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La Atalaya del Vigía Comic Digital
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Batman Año Dos, la reivindicable secuela fallida

Un artículo de Rodrigo Arizaga Iturralde - Introducido el 18/04/2012
La Atalaya del Vigía

La nueva edición de Batman: Año Uno de Frank Miller y David Mazzuchelli vuelve a poner de actualidad una de las obras capitales y más influyentes en la trayectoria del hombre murciélago. Pocas veces en cambio se suele hacer referencia a Batman: Año Dos, secuela directa y generalmente denostada cuya problemática creación fue casi tan interesante o más que la propia historia que narra.

A rebufo del éxito de Año Uno, el editor Dennis O´Neil se puso rápidamente manos a la obra para crear una secuela. Ante la imposibilidad de contar de nuevo con Miller y Mazzuchelli, decidió confiar la tarea a manos del hoy algo olvidado Mike W. Barr (Camelot 3000) Alan Davis. Su estimable labor conjunta sobre el personaje en Batman y los Outsiders y Detective Comics les hacia ideales para una obra que, pese a su deber como secuela, presentaba un enfoque tan interesante como distinto del de Miller.


Publicada originalmente en Detective Comics 575-578, Años Dos se centra en la reaparición (aunque había sido creado para la ocasión) de El Segador, un vigilante enmascarado que había defendido Gotham muchos años antes de Batman. El gran aliciente era que, a diferencia del hombre murciélago, el Segador no duda en matar a sangre fría a los delincuentes que atrapa. Para detenerle, Batman se verá obligado a aliarse con un grupo de criminales entre los que se encuentra Joe Chill, el hombre que mató a sus padres siendo niño. El conflicto del personaje al verse enfrentado a una versión oscura y brutal de sí mismo, en paralelo al deseo de ajustar cuentas con el asesino que destruyó su vida es el motor de esta historia, que lleva al personaje a enfrentarse con el comisario Gordon y plantearse abandonar su doble identidad. Una situación que se resume en la imagen de Batman blandiendo la pistola que mató a sus padres. Una imagen que acabaría siendo el mayor problema de la obra.


El detalle de que el Bruce Wayne niño guardase la pistola asesina (ya de por sí algo descabellado) acabó por crear un cisma entre los autores. Tras entregar el primer número, Davis observó como varias de las viñetas –incluida la del arma- eran redibujadas sin su consentimiento para ajustarlas a la estética de Año Uno. Sintiéndose insultado el dibujante se negó a continuar el trabajo, obligando a los editores a buscar un sustituto contrarreloj. El premio recayó en un primerizo Todd McFarlane, oculto por las tintas de un Alfredo Alcalá que intentó –sin éxito- igualar los trazos de ambos dibujantes. Sólo en el capítulo final McFarlane revelaba su verdadero estilo, con sus fisonomías retorcidas y esas capas kilométricas que preludiaban lo que años después seria Spawn. Este vaivén gráfico no le hacía ningún favor a un Barr que acabó resolviendo la complicada situación planteada por la vía más fácil y rápida.


Pese a todo, Años Dos planteaba un acercamiento tan interesante como poco frecuente sobre el personaje, además de aportar un atractivo villano. Años después, con los ánimos más calmados y mayor libertad creativa, Barr y Davis desarrollaron una continuación (el especial Full Circle) donde recuperaron la figura de El Segador y dieron un mejor cierre a su historia. La ausencia de posteriores apariciones del villano (aunque Tony Daniel lo recuperase recientemente con poca fortuna) y su clara influencia en esa maravilla animada titulada Batman: La máscara del fantasma hacen de Año Dos una obra que, pese a sus claros defectos, no está exenta de interés. Una obra que en España siempre ha tenido ediciones bastante pobres. Con el cambio de editor de DC en nuestro país tal vez sea el momento de solucionarlo.


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