100% Marvel HC - La Patrulla-X: Génesis Mutante 2.0 Bienvenidos al vehículo mutante para el lucimiento de Jim Lee
Artículos relacionados
· Marvel Gold - Los Nuevos Mutantes #1
· Marvel Integral: La Increíble Patrulla-X #1
· Marvel Gold - La Patrulla X Original Volumen 1
Lo que ahora reedita Panini es mucho más que los primeros siete números, dos arcos argumentales, de la serie que estrenase La Patrulla-X allá por 1992. Y no lo digo solo por la fuerte carga emocional que estos cómics tienen para mí, sino para lo que supusieron para la industria del cómic cuando irrumpieron por primera vez en las tiendas especializadas. A principios de los años 90, el género mutante encabezaba sin muchos problemas las listas de venta. Había algo para cada tipo de lector, Chris Claremont gozaba del status de patriarca creativo de la franquicia, y hasta había logrado llevar en paralelo una serie tan original como recomendable llamada Excalibur y, al mismo tiempo, Peter David y su Factor-X estaban al caer, y Rob Liefeld acababa de estrenar su X-Force, rompiendo récords de ventas y demostrando que, al menos por unos años, el dibujo de una serie era tan e incluso más importante que el guión, algo que el tiempo se encargaría de corregir.
Pero volvamos al año 92, mientras recibíamos la noticia de que lo inevitable iba a suceder. La Patrulla-X iba a gozar de una segunda cabecera mensual, algo lógico a tenor de la fiebre mutante existente, pero sorprendente cuando conocíamos que Claremont iba a ser el guionista de la nueva serie y que el ascendente Jim Lee iba a encargarse del dibujo. Para justificar la duplicidad de series, que a partir de ahora continuarían muchas de las tramas de una a otra colección, se creaban dos equipos de mutantes, uno Oro y el otro Azul, y se hacía una especie de punto de bienvenida a nuevos lectores que, sin duda, estaba destinado a funcionar entre los fans, pero nadie supo calcular cuánto. Aún recuerdo la visita aquel verano a mi librería habitual para ponerme al día de las novedades americanas. Se trataba de una pequeña tienda que recibía puntualmente novedades en inglés un par de semanas después de haberse puesto a la venta en yankilandia y, aunque ahora parezca algo increíble, hasta recibían 5 o 6 copias de los títulos más populares, algo impensable al estar en inglés, y sobre todo, porque el cómic no tenía entonces la repercusión y popularidad de que hoy goza. Al llegar noté una gran cantidad de títulos con el logo de X-Men en la portada y pronto comprendí lo sucedido: Marvel había publicado el mismo primer número de la serie con cuatro portadas diferentes, las tres primeras con los integrantes del nuevo equipo y la cuarta con un desafiante Magneto.
Aunque la lógica mandaba llevarme a casa tan sólo una copia del título, las expectativas creadas meses atrás y el impresionante arte de Jim Lee hicieron el resto y terminé llevándome una copia de cada edición. Cinco en total si contamos la que sacaron un par de semanas después en papel de mayor calidad y conteniendo las cuatro portadas a modo de desplegable. Imagino que no fui el único que picó, a tenor de los más de siete millones de copias del número que llegaron a venderse. Soy consciente de que llevo la mayor parte de la reseña hablando de las circunstancias que rodearon la llegada de la serie y poco o nada de la serie en sí, pero es que es muy fácil venderla. Si has leído algo de mutantes de los años 80 y 90, es que conoces y te gusta Chris Claremont y su mezcla patentada de culebrón de tarde y serial de aventuras, y si alguna vez has pasado los ojos por una página ilustrada por ese genio que es Jim Lee, no hace falta que os explique lo espectacular de su arte. Si a alguien le queda alguna duda sobre si llevarse a casa este pedazo de la historia del cómic, comentar brevemente los impresionantes nuevos colores que hacen de esta versión 2.0 compra obligada. Un simple vistazo a las imágenes que acompañan al artículo os servirán para comprobar que luce como un cómic publicado este mismo mes por cualquier editorial y que el tiempo le ha sentado de maravilla a los lápices del artista.
|
|
|