana Cheryl, su sobrina Gemma-, descubre a su némesis –el demonio Nergal- y revive su pasado como descendiente de un largo linaje de magos, músico punk y paciente de un sanatorio mental, atormentado por un fallido exorcismo que le costó la vida a una niña. Este último suceso marca de forma definitiva la esencia del personaje: un yonqui de lo sobrenatural adicto a caminar sobre el filo de la navaja. Un astuto manipulador que siempre acaba saliéndose con la suya pero no puede evitar que aquellos que le rodean paguen el doloroso precio. Un ganador cuyas victorias siempre son pírricas.


Acompañado por dibujantes como John Ridway, Richard Piers Rayner, Steve Pugh y unos primerizos Mark Buckingham y Sean Phillips, el apartado gráfico de la etapa gozaba de una estética cruda y feista que, si bien en ocasiones adolece de un pobre acabado, refuerza el tono trasgresor e incomodo de los guiones. Tramas como Newcastle (#11), La Máquina del Miedo (#14-22) y El Hombre de Familia (#28-31) figuran entre las historias señeras del personaje. Delano pondría final a su etapa con El Mago (#40), alucinada y alucinante historia ilustrada por Dave McKean donde, viaje astral mediante, Constantine descubre que tenía un hermano gemelo al que asesinó mientras estaban en el útero materno (sic).


Aunque abandonaría la serie declarando no tener más historias que contar sobre el personaje, la conexión entre ambos es tan fuerte que Delano acabaría volviendo sobre el mismo de manera intermitente en forma de números sueltos (#84 y #250), miniseries (The Horrorist, Mala Sangre) y especiales (Pandemonium) que certifican la fortaleza de su enfoque. Y es que a pesar de no ser su creador ni gozar del reconocimiento de posteriores cronistas puede decirse sin temor a error que John Constantine difícilmente habría logrado ser un personaje tan emblemático sin la contribución de Delano. La cuidada reedición de esta etapa por ECC permite redescubrir un trabajo definitorio tanto del personaje como del cómic adulto norteamericano así como atraer la atención sobre la obra de un guionista virtualmente desconocido para el público mayoritario y que debería dejar de serlo.


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