La Atalaya del Vig铆a - Dios Ama, el Hombre Mata: Mutantes de ficci贸n ante una intolerancia real Panini reedita esta cl醩ico mutante
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A punto de cumplirse cuatro d閏adas de su publicaci髇 original, Panini C髆ics a馻de a su catalogo una nueva edici髇 de Dios Ama, el Hombre Mata, una de las historias se馿ras de la franquicia mutante de Marvel. Un trabajo reeditado para la ocasi髇 en un vistoso formato cargado de extras in閐itos en consonancia con la calidad de una obra que, sin renunciar a la fantas韆 propia del c髆ic de superh閞oes, abordaba sin coartadas ni disimulo problemas de la vida real como la discriminaci髇 racial y el fanatismo religioso con notable eficacia.
Dios Ama, el Hombre Mata fue publicada en 1982 en momento donde coincid韆n el inicio de la expansi髇 comercial de la franquicia mutante (con el lanzamiento de la serie regular de Los Nuevos Mutantes y la primera miniserie de Lobezno) con el auge del llamado mercado directo y el desarrollo del formato 搉ovela gr醘ica (sic), pensado para librer韆s especializadas de cara a un p鷅lico de mayor edad y poder adquisitivo. Dado que Uncanny X-Men era el t韙ulo m醩 popular de la editorial la elecci髇 de los mutantes era la m醩 obvia de cara al lanzamiento de dicho formato.
El entonces todopoderoso Jim Shooter encarg al entonces imprescindible Chris Claremont la tarea de perge馻r una historia digna de tal formato. Asimismo, de cara a vender su excepcionalidad, se plane que el dibujo corriese a cargo de Neal Adams, artista puntero que a finales de los sesenta hab韆 realizado una corta pero magnifica etapa junto a Roy Thomas en la serie original de los personajes. Desgraciadamente desavenencias contractuales entre Adams y la editorial hicieron que el ilustrador abandonase el proyecto pese a haber dibujado ya las primeras p醙inas del mismo. Su sustituto fue Brent Anderson, futuro dibujante de Astro City y en aquel entonces un joven ilustrador con apenas un par de trabajos profesionales para la editorial. Sin embargo y pese a su corta experiencia, Anderson compart韆 con Adams un trazo de corte realista que resultaba perfecto para el tono que Claremont hab韆 pensado dar a la historia, llevando un paso m醩 all el enfoque cultivado en la serie regular.
Si bien el trasfondo sobre la discriminaci髇 e intolerancia formaba parte del ADN de las historias de los personajes desde su propia creaci髇 a cargo de Stan Lee y Jack Kirby, lo cierto es que en la mayor韆 de los casos dichas reflexiones se vehiculaban a trav閟 de elementos fant醩ticos propios del c髆ic superheroico como los Centinelas o La Hermandad de Mutantes Diab髄icos. Para esta ocasi髇 Claremont cre un nuevo antagonista en la figura de William Stryker, antiguo militar reconvertido en influyente predicador con poderosos contactos pol韙icos que proclamaba abiertamente y sin coartadas un discurso de odio y miedo contra los mutantes. Un discurso que junto a un grupo paramilitar denominado Los Purificadores planeaba llevar a la pr醕tica, secuestrando a Charles Xavier y utilizando sus poderes para detectar y liquidar a toda la raza portadora del gen-X.
El propio inicio de la trama, con dos ni駉s mutantes siendo perseguidos, ejecutados y con sus cad醰eres expuestos p鷅licamente por los Purificadores, fija el tono que definir la trama, la cual pondr a los X-Men en una posici髇 desesperada que les lleva a forjar una alianza con su archienemigo Magneto. Se daba as una din醡ica ins髄ita en aquel momento de la historia de los personajes, con Claremont poni閚doles en un brete cuando se ven obligados a afrontar que quiz los m閠odos del villano y su discurso de combatir la violencia con violencia sean los m醩 efectivos. Claremont retomaba de esa forma el trabajo de deconstrucci髇 del amo del magnetismo que ven韆 desarrollando en la serie regular, convirtiendo al villano en un personaje tr醙ico cuyas nobles intenciones chocan con la tragedia que provocan sus actos, otorg醤dole una contradictoria personalidad que lo aleja del t髉ico.
