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Satanás Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"Cuando besos y caricias se tornan motivo de inquietud, lo mejor es guardarlos en los bolsillos hasta topar mejor momento en el que devolverlos a la luz." Cuaderno de Tormentas
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Satanás

Aciagos destinos cruzados

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 07/12/2019
Satanás
Satanás Colombia - 2019
Guionista:Mario Mendoza
Dibujante:Keco Ortolano
Editorial:Planeta Cómic - 136 páginas - color Precio:22,00€
PUNTUACION
3,5/5

Basándose en su propia novela (que también conoció una adaptación previa al cine) el escritor colombiano Mario Mendoza debuta en el mundo del cómic con Satanás, un oscuro relato que cruza las vidas de varios personajes residentes en Bogotá. Personajes marcados por sus propias tragedias personales y a los que el destino acabará convirtiendo en protagonistas de una tragedia aún mayor basada a su vez en un hecho real: el asesinato en masa de treinta personas en un restaurante a manos de un enloquecido veterano de guerra en la Colombia de los años ochenta.

Dividida en diez capítulos que reproducen los del libro original, el trasvase a viñetas mantiene intacta la estructura coral de la novela presentando en paralelo a sus protagonistas: María, una joven que lucha por subsistir convirtiéndose en un cebo para atracar a hombres adinerados y que acaba siendo víctima de su violencia; Andrés, un talentoso y atormentado pintor que descubre el profético don de plasmar futuras desgracias en sus retratos antes de que tengan lugar; el padre Ernesto, un sacerdote católico cuya honradez está en lucha con su cada vez más tambaleante fe en Dios; y Campo Elías Delgado, versión ficcionada del asesino real descrito como un hombre culto y asocial, obsesionado con la novela El Extraño Caso del Dr. Jekill y Mr. Hyde y cada vez más frustrado por todo aquello que le rodea.


Pese a su supuesta bisoñez respecto al lenguaje del cómic resulta loable el esfuerzo del escritor por adaptarse a la narrativa del medio, evitando el recurso fácil de limitarse a volcar su prosa en forma de abundantes textos de apoyo y procurando buscar recursos visuales para mostrar acciones y/o sugerir atmósferas. Mendoza emplea soluciones narrativas como sugerir varias secuencias consecutivas en una única viñeta o aprovechar las ilustraciones a toda página y/o en formato panorámico para subrayar un momento crucial y/o emotivo de la trama. Asimismo juega con el punto de vista de la narración, alternando el uso de la tercera persona en las partes de María, Andrés y Ernesto con la primera en los capítulos centrados en Delgado, dotando a estos últimos de un tono más introspectivo que intenta hacernos comprender (mediante recursos como extractos del diario del personaje) de que forma funciona su perturbada psique.


Lástima que el apartado gráfico a cargo del también colombiano Keco Ortolano se resienta de una estética de reminiscencias amateur en forma de personajes de escasa expresividad y con un acabado que en ocasiones apenas parece ir más allá del simple boceto. Y aunque hay un esfuerzo a la hora de trabajar los fondos, dotándolos de un gran detalle que reproduce las localizaciones reales en las que se ambienta la trama, el trabajo de coloreado digital aporta poco o ningún matiz a los dibujos, consiguiendo que los capítulos protagonizados por Delgado (mostrados en un austero blanco y negro) el apartado gráfico parezca mucho más elaborado. Conviene no obstante reseñar el dinamismo del ilustrador a la hora de evitar repetirse probando diferentes ángulos y utilizar recursos visuales que rompen el realismo como la inclusión de frases impresas en suelos y paredes relacionadas con el pensamiento de los protagonistas.


Satanás el cómic tiene en la atmósfera perturbadora y ominosa de su narración su mejor baza, transportándonos a una Bogotá por momentos apocalíptica donde la violencia más terrenal (la violación de María y su posterior venganza) se cruza con lo sobrenatural (el supuesto caso de exorcismo al que se enfrenta el padre Ernesto) en un todo indivisible y compacto que no deja indiferente al lector. Y aunque quizá podría achacarse al resultado una mayor ligereza respecto a la densidad argumental de su equivalente literario, dicha diferencia es lo que le otorga un valor propio como narración gráfica.


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