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Un análisis de Simiocracia, de Aleix Saló Comic Digital
REVISTA ESPECIALIZADA EN CÓMIC
"Todos los misterios contienen secretos, pero no todos los secretos contienen misterios." House of Mystery
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Un análisis de Simiocracia, de Aleix Saló

O cómo nos han hundido en la miseria

Un artículo de Esteban J. Pérez Castilla - Introducido el 17/05/2012
Un análisis de Simiocracia, de Aleix Saló
Un análisis de Simiocracia, de Aleix Saló España - 2012
Guionista:Aleix Saló
Dibujante:Aleix Saló
Editorial:DEBOLSILLO - 144 páginas - bn Precio:9,95
PUNTUACION
5/5
El compromiso social toma forma de cómic.

Simiocracia de Aleix Saló sobre todo es un libro comprometido con la realidad social de nuestro tiempo.
Con su característico blanco y negro, su dibujo es totalmente experimental, en el que los protagonistas son monigotes. No hay viñetas separadas claramente por calles, sino que a priori parecen dibujos acumulados unos al lado de otro. Pero simplemente es una superación de la encapsulación de la viñeta que hará las delicias de los que amen experimentar.
Pero sobre todo es una obra amena que viene a informar al gran público de la actual coyuntura económica, divertida por su elegante uso de la ironía, que se establece no sólo en torno al texto sino con sus dibujos.

Bien documentada, que recoge la información de muchos sitios siempre con ese afán divulgativo que la caracteriza , viene a presentar al gran público, con lenguaje sencillo y explicativo, qué está ocurriendo en la actualidad y porqué.

Analiza no sólo el sector político, adentrándose en sus más tremendos avatares y corruptelas, sino también otros. Por ejemplo, dedica gran cantidad de páginas y chistes a la Banca y los servicios que “presta.” Se ensaña con los créditos basura, las hipotecas y por supuesto las culpa de fomentar la burbuja inmobiliaria por mantener los precios de la vivienda. Pero además explica de dónde le llega el dinero a la banca, los problemas de los bancos de España con otros del país, la forma que tuvo Frankfurt de intervenir en nuestra economía –concediendo créditos a la banca- y que propició que el dinero únicamente se invirtiera en vivienda, y que ahora ninguna entidad bancaria de nuestro país sea capaz siquiera de devolver el dinero extranjero prestado.

También a la comunicación y sus profesionales, cada vez más vendidos y al servicio de ocultar las tramas económicas con otras noticias de calado tremendista a golpe de talonario. Igualmente, ponen trabas al ciudadano y obnubilan su mente para que esté dispersa y no preste atención a lo político, ya que tanto bombardeo informativo causa que demasiado contenido tape lo realmente importante. Por tanto, contribuyen a la infantilización de la opinión pública mediante la necesidad de convertir su juicio en algo rápido, basado prácticamente en reflexiones sentadas en prejuicios, más que en una dialéctica pausada.

La culpa también es del ciudadano


Además, no duda ni un solo segundo en atacar de manera entusiasta a las administraciones públicas, que en gran medida han contribuido a mantener esta situación a través de “maletines” y préstamos que no devuelven nunca, amén de endeudar a la pequeña y mediana empresa. Pero no sólo eso, también de invertir los fondos que les sobraban –cobraban los Fondos de Cohesión Europeos- en “tonterías”, como son arquitectos de renombre y que construían edificios excepcionalmente caros y enrevesados.

No obstante, uno de los más atacados, sin duda alguna, es el ciudadano corriente y moliente, que con sus imprudencias y su falta de atención para seguir las noticias no es capaz de seguir la evolución del panorama mundial. Pero no sólo eso, con su natural tendencia al aburrimiento al escuchar las noticias denominadas como “serias”, tiende a caer en la trampa de la demagogia informativa y a pasar por alto la mayoría de los datos y noticias interesantes. Tanto es así, que carga contra él al advertir que no prestó demasiada atención al caso Wikileaks o al 15M, entre otros. Pero prestar atención no se traduce en escuchar, sino en masticar y participar de manifestaciones y contribuir a mejorar la sociedad, cosa que la mayoría no ha hecho. Y de los programas del corazón o las tertulias de fútbol que colman los canales de televisión, aquí ni hablamos, pero Saló los destroza.

Por último, la figura central del libro es el político, y aunque su eje sea la política española, no le queda más remedio que atacar a la clase política mundial, ya que entre todos orquestan el mundo en que vivimos. Haciendo continuas referencias a que ponen constantemente el sistema en peligro con constantes experimentos para que hagan al ciudadano consumir, también los acusa de ceguera y ebriedad económica en los años en que la burbuja estaba en su punto álgido. Por tanto, los condena y los tacha de no saber ni siquiera adónde se dirigía ese crecimiento tan rápido y desproporcionado, de no saber medir sus consecuencias, y por supuesto de no pararle los pies a tiempo. Dejaron que todo fluyera igual, sacando tajada del festín de dinero. Y una de sus causas principales: su descabellada incultura que todos conocemos, ya que, literalmente, Saló afirma “su nivel de preparación es inversamente proporcional al cargo que desempeñan.” Esto es lo que los convierte en simios.

Por último, el libro termina con un repaso al intrincado mecanismo que hace que la economía mundial se haya mantenido estable, mecanismo que no es más que una barca de caña en un mar furioso. Un repaso de lo más suculento, interesante y esclarecedor. Pero sobre todo, terrorífico, ya que el vaticinio del futuro que nos espera es de lo menos halagüeño.
Por otro lado, el libro cuenta con gran cantidad de referencias históricas -como la América de principios del siglo XX con su Crash del 29, y a películas, otros libros– como 1984 o Un mundo feliz, con los que establece comparaciones muy interesantes- o pensadores –como Platón y su mito de la caverna, que sirven para seguir darle aún más sentido a las explicaciones y para relajar el desarrollo de su análisis.

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