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test Shade, el Hombre Cambiante de Peter Milligan y Chris Bachalo #1 Comic Digital
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Shade, el Hombre Cambiante de Peter Milligan y Chris Bachalo #1

Comienza la recuperación de este clásico Vertigo

Un artículo de Javier Jiménez Jiménez - Introducido el 22/12/2025

Entre las muchas anomalías brillantes que legó Vertigo, Shade, el Hombre Cambiante ocupa un lugar peculiar: no fue un superventas, no definió modas, y sin embargo encarna como pocas obras la voluntad del sello por subvertir lo heredado. La recuperación de este material revela algo más que un experimento exitoso; muestra el instante en que autores como Peter Milligan detectaron que los personajes menores podían servir de vasija para una exploración más desestabilizadora que la permitida por los iconos mayores. Antes de convertirse en mito interno del sello, Shade era apenas una nota al pie de Steve Ditko. Milligan lo entendió como un espacio vacío, perfecto para llenarlo con preguntas que el cómic superheroico rara vez se hacía.

La clave del relanzamiento de 1990 no es la reinvención formal, sino la convicción de que la coherencia tradicional debía sacrificarse en nombre de una visión más radical: Shade ya no es un héroe desplazado, sino una conciencia en tránsito que encarna, literalmente, la fragilidad del yo. El arranque -con Rac Shade irrumpiendo en el cuerpo de un asesino a punto de ser ejecutado- establece un tono que evita la metáfora amable y se sumerge en una dimensión de horror moral poco habitual en la época. El guionista no pretende usar la ciencia ficción para explicar la locura humana, sino para revelarla sin filtros, como si el M-Vest fuese un catalizador que rasga la membrana entre lo real y lo irracional.

En ese escenario irrumpe Kathy George, un personaje que habría sido accesorio en manos menos atrevidas. Aquí se convierte en el eje emocional de una historia que se desplaza entre lo íntimo y lo abstracto con una volatilidad casi performativa. La relación entre los protagonistas no está construida desde la redención ni la expiación, sino desde la incomodidad de dos traumas que se rozan sin encajar. Juntos atraviesan un Estados Unidos que Milligan describe como un territorio psíquico erosionado: un país donde la identidad colectiva se expresa a través de delirios que adquieren forma física, como si la cultura misma hubiese decidido vengarse de quienes tratan de racionalizarla.


El trazo temprano de Chris Bachalo acompaña ese desorden emocional con una estética que encuentra belleza en lo incompleto. Su dibujo, aún lejos de la exuberancia barroca que dominaría sus trabajos posteriores, opera aquí como una distorsión controlada: figuras angulosas, rostros casi líquidos, ciudades que parecen existir en un punto intermedio entre la arquitectura y la alucinación. No es un estilo que busque la claridad, sino la sensación de que las viñetas vibran, inestables, a punto de desmoronarse. En esa inestabilidad reside su fuerza, porque convierte la lectura en una experiencia sensorial donde la forma sigue al delirio.

Leído hoy, este primer volumen de Shade, el Hombre Cambiante sigue siendo incómodo, incluso desafiante, en un sentido que pocas obras mainstream consiguen mantener con los años. No se trata solo de terror psicológico o de crítica social; es una reflexión sobre las identidades en fuga, sobre los cuerpos como contenedores temporales y sobre la locura como única respuesta honesta a un mundo que ya no encaja en la lógica convencional del héroe. Para quienes buscan un cómic que no se conforme con entretener, sino que interrogue al lector desde ángulos inesperados, este tomo no es simplemente una pieza histórica de Vertigo: es un recordatorio de lo que ocurre cuando un personaje olvidado se convierte en un laboratorio narrativo donde lo imposible es, por fin, una opción legítima.


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