Pese al inevitable despliegue de poderes sobrehumanos y vistosas escenas de acci髇, son los momentos de car醕ter dram醫ico los que aportan los instantes m醩 memorables de la historia. A la antes citada ejecuci髇 infantil se unen as instantes como la c髄era de Kitty Pryde ante los comentarios racistas de un compa馿ro de clase; el interrogatorio-tortura de Magneto a uno de los purificadores; la pesadilla de motivos religiosos a la que es sometido el Profesor-X para doblegar su voluntad; o el instante donde el villano denuncia el aspecto de Rondador Nocturno como justificaci髇 de su discurso segregador. Y aunque a lo largo de la lectura pueden encontrarse los principales tics creativos de Claremont 杄specialmente el uso reiterativo de los textos de apoyo- pocas veces el patriarca mutante ha estado tan entonado a la hora de escribir el di醠ogo de sus personajes. Ejemplos de ello son el sentido enfrentamiento dial閏tico entre C韈lope y Stryker antes las c醡aras de televisi髇 en un abarrotado Madison Square Garden. O ese desenlace donde un traumatizado Xavier cuestiona su propia postura, tentado de sumarse a Magneto antes de que sus propios alumnos le hagan rectificar.
El dibujo de Anderson, pese al peaje que supone respetar la colorida est閠ica disfrazada de los protagonistas, tambi閚 busca alejarse del t韕ico c髆ic de superh閞oes, ofreciendo unas caracterizaciones m醩 揳 ras de suelo que incluyen escenarios urbanos decadentes 杔a persecuci髇 de los Purificadores a una debilitada Kitty Pryde por las oscuras calles de Nueva York- y una fisonom韆 m醩 veros韒il de los personajes. En este 鷏timo aspecto destaca su versi髇 de Magneto, al que Anderson dota de una caracterizaci髇 mucho m醩 madura que recuerda poderosamente a Ian McKellen 18 a駉s antes de que el actor brit醤ico encarnase al personaje por primera vez en pantalla! El eficaz trabajo de narraci髇 secuencial 杚ue da lugar a momentos tan poderosos visualmente como la p醙ina que muestra el disparo del villano ante las c醡aras mediante primeros planos acompa馻dos 鷑icamente por onomatopeyas- y un vistoso uso del color como elemento expresivo -notable en secuencias como ese tr醙ico flashback que muestra el origen del villano plasmado en un tono terroso y difuminado- redondean un resultado excelente que hace incomprensible que tras el mismo Anderson tardase m醩 de una d閏ada en despuntar en la industria.
Ambientada de forma difusa dentro de la continuidad 朼unque cronol骻icamente se inscribe en la etapa dibujada por Paul Smith, la alineaci髇 del grupo protagonista no se corresponde de forma exacta con aquella-, la influencia de esta historia se har韆 sentir en los a駉s posteriores, adelantando el tono de algunas tramas posteriores desarrolladas en la serie El Juicio de Magneto, la Masacre Mutante- si bien su continuidad directa qued interrumpida durante dos d閏adas. Inspiraci髇 de la exitosa X-Men 2 (2003), que adaptaba muy libremente su argumento al cine, no fue hasta el siglo XXI cuando un Claremont reci閚 retornado a la franquicia decidi recuperar al personaje de Stryker en las p醙inas de X-Treme X-Men en una saga titulada precisamente Dios Ama, el Hombre Mata II (sic) dibujada por Salvador Larroca. Una secuela que hizo realidad el famoso dicho sobre las segundas partes pero recuper a un villano al que posteriormente otros autores sacar韆n interesante partido en series como X-Force. Ello no resta los m閞itos de la obra original que, pese a sus casi cuarenta a駉s de existencia, a鷑 resulta relevante en el panorama actual y cuyo discurso contra la intolerancia desgraciadamente parece resultar m醩 necesario que nunca.
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