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La Atalaya del Vigía Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"Cuanto menos ropa tenemos, más nos acercamos al aspecto que teníamos cuando llegamos a este mundo. Nuestros cuerpos no tienen clases sociales." Las Serpientes Ciegas
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El cierre de la vieja escuela

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 11/01/2012
La Atalaya del Vigía

He intentado escribir este texto sin dejarme caer en lo catastrofista o sentimentaloide. No se si lo he conseguido, pero al menos espero haber ido directo al grano . Este mes de Enero de 2012 cierra sus puertas El Aventurero, una de las más conocidas y longevas librerí­as especializadas en cómic de Madrid. ¿Los motivos? Pues más allá de circunstancias colaterales relacionadas con temas urbanísticos, el principal es el mismo que lleva afectando a tantos pequeños y medianos negocios durante los últimos tres años: la acusada crisis económica y laboral, traducida en un descenso cada vez mayor de las ventas y del número de clientes. Algo que en un negocio con márgenes tan escasos como es el de los libros -más acentuado todavia si hablamos de cómic- ha llevado la situación hasta un punto insostenible.

Posiblemente aquellos que se han criado en una gran ciudad como Madrid ni siquiera reparen en ello, pero la primera visión que con escasos trece años tuvo El Aventurero en un servidor es difícilmente superable. En mi pequeño pueblo de Asturias, donde parecía que nadie leí­a comics aparte de los sospechosos habituales (Mortadelo y Filemón, Tintin, Asterix, etc), servidor calmaba las ansias mediante un quiosco local que únicamente tenia grapa -y de vez en cuando algún tomo- de Marvel. La imposibilidad de venta por correo y las escasas oportunidades en las visitas a otras ciudades hací­an muy difí­cil hacerse con material de editoriales como Zinco o Norma del que solo tenía vagas referencias. Con semejante bagaje a cuestas, pónganse en situación cuando entro en el local y me encuentro con dos plantas enteras llenas de TODAS las series de las que habí­a oído hablar. Y de muchas otras de las que ni siquiera tenía noticia. Para alguien que sólo había leído de Frank Miller su Daredevil, imagí­nense lo que supuso adquirir aquella primera edición tamaño album de Norma de Sin City. Sin ser exacta, shock es la palabra que más se acerca.
Puede que El Aventurero no fuese mi inicio en el mundo del cómic, pero desde luego supuso mi mayorí­a de edad. Watchmen, la línea Vertigo, Maus, Akira, Adolf, Blueberry, XIII, los Freak Brothers, Moebius, Enki Bilal, Hermann, Kazuo Koike, Rumiko Takahashi, Hugo Pratt, Alberto Breccia, Jordi Bernet, Robert Crumb, Peter Bagge... Todos esos nombres y muchos otros eran unos completos desconocidos para mí­. Dejaron de serlo gracias a la gran oferta de la librerí­a, a la cuidada atención del personal y a su conocimiento y cariño por el medio al que habí­an vinculado su actividad. Puede que fueras buscando un cómic concreto, pero si acababas con otro distinto había nueve posibilidades de diez que hubieses acertado. Era además un sitio donde ocasionalmente podías encontrarte con gente del mundillo e incluso con autores con los que departir y obtener algún dibujo o firma ocasional (Carlos Gimenez, Alfonso Azpiri, Carlos Pacheco). Pasado un tiempo servidor tuvo la posibilidad de formar parte de la librerí­a y, además de poder conocer y disfrutar de más material del que puedo recordar, pude aprender numerosos entresijos no sólo sobre el cómic como medio. También sobre todo lo que hay detrás del mismo en sus varios niveles. En más de una ocasión (y más de dos), los temas que han llenado esta columna han tenido su origen en una conversación, una lectura o un hecho acontecidos allí.
Ahora, parafraseando al Rutger Hauer de Blade Runner, "todos esos momentos se perderán, como lagrimas en la lluvia". Quiero ser optimista y pensar que en un futuro no muy lejano tal vez El Aventurero pueda disfrutar de su regreso, pero la cosa pinta muy oscura. De hecho no es la primera (y temo que no será la última) librería especializada que cae víctima de las circunstancias recientes. ¿Qué nos quedará entonces? ¿Los grandes centros comerciales? ¿La compra a domicilio por internet? Difí­cilmente uno va a descubrir cosas nuevas cuando su intermediario no tiene ni idea del material que distribuye. Difícilmente se puede crear así afición en un medio cuyas cifras menguan aunque su popularidad y consideración paradójicamente vayan en aumento. No se puede construir una casa por el tejado y el edificio llamado cómic está perdiendo sus cimientos a ritmo alarmante. Los que están al mando y tienen oportunidad de remediarlo deberí­an tomar nota.


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