Los Invisibles No hay cuchara

Los Invisibles EEUU - 2009 Guionista:Grant Morrison Dibujante:Steve Yeowell / Jill Thompson
Editorial:Planeta de Agostini -
224 páginas - color
Precio:16,95
Grant Morrison despertó y se inventó Los Invisibles. Tituló el principio de esta historia Sin blanca en el cielo y el infierno, toda una declaración de intenciones. Y creó a Dane McGowan. Le dio a elegir. Lo puso en la encrucijada y lo salvó de sí mismo, de la realidad tal y como la conocemos, para mostrarle qué hay detrás de las palabras. Dile hola a King Mob, dale la bienvenida al mundo real.
Leer a Grant Morrison supone correr muchos riesgos. Mago confeso, Los Invisibles es su obra más personal, hasta el punto de proyectarse a sí mismo en la historia en las carnes de King Mob. También es un mapa personalísimo de la realidad a imagen y semejanza de su proyección (¿selección?) metatextual. Porque este mapa tiene muchas lecturas. Son constantes las referencias a la filosofía gnóstica, la tradición vudú o las sociedades secretas de principio de siglo relacionadas con la magia. El Marqués de Sade, Mary Shelley y Aleister Crowley campan a sus anchas por la colección, mientras los arquetípicos protagonistas se enfrentan a aquellos que luchan por la calma y el control. Estos héroes son heraldos del caos, ejecutores de un simulacro de anarquía - como la intuída en la obra de otro guionista de cómics sensible a la magia, Alan Moore -. Di que quieres la revolución.
Wake up
Los dos arcos argumentales que ahora reedita Planeta de Agostini en un solo tomo son el punto de partida de todo el delirio psicodélico diseñado como preludio al apocalipsis; Dane McGowan, por su parte, es el elegido para darle un empujón a los jinetes, pero él todavía no lo sabe. En Sin blanca en el cielo y el infierno, dibujado por Steve Yeowell, asistimos a una guerra por el control y a un viaje iniciático, el de su protagonista. Llaves, cerraduras y espejos. Morrison echa mano del símbolo, pone en duda la percepción sensible y subraya el poder de la palabra. Roland Barthes estaría contento, también Philip K. Dick. Y Baudrillard sonríe desde el marco. Todo es simulacro y paranoia.
Este arco de presentación pone a prueba al lector y, tal como le ocurre al protagonista, la luz no llega, ni siquiera al final del túnel, no del todo. Renacimiento. Despertar. El principio. Después llegará Arcadia, con Jill Thompson a los lápices y la Revolución Francesa como excusa para hablar del cambio. Entran en escena los dioses, la magia y la tradición cabalística, pero a lo bestia, sin avisar. Morrison empieza a sentar los cimientos de su imaginario donde el Marqués de Sade y sus 120 días de Sodoma tienen un lugar reservado, además de planes para el futuro. El equipo no espera para entrar en acción. Liderados por King Mob, el nuevo recluta – rebautizado como Jack Frost - y el resto de componentes de Los Invisibles – Ragged Robin, Boy y Lord Fanny -, exhiben sus potenciales y son oficialmente presentados. Queda toda una colección para poder comprender quiénes son y qué hacen, y lo que es más importante, de qué está hecha la realidad.
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