|
Marvel Premiere - Tribulaciones de X #2 Continúa la nueva etapa mutante
Un artículo de
Redacción
-
Introducido
el 22/12/2025
El segundo volumen de Marvel Premiere centrado en Tribulaciones de X vuelve a situar a la Patrulla X frente a un horizonte movedizo, propio de un periodo poshickmaniano donde cada decisión parece reverberar en toda la arquitectura de Krakoa. Lejos de conformarse con prolongar inercias, el tomo se adentra en un mosaico de intrigas, desplazamientos interplanetarios y tensiones soterradas que dibujan un escenario en constante reajuste. La sensación es la de estar inmerso en un ecosistema narrativo que respira, se contrae y se expande según las amenazas que lo rodean.
El arranque corre a cargo de Cable Reloaded, un episodio autocontenido que recupera a Nathan Summers en su modo más temerario. La búsqueda de un arma tan peligrosa como necesaria lo lanza a una odisea que oscila entre lo místico y lo astronómico, hilvanada con la reaparición de enemigos olvidados como eco de una era tan estrafalaria como influyente. Al Ewing apuesta por una aventura desbordante, consciente de que Cable funciona mejor cuando se le permite abrazar su propia desmesura. Bob Quinn refuerza esta energía con un despliegue visual que se mueve con soltura entre batallas monumentales y paisajes siderales, dando al conjunto un vigor que evita la trivialidad.
El corazón del tomo llega con El Juicio de Magneto, un arco que pone bajo la lupa uno de los vínculos más conflictivos de la genealogía mutante. La aparente muerte de uno de los personajes más populares de la franquicia, su reaparición confusa y la irrupción de entidades mágicas sitúan la historia en una zona de inestabilidad donde nada parece sostenido del todo. En Krakoa, la convivencia entre ciencia y hechicería se vuelve más frágil que nunca, mientras Magneto queda expuesto a un examen moral que remueve cimientos largamente asentados.
La lectura, sin embargo, provoca una mezcla de fascinación y desasosiego. El desenlace apunta a direcciones narrativas cargadas de posibilidades, sobre todo en lo relativo a la reconfiguración de los protocolos de resurrección. Aun así, persiste la sensación de que hay personajes que vuelven a ser tratados como un contenedor de excesos que no le pertenecen, figuras a las que se les niega una rehabilitación plena. Tampoco ayudan los continuos ajustes alrededor del linaje Maximoff, un rompecabezas que Marvel nunca termina de fijar y que añade capas de incertidumbre al conjunto. Con todo, la historia conserva un pulso emocional que la salva de la irregularidad.
El cierre lo pone un capítulo de la serie de Lobezno firmado por Benjamin Percy y Adam Kubert, que recupera la vertiente más detectivesca y nocturna del personaje. La investigación del ataque al Merodeador conduce a Logan a los rincones más sombríos de Madripur, donde el reencuentro con Solem actúa como detonante de nuevas tensiones. Kubert firma páginas de una vitalidad inconfundible, y el hecho de que coincida con el trigésimo aniversario de su primer trabajo con el mutante dota al número de un matiz casi retrospectivo. Un broche que redondea un volumen que, sin buscar grandes titulares, contribuye a expandir la cartografía emocional y política de la era de Krakoa.
|
|
|