I Hate Fairyland #6: Solo puede quedar una Gert sigue haciendo de las suyas

I Hate Fairyland #6: Solo puede quedar una USA - 2024 Guionista:Skottie Young Dibujante:Brett Bean
Editorial:Panini Cómics - Evolution -
128 páginas - color
Precio:22,00€
La sexta entrega de esta recomendable serie continúa la línea gamberra y desenfrenada que caracteriza a la obra de Skottie Young. Este nuevo arco arranca con nuestra protagonista, Gert, atrapada de nuevo en el País de las Hadas a raíz de la última maniobra de Willy Wiggins. El nuevo gobernante del reino —Nubelo, hermano de la ex-regente— desarrolla un plan singular para acabar con ella: reclutar a múltiples versiones temporales de la propia Gert, con la esperanza de que sea alguna de sus copias la que logre derrotarla.
El equipo creativo se mantiene firme en esta etapa: Young sigue al frente del guion, Brett Bean se encarga de los lápices y Jean-Francois Beaulieu aporta el color. La combinación funciona con fluidez, ya que Young tiene vía libre para exprimir su humor de tintes macabros, mientras Bean aporta un trazo cargado de expresividad y un dinamismo que recuerda al espíritu más desenfadado de la primera etapa de la serie. Beaulieu, por su parte, refuerza la esencia irreverente de Fairyland mediante tonos intensos y contrastes adecuados para subrayar la faceta más salvaje del relato.
Buena parte del atractivo de este arco radica en la confusión que generan las múltiples Gerts coexistiendo en un mismo universo. Lejos de saturar, la sucesión de variantes de la protagonista sirve para explorar la vertiente más surrealista y cómica de la historia, marcada por el choque constante entre su naturaleza pendenciera y las extravagancias que esta mágica tierra presenta en cada escenario. Esa dinámica, acompañada de diálogos cargados de ironía y un humor que no se corta en traspasar los límites convencionales, potencia la sensación de caos divertido que define la serie.
El apartado visual de Bean encaja a la perfección con la narrativa propuesta por el guionista. Sus composiciones de página aprovechan la estética de cuento de hadas para subvertirla con un festín de sangre, criaturas imposibles y detalles grotescos. Cada viñeta incide en la expresividad extrema de los personajes, subrayando el tono desenfadado de la obra y consiguiendo en el lector que van desde la sonrisa hasta la carcajada más sonora.
El volumen concluye con un cliffhanger que evidencia la intención de prolongar la locura de Fairyland. La fórmula de esta propuesta no busca grandes reflexiones ni un desarrollo exhaustivo de sus personajes: su propósito principal es divertir, sorprender y romper moldes, y Young conoce bien las claves de su propia creación y las exprime en cada número, lo que la convierte en una lectura idónea para quienes disfruten del humor macarra y el caos ilustrado.
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