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Batman - Superman #400 Comic Digital

critica

Batman: Pigmalión

La mitología gothamita al estilo Guillem March

REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"Sólo los libros fantásticos pueden transmitir la realidad desfasada en la que vivo." David B. / Epiléptico
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Batman - Superman #400

Cartas de amor a nuestros héroes favoritos

Un artículo de José María Pérez Cuajares - Introducido el 27/02/2019

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Había una época en la que no era necesario conocer todas las historias de un personaje para disfrutarlo a fondo. Podías leer un cómic que finalizase con el más increíble cliffhanger que puedas imaginar, sin tener la mínima oportunidad de saber cómo continuaba la historia, pero eso no mermaba la increíble sensación de haber leído un relato fascinante. Eran otros tiempos, muy distintos de la facilidad con la que hoy se consigue casi cualquier material con años de antigüedad a sólo un clic de distancia, y quizás por eso se disfrutaba con calma de cada una de las viñetas que componían cada cómic de grapa que entraba en tu casa.


Corría el verano del año 1987 y Ediciones Zinco se encargaba de publicar las aventuras de Batman y Superman en nuestro país, con grandes dosis de cariño y a menudo mucha imaginación a la hora de seleccionar formatos y periodicidades. En una de esas calurosas tardes que parece no tener fin, se cruzó en mi camino un Especial Verano de Batman con una increíble portada de Bill Sienkiewicz que aún permanece grabada a fuego en mi mente. Leí ese número cientos de veces durante aquel verano y los años siguientes y aún conservo el tebeo original, amarillento por el paso de los años y las incontables lecturas. Ahora, ECC ha tenido el acierto de recuperar este mítico número, que celebraba las 400 entregas de la serie de Batman, junto a su equivalente del Hombre de Acero en un impecable tomo en tapa dura que hará las delicias de cualquier aficionado.


Doug Moench era el encargado de escribir la historia de Batman, con cariño y respeto por el personaje a partes iguales. Una fuga en Gotham pone al Hombre Murciélago a investigar quién está detrás de todo, al tiempo que debe salvar a todos sus seres queridos, secuestrados siguiendo las órdenes del misterioso villano. Siempre me ha parecido curioso, en posteriores relecturas, que Killer Croc amenace con “romperle la espalda a Batman”, ya que con el paso de los años sería el destino real del héroe a manos del despiadado Bane. Aunque pueda parecer una trama muy manida, el buen hacer de Moench unido a un increíble plantel de artistas formado por Arthur Adams, George Pérez o Brian Bolland, que ilustraban cada uno de los capítulos, hicieron de este número un motivo de celebración por parte de la crítica, cautivando a una generación de lectores. No dudo que leer esta historia por primera vez con 11 años no contribuyera al efecto final.


El caso de Superman es ligeramente distinto pero igualmente fascinante, aunque no tenga la carga nostálgica de la historia de Batman. Elliot S. Maggin se encargaba de escribir varias historias autoconclusivas, que también estaban dibujadas por los principales dibujantes de la época, como Frank Miller, Marshall Rogers o Klaus Janson. En este caso, el nexo común de las historias es el propio mito de Superman, que apenas aparece como personaje, ya que muchas de ellas transcurren en el futuro, pero sí como leyenda, como mito. Se trata de pequeños relatos de carácter intimista que, en muchos de los casos, intentan analizar cómo les ha motivado Superman en algún aspecto de sus vidas. El colofón lo pone la parte final, obra de Jim Steranko, quién a través de cinco impresionantes páginas dobles logra transmitir la idea de Superman como muy pocos autores han sabido hacerlo. El tomo se completa con una colección de pin-ups de artistas como Steve Rude, Jack Kirby, John Byrne o Walter Simonson, un auténtico regalo para los fans.


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