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Aliens vs Vengadores La amenaza xenomorfa llega al universo Marvel
Aliens vs Vengadores USA - 2025 Guionista:Jonathan Hickman Dibujante:Esad Ribic
Editorial:Panini Cómics -
160 páginas - color
Precio:14,00€
Cuando Marvel anunció un enfrentamiento entre Los Vengadores y los famosos xenomorfos, muchos levantamos una ceja con escepticismo. El cómic de franquicia suele moverse entre la curiosidad y el oportunismo, y la historia reciente está llena de ejemplos que nacen del ruido más que de la inspiración. Pero hay que reconocer que Aliens vs Vengadores rompe ese patrón desde el primer vistazo. No se trata de un simple “choque de universos”, sino de una reinterpretación lúgubre y desconcertante del mito superheroico, orquestada por dos autores que entienden el poder de la narrativa más allá del fanservice.
El primer golpe de confianza llega con los nombres implicados: Jonathan Hickman y Esad Ribic. El guionista, responsable de algunas de las sagas más ambiciosas de la Marvel reciente, demuestra aquí su capacidad para moverse entre la épica y la desesperanza sin perder el control del tono. Por su parte, el dibujante aporta ese trazo pictórico que lo ha convertido en un autor de culto dentro del mainstream, un estilo que transforma cada página en un lienzo cargado de gravedad. Juntos, firman un relato que suena a despedida y renacimiento, una pieza sombría que juega con los códigos del género y los retuerce hasta volverlos irreconocibles.
La edición de Panini Cómics, que recopila la miniserie completa en un único volumen, permite disfrutar de la obra como la pesadilla autocontenida que realmente es. El escritor se aleja deliberadamente de la estructura convencional del crossover para construir algo más cercano a la ciencia ficción existencial. No hay heroísmo clásico ni discursos motivacionales; los Vengadores que encontramos aquí están exhaustos, derrotados y casi irreconocibles. En su lugar, el cómic ofrece una historia amarga y contenida, donde el horror biológico de los xenomorfos se convierte en metáfora de una humanidad en decadencia.
Lo más admirable del proyecto es la libertad con la que parece haber sido concebido. No se perciben los habituales filtros corporativos que suelen domesticar las ideas dentro del universo Marvel. Hickman escribe sin miedo, explorando la fragilidad de sus personajes y despojándolos de todo mito, mientras Ribic sumerge cada escena en un claroscuro que roza lo poético. El tono recuerda a Prometheus más que a Los Vengadores, pero en el mejor sentido: hay una sensación constante de misterio, fatalidad y belleza en la destrucción. Los mutantes, cuando irrumpen en escena, funcionan como detonantes de un clímax tan elegante como perturbador.
La propuesta sorprende precisamente porque no intenta gustar a todos. Es una obra seca, melancólica y ferozmente autoral, más cercana al terror metafísico que al espectáculo superheroico. Los creadores del título entregan un cómic que se atreve a incomodar, a romper la fórmula y a recordarnos que, incluso dentro de una maquinaria tan grande como Marvel, aún puede surgir algo genuinamente inquietante. En tiempos en los que el universo compartido tiende a la complacencia, este cruce improbable se alza como una anomalía brillante: un recordatorio de que los mejores monstruos -y las mejores ideas- nacen cuando nadie los está esperando.
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