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Los Libros de la Magia: El viaje del niño hechicero

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 07/06/2017
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Una de las consecuencias de la “invasión británica” a mediados de los años ochenta fue la recuperación en el universo DC del terror sobrenatural y sus personajes desde un renovador punto de vista adulto y sofisticado. Alan Moore abrió la puerta con La Cosa del Pantano y Neil Gaiman cruzó con The Sandman. Sin embargo, a esa renovación aún le faltaba organización. Un mapa que explorase ese (re)descubierto territorio argumental y dispusiese en orden todas sus piezas. Una guía de viaje que acabó respondiendo al apropiado nombre de Los Libros de la Magia.


Los editores encargaron la tarea al citado Gaiman, que a su vez supo llevarse el encargo a su propio terreno otorgando el protagonismo de la narración a Tim Hunter. El papel de este niño de doce años de incipiente potencial mágico permitía al guionista matar dos pájaros de un tiro: mostrar, ordenar y clasificar el reparto y escenarios sobrenaturales de la editorial y, al mismo tiempo, desarrollar un personaje que le rondaba por la cabeza y cuyo desarrollo adquiría esas connotaciones mitológicas de las que versan los escritos de Joseph Campbell.


Acompañado por cuatro insólitos cicerones como el Fantasma Errante, John Constantine, el Dr. Occult y Mr. E, el joven protagonista pasaba de ser un incrédulo niño corriente a conocer el mundo de la magia y sus complejidades. El método era un clásico “viaje del héroe” que le llevaba al pasado, presente y futuro del universo DC pasando por varios mundos paralelos -Faerie, el Sueño, Mundo Gema, el Infierno- relacionados con la magia. Un recorrido donde, además del citado cuarteto de instructores –sarcásticamente apodado como la Brigada de la Gabardina- aparecían personajes como el Dr. Fate, el Espectro, Deadman, Etrigan, Zatanna, Madame Xanadu o los Eternos entre otros. Terror, humor y fascinación continua eran los ingredientes que caracterizaban los cuatro números de la miniserie resultante, a cargo de cuatro dibujantes –John Bolton, Scott Hampton, Charles Vess, Paul Johnson- que reflejaban, cada uno con su propio estilo, los enclaves fantásticos por los que discurría la trama en todo su potencial. Quizá la mayor pega que podría ponerse al más que notable resultado es que el viaje dispuesto era tan largo y fascinante que cuatro números acababan haciéndose cortos.


Un pensamiento que sin duda cruzó la mente de los editores –junto a la posibilidad de rentabilizar el tirón de Gaiman- que rápidamente decidieron proseguir con Tim Hunter y su profetizado papel como el hechicero más poderoso de la era actual. Tras tomar parte del crossover La Cruzada de los Niños, en 1994 Hunter obtenía serie regular propia dentro del recién formado sello Vértigo. El guionista John Ney Rieber y el dibujante Peter Gross fueron los nuevos cronistas de esta andadura regular donde se narraba el crecimiento físico, emocional y mágico del joven Tim tras decidir seguir el sendero de la magia.


Las maquinaciones de reina Titania de Faerie y sus misteriosos vínculos con el origen del protagonista, su incipiente relación amorosa con la joven Molly O´Reilly, la amenaza de un posible yo futuro entregado al lado oscuro de la magia, la repentina desaparición de su padre ignorante de la faceta sobrenatural de su hijo o el dilema de un protagonista atrapado entre el mundo “normal” y los reinos de la magia fueron algunas de las tramas desarrolladas a lo largo de un total de setenta y cinco entregas y cuatro anuales. A las mismas hay que añadir varios spinoffs en forma de miniseries dedicadas a personajes secundarios bajo el título genérico de Books of Faerie.

Pese a no lograr la repercusión de la miniserie original o la fama de otras de sus compañeras de línea, la cabecera proseguiría tras su cierre mediante varias secuelas como la miniserie The Names of the Magic –donde Tim ingresa en la Escuela Blanca, institución para enseñanza de la hechicería- obra de Dylan Horrocks y Richard Case que se prolongaría en la serie regular Hunter: The Age of Magic durante veinticinco números a cargo del mismo equipo creativo. En 2005 se lanzaría Los Libros de la Magia: Vida en Tiempos de Guerra, título a cargo de Si Spencer y Deam Ormston. Cancelada tras apenas quince episodios, esta nueva cabecera buscaba dar un giro mediante versión alternativa que intentaba -sin mucho éxito- ofrecer una versión más madura y oscura de la trama, con un Tim Hunter adolescente atrapado en un guerra entre dos mundos fantásticos creados por el mismo.


A pesar de su fugaz incursión en las páginas de la Liga de la Justicia Oscura, actualmente Tim Hunter parece haberse esfumado de aquel universo DC que antaño recorrió de cabo a rabo. La reedición de su primera historia a cargo de ECC nos permite sin embargo atisbar el potencial de un personaje al que algún autor avezado aún podría sacar varios trucos de la manga. Ah, y si alguien ha notado en falta alguna mención a las numerosas similitudes entre Tim Hunter y el archifamoso Harry Potter –creado siete años después que el primero- es porque no son tal. El propio Gaiman negó en su momento cualquier posibilidad de plagio por parte de J.K. Rowling, alegando que en realidad ambos se habían inspirado a su vez en la larga tradición literaria de historias sobre jóvenes hechiceros. Que personaje resulta más interesante queda a discreción del lector.


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