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Daredevil de Bendis y Maleev: Desenmascarando al Diablo

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 17/08/2016
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Etiquetas: La Atalaya del Vigía / Sector /

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A finales de los noventa el relanzamiento de Daredevil dentro del sello Marvel Knights supuso el regreso del personaje a primera línea editorial. Terminaba así una larga época donde solamente Ann Nocenti parecía haber dotado de cierta personalidad a la serie del Diablo Guardián. El resto se habían limitado a copiar de forma rutinaria los tics de la influyente etapa de Frank Miller sin apenas rastro de la solidez e inventiva de la misma. Pero a pesar de la calidad de la nueva andadura esta carecía de cierta consistencia, caracterizándose por unos autores –Kevin Smith, David Mack, Brian Bendis, Bob Gale- que apenas se mantenían en la serie media docena de números. Todo cambió cuando el citado Bendis regresó con una premisa tan ambiciosa como atrevida bajo el brazo.


En el #26 USA se iniciaba una saga cuyas repercusiones iban a sacudir por completo el estatus quo del personaje. Lo que comenzaba como una guerra de bandas mafiosas entre Kingpin y el ambicioso aspirante Sammy Silke terminaba con una inesperada consecuencia para el héroe invidente: su identidad secreta, atesorada por Kingpin durante años como parte de un perverso juego de ajedrez entre héroe y villano, se hacía pública en la prensa. En realidad no era la primera vez que Daredevil afrontaba semejante situación. A principios de los 90, el guionista D. G. Chichester ya planteó un argumento similar en su saga Caída del Paraíso. La diferencia entre ambas historias es que en esta ocasión Bendis decidió afrontar tan explosiva premisa llevándola hasta sus últimas consecuencias, sin recurrir a ningún truco fácil y rápido para solucionar el problema.


Organizada en forma de sagas de entre cuatro y seis números, en realidad esta etapa puede ser contemplada como una única historia de casi sesenta números de extensión. Una historia-río donde la revelación pública de su doble identidad lleva tanto a Matt Murdock como a su alter ego disfrazado a una sucesión de situaciones insólitas: la ardua batalla legal emprendida por el abogado invidente contra los medios para proteger su identidad; su inesperado matrimonio; su autonombramiento como nuevo Kingpin del barrio de Hell´s Kitchen; las no siempre positivas reacciones del resto de héroes ante sus nueva posición; las maniobras de Wilson Fisk para recuperar su puesto; el papel de las autoridades respecto al héroe y sus nuevos métodos… son algunas de las líneas maestras plagadas de giros inesperados que caracterizan una etapa donde, aunque los guiños a la continuidad no siempre estén bien resueltos cayendo en varios errores –algo habitual en el guionista- Bendis demuestra conocer a la perfección la esencia del personaje.


Asumiendo sin disimulo la influencia del trabajo de Miller desde el mismo inicio, el enfoque de Bendis se acerca más al tono de serie negra que a la típica historia de superhéroes, estando más en sintonía con sus primeros trabajos en el cómic independiente –Jinx, Torso- que a sus aportaciones al cómic mainstream- Ultimate Spiderman, Vengadores, Guardianes de la Galaxia-. A esta impresión contribuye sobremanera la aportación de Alex Maleev y su trazo de “realismo sucio” que, con especial predilección por los ambientes urbanos turbios, logra crear una estética distintiva al resto de series de Marvel. Y aunque Maleev pueda pecar de cierto estatismo en la narración y expresividad de sus personajes, el atmosférico y tremendamente detallado resultado de sus páginas lo compensa con creces, estableciendo una alquimia única con el guión donde la tendencia habitual de Bendis a los largos diálogos y la descompresión narrativa no acaban pesando en la lectura. Tanto es así que los escasos episodios dibujados por algún autor invitado dejan la sensación de que falta algo importante.


Con un excelente trabajo de caracterización de personajes tanto veteranos –Kingpin, Foggy Nelson, Ben Urich, María Tifoidea- como nuevos –Milla Donovan, la nueva Tigre Blanco- y ajenos –Luke Cage, Jessica Jones, Spiderman- esta larga etapa también deja espacio para interesantes interludios argumentales –la trama de espionaje relacionada con la Viuda Negra- y experimentos narrativos –el número mudo o el formado por una larga secuencia de lucha entre Daredevil y cien (literal) miembros de la Yakuza-. Pero sin duda uno de los puntos álgidos es su conclusión. Y es que Bendis y Maleev pondrían punto y final a su labor en el #81 USA con un inesperado desenlace que, en lugar de devolver al genio dentro de la botella, se atrevía a dejarlo en una situación aún más insólita y complicada que la que daba inicio a su etapa.


Pese a lo prometedor de sus posteriores colaboraciones –Spiderwoman, Caballero Luna, Scarlett- el tándem creativo Bendis/Maleev jamás ha vuelto a ofrecer un resultado tan redondo. La ambición, inventiva y calidad global que desprende su etapa en Daredevil sitúan a esta no sólo entre las mejores del personaje, sino también entre los mejores comics que Marvel ha ofrecido en los últimos años. Un trabajo de los que crean y/o recuperan la afición por el medio y que, por diversos azares editoriales, no había conocido en nuestro país una edición a la altura de su calidad. Sirva su edición dentro del sello Marvel Saga como aviso para veteranos y novatos por igual.


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