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Constantine: ¿Hay vida después de Vértigo?

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 05/07/2017

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Cuando en 2013 DC hizo pública la cancelación de Hellblazer, para muchos era la crónica de una muerte anunciada. Una muerte que comenzó cuando su protagonista fue reintroducido en la continuidad superhéroica que había abandonado de forma disimulada desde el mismo inicio de la serie y de forma definitiva con la creación del sello Vértigo. En realidad sería más correcto decir que lo que se reintrodujo no fue el personaje, sino una nueva versión del mismo convenientemente modificada respecto al que habíamos conocido desde hace tres décadas.


A raíz de su (re)aparición en el desenlace de El Día más Brillante, DC pasó a tener en liza dos versiones de John Constantine: la solitaria, maquiavélica y cincuentona que habitaba las páginas de Hellblazer y la rejuvenecida y más escrupulosa que pululaba por el universo DC, cruzándose frecuentemente con el resto de sus habitantes hasta el punto de integrarse en un supergrupo -Liga de la Justicia Oscura- con motivo del reinicio editorial de los Nuevos 52. Lo más curioso es que ambas versiones compartían idéntico cronista: un Peter Milligan obligado a realizar malabarismos creativos para mantener separadas ambas formas del personaje, escribiéndolas como un mismo individuo en dos etapas de su vida completamente distintas.


Sin embargo esa solución era poco menos que un parche provisional ante lo inevitable. Tras alcanzar el #300 USA, Hellblazer era cancelada y, solo un mes después, salía a la venta Constantine #1. Esta nueva cabecera escrita por Ray Fawkes profundizaba en el nuevo Constantine, manteniendo el carácter cínico y manipulador marca de la casa pero suavizando notablemente al personaje dotándolo de un nuevo pasado menos traumático y haciendo mayor hincapié en sus habilidades sobrenaturales antes que en su capacidad para la astucia y el engaño. La nueva serie sacaba asimismo al personaje de su Inglaterra natal, privándole de un escenario distintivo casi tan protagonista de sus historias como él mismo.


Frente al hogar familiar roto, la pertenencia a un linaje centenario de hechiceros granujas y su afición a caminar por el filo de la navaja, este nuevo Constantine poseía un mentor llamado Nick Necro, dueño original de su característica gabardina y cuyo aspecto físico recordaba al de la libérrima versión cinematográfica del propio Constantine interpretada por Keanu Reeves -en lo que no se sabe si es guiño humorístico o una concesión a los espectadores de aquella-. Relacionado al personaje con un grupo místico llamado la Secta de la Llama Fría, el argumento principal de esta nueva cabecera se centraba en el enfrentamiento del protagonista con sus antiguos asociados y sus perversos planes. Una historia que incluía el peaje de involucrarse en varios crossovers con los eventos editoriales de turno -Maldad Eterna, El Fin del Mañana- y que acababa transportando a John Constantine a la nueva versión de Tierra-2 para una trama de tono cósmico que acababa enfrentándole al mismísimo Darkseid.


Cancelada tras veintitrés entregas que ni convencieron a los viejos fans ni captaron a otros nuevos, acto seguido DC lanzaba Constantine: The Hellblazer. Como el propio título ya indicaba la idea era devolver al personaje su antigua esencia, manteniendo la versión actualizada del mismo pero recuperando el tono adulto y terrorífico de Vertigo. Desgraciadamente la labor del dúo de guionistas formado por James Tynion y Ming Doyle pronto se reveló como pura pose. Con la mirada puesta en las mejores etapas de Hellblazer ambos recuperaron viejos personajes de la misma como Mercury, Papa Medianoche o La Cosa del Pantano, intentando asimismo devolver al protagonista ese halo fatalista que acababa provocando la muerte de los que le rodean. Sin embargo fueron incapaces de dotar a la serie de la densidad y la mordiente de antaño: ni rastro de los personajes carismáticos, del trasfondo de crítica política o de la sensación de terror implacable que en antaño habían proporcionado nombres como Jamie Delano, Garth Ennis o Warren Ellis. El estilo de dibujo, de trazo limpio y colores claros, tampoco ayudaba a recuperar el tono narrativo previo.


Trece entregas duró este segundo título antes de ser cancelado. Pero el evento editorial Rebirth ha traído consigo la aparición de una tercera cabecera, a cargo de Simon Oliver y esta vez titulada sencillamente The Hellbazer. A priori esta nueva serie, con el regreso del personaje a las calles de Londres y el deje netamente británico aportado por el nuevo guionista forjado en el sello Vértigo, parece indicar el regreso a unos orígenes que nunca debieron ser dejados atrás.


A falta de comprobar si a la tercera finalmente va la vencida (en un sentido u otro), en perspectiva viene a demostrar como cuatro años atrás DC cometió un error intentando reparar lo que no estaba roto y queriendo explotar como estrella a un personaje que siempre ha sido de culto. Un personaje que funciona mucho mejor cuando obedece a las inquietudes creativas de autores con talento y libertad creativa que a las imposiciones comerciales de unos editores que desconocen el material que tienen entre manos. En algún lugar John Constantine, el verdadero John Constantine, sonríe picaramente mientras fuma su eterno cigarrillo, apura una pinta de cerveza negra y espera para volver a la acción. Todos aquellos que sigan la cuidada reedición de sus etapas clásicas a manos de ECC sabrán porque servidor cruza los dedos para que, más pronto que tarde, lo haga.


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