Marvel Deluxe - El Castigador: El Rey de los Asesinos Etapa completa del implacable justiciero urbano marvelita
Un artículo de
Redacción
-
Introducido
el 05/10/2025

Marvel Deluxe - El Castigador: El Rey de los Asesinos USA - 2025 Guionista:Jason Aaron Dibujante:Paul Azaceta, Jesús Saiz
Editorial:Panini Cómics -
408 páginas - color
Precio:48,00€
Jason Aaron es un autor que ya había demostrado con Scalped o Paletos Cabrones su capacidad para moverse con naturalidad entre lo brutal y lo íntimo, lo social y lo personal. Pero cuando se adentra en el territorio superheroico, los resultados suelen oscilar entre lo deslumbrante y lo irregular como demuestran algunos de sus últimos trabajos. En este tomo, Panini recupera su más reciente aproximación al justiciero de la calavera, acompañado por dos dibujantes de gran calibre: Jesús Saiz y Paul Azaceta. El resultado es un experimento ambicioso que busca redefinir a Frank Castle desde un ángulo tan inesperado como polémico y que, como veremos, se queda a medio camino y sumerge a nuestro protagonista en un universo sobrenatural que no suele sentar bien al "bueno" de Castle.
El punto de partida es ya toda una provocación: Frank abandona su papel de solitario vengador urbano para convertirse en líder de La Mano, la secta ninja asociada tradicionalmente a Daredevil. La calavera del pecho también muta en un emblema demoníaco, con cuernos y colmillos, una decisión que no solo busca dar coherencia estética al relato, sino que también responde al intento de Marvel de distanciar el símbolo del Castigador de las apropiaciones ideológicas ultraderechistas que lo han manchado en la realidad reciente. En este escenario, Aaron replantea la esencia del personaje: ¿es Frank un hombre arrastrado por la tragedia o un ser marcado desde la infancia por un instinto de violencia inevitable?
La cuestión no es nueva -Garth Ennis ya había coqueteado con ella en su genial etapa-, pero esta aproximación resulta más radical y, a la vez, más problemática. Mientras Ennis ofrecía una versión férrea y coherente dentro de su propio marco narrativo, aquí la idea de que Frank siempre estuvo condenado desde niño se percibe como una imposición que no termina de encajar con el mito. No se trata tanto de romper la continuidad, sino de que la historia, con todo su empuje, no siempre logra sostenerse por sí misma.
El contraste visual entre Saiz y Azaceta acentúa esa dualidad: el primero aporta un trazo moderno, afilado, ideal para las escenas de acción y el presente violento; el segundo ofrece un estilo más orgánico y clasicista en los flashbacks, cargado de textura y de cierta melancolía. Esa alternancia refuerza la idea de un Frank desgarrado entre su pasado y su presente, aunque también introduce una fractura estilística que a ratos entorpece la lectura fluida. Entre tanto, un elenco de secundarios -desde la sacerdotisa de La Mano hasta Ares o invitados como Daredevil, Doctor Extraño o el Capitán América- sitúa a Castle en un tablero mucho más amplio, lo que expande su figura pero también diluye parte de su fuerza original.
Al final, esta propuesta es un cómic de riesgos y excesos. Tiene momentos de gran potencia narrativa y visual, y el simple hecho de atreverse a trastocar un icono tan asentado como El Castigador ya habla del arrojo de Aaron. Pero no todas las piezas encajan y algunas decisiones, como las resurrecciones o los cambios más drásticos de carácter, terminan por dejar un poso de insatisfacción. Con todo, la obra se disfruta: es un viaje incómodo, perturbador, en el que Saiz y Azaceta brillan con intensidad y donde Aaron, incluso cuando tropieza, demuestra que sigue siendo uno de los guionistas más atrevidos de su generación.
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