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Pantera Negra de Don McGregor: La etapa definitoria del rey de Wakanda

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 15/02/2018
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El estreno de Black Panther (2018) ha propiciado que Panini Cómics recupere diverso material antiguo dedicado a la figura del monarca de Wakanda. De entre el mismo destaca el recopilatorio de la línea Marvel Gold rescatando la primera etapa escrita por Don McGregor, guionista que con sus aportaciones a lo largo de los años redefinió al personaje al tiempo que le imprimía un poso de realismo y crítica social poco frecuente en el género.

Creado por Stan Lee y Jack Kirby,
Pantera Negra apareció por primera vez en 1966 en las páginas de Los 4 Fantásticos. T´Challa, recién nombrado monarca de Wakanda, llamaba la atención no solo por un exótico trasfondo relacionado con una nación treméndamente avanzada en el corazón de África donde magia tribal y tecnología punta se daban la mano. También por ser el primer superhéroe de raza negra del cómic mainstream en una época donde la lucha por los derechos civiles y contra la segregación racial estaban en pleno auge en los EE.UU. Durante los siguientes años, el personaje engrosó en las filas de los Vengadores, donde guionistas como Roy Thomas y Steve Englehart irían ampliando su peculiar historia y entorno.


Pero durante dicha época T´Challa no dejaba de ser uno más del grupo, incapaz de arañar el protagonismo que su innovador potencial auguraba. No fue hasta 1973 cuando Marvel decidió dar rienda suelta al mismo aunque fuese discretamente. Pantera Negra pasó entonces a protagonizar las páginas de Jungle Action, cabecera genérica que la editorial utilizaba como cajón desastre para reeditar viejos cómics de aventuras publicados durante los años 50. A partir del #6, Pantera Negra protagonizaba la historia principal de cada número escrita por Don McGregor, prácticamente recién llegado a las viñetas tras un breve periplo en Warren Publishing. Aprovechando la relajación del Comics Code así como la libertad creativa de un personaje y una colección a los que se presta poca atención, McGregor planteó una ambiciosa historia titulada La Furia de la Pantera. En la misma dejaba de lado a los Vengadores y el resto del universo Marvel para explorar Wakanda y, a través de ella, elementos de la realidad política y social africana.


La trama presentaba a Erik Killmonger, nativo de Wakanda condenado al exilio que, a su regreso, iniciaba una guerra civil para derrocar al actual dirigente. Con la ayuda de aliados como el hechicero Barón Macabro, el encantador de serpientes Venomm y la asesina Malice, Killmonger sometía al protagonista en una serie de violentos y viciosos encuentros. Y aunque la trama incluía elementos fantásticos como criaturas prehistóricas o los servidores zombificados de Macabre, el peso de la historia consistía en describir como la resistencia física y psicológica del héroe iba siendo puesta al límite con un enfoque realista y poco idealizado que adelantaba la renovación que Frank Miller o Alan Moore traerían al género una década después. Rick Buckler, Gil Kane y Billy Graham –el primer dibujante afroamericano del personaje- se alternaban para ilustrar los trece capítulos que componían la historia la cual, gracias a la periodicidad bimestral de la cabecera, permitía la realización de unas páginas narrativamente más elaboradas.


Si La Furia de la Pantera fue impactante, la siguiente saga no se quedó atrás. Aprovechando la condición racial del personaje y el aún candente tema de la segregación, McGregor elaboró una historia que devolvía a T´Challa a los EE.UU. para enfrentarle nada menos que con el Ku Kux Klan cuando Monica Lynne, interés amoroso del protagonista, era amenazada por la infame organización racista. Previamente habíamos visto a T´Challa combatir el racismo contra personajes como Los Hijos de la Serpiente, pero esta vez el guión subía la apuesta afrontando directamente y sin rodeos el odio y la intolerancia del mundo real. La Pantera contra el Klan, de nuevo dibujada por Buckler y Graham, ofrecía un retrato nada cómodo de la situación en los estados del sur que incluía imágenes tan impactantes como la de T´Challa atado a una cruz a punto de ser quemado vivo.


Por desgracia, pese a las buenas críticas, las ventas de Jungle Action acabaron provocando su cancelación en el #24 antes de que la historia pudiese ser concluida. Asimismo, un Jack Kirby de vuelta tras su periplo en DC reclamó el personaje para una serie propia donde embarcaba a Pantera Negra en aventuras fantásticas de corte pulp, eliminando de un plumazo los hallazgos de McGregor. El enfrentamiento contra el Klan vería finalmente su desenlace en la antología Marvel Premiere, pero desgraciadamente fue con Ed Hannigan escribiendo un cierre que se adivinaba apresurado e insatisfactorio.


Pasaría más de una década hasta que McGregor recuperó al personaje con La Búsqueda de la Pantera, historia dibujada por Gene Colan y publicada en episodios de ocho páginas en la cabecera antológica Marvel Comics Presents. En la misma, T´Challa rastreaba la pista de su desaparecida madre Ramonda, prisionera en Sudáfrica en pleno fervor del Apartheid. La buena acogida propició la publicación en 1990 de La Presa de la Pantera, miniserie formato prestigio ilustrada por un ascendente Dwayne Turner cuyo argumento conjugaba elementos políticos –la labor de T´Challa como gobernante y sus relación con otras naciones-, crítica social –la existencia de un incipiente mercado de drogas fruto de la apertura de las fronteras del país-, problemas sentimentales –la relación entre el protagonista y Mónica, mal vista por la condición extranjera de esta y la necesidad de un matrimonio que asegure la sucesión real- y acción –la aparición del villano Solomon Prey, peligroso tanto por su ferocidad física como por su astucia-. Una historia que se cuenta entre las mejores realizadas sobre el personaje y que terminaba con la promesa de una secuela que nunca vio la luz.


McGregor no ha vuelto a escribir al personaje pero la sombra de su trabajo planea sobre la labor de posteriores autores como Christopher Priest, Reginald Hudlin o el actual Ta-Nehisi Coates, que recuperaron no solo personajes y tramas creados por su predecesor, sino también su tono adulto y progresista que permitía historias del personaje que iban más allá del simple entretenimiento. La etapa de McGregor constituye un clásico olvidado que merecería más atención y cuya primera mitad se recupera ahora para regocijo de los más veteranos. Con suerte no habrá que esperar al estreno de la secuela para recuperar el resto.

